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Carta de amor

El patrón del barco

Ayer el médico me dijo que tenía que dejar de fumar.

Carta de amor: "El patrón del barco"

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¡Pero qué se habrá creído el niñato ese! Si no tiene ni 40 años. Ya le dije: "Oiga doctor, que me he pasado la vida conduciendo un tres ejes... que me saqué el carnet antes de que usted naciera." Que si estoy lento de reflejos, que si he perdido oído, que si la vista... lo malo es que Teresa le daba la razón.

Teresa. Sé que te acuerdas aunque no me lo digas. Sé que echas mucho de menos a tus hermanas. Que te acuerdas del baile en las fiestas del pueblo. De cuando ayudabas a tus padres en la matanza y me servías aparte unos buenos torreznos con un vasito de tinto.

Sé que te acuerdas de nuestro primer paseo a solas, cuando nos dimos el primer beso en el camino de la era. ¿Te acuerdas, Teresa? Sí, sé que te acuerdas. El día del Pilar hizo 62 años. Cómo llorabas cuando me fui a la "mili", nada menos que a Tetuán. "¿Eso dónde está, mi niño?" preguntaba tu abuela. Qué contenta te pusiste cuando te escribí desde allí, desde Tetuán, comunicándote que me había sacado el carné de conducir.

Ahora estás en la cocina preparando la comida. Claro, como ahora los nietos se quedan con nosotros. Cómo le íbamos a decir a Sonsoles que no los podíamos atender con lo que le ha costado encontrar ese trabajo. Si yo me alegro de poderlos ayudar. Son dos granujas, pero que gracia tienen los condenaos. La misma que tenía su madre de pequeña.

Recuerdo cuando por fin nos pudimos comprar el Pegaso grande. Yo salía de ruta 4 ó 5 días seguidos. Te dejaba en Ávila sola y sin ayuda. A veces con una niña enferma, o una que pasaba una temporada más rebelde, o con peores notas, o más triste y tú y yo nos mirábamos y no sabíamos por qué.

Yo me iba y te dejaba sola al frente de la nave. Yo era el barco. Tú la vela, el timón y el ancla. Tú eras el patrón del barco.

Al meterme en la cama y apagar la luz le pedía a Dios que me llevara a mí antes que a ti, porque no podía ni pensar en pasar un solo día del resto de mi vida sabiendo que no te volvería a ver. Ahora ya no. Ahora que se avecina el final de la jornada le pido que te llame a ti primero, porque no puedo ni pensar en que pases un solo día del resto de tu vida con la pena de no volverme a ver. Claro, si nos llevara a los dos a la vez... pero ¿qué iban a hacer las niñas sin nosotros...?

Teresa, echo de menos el tabaco. ¡También me lo quitó el niñato ese! Es verdad que toso menos. Si es que al final tú siempre tienes razón. Al final y al principio.

Mira, Teresa, que he pensado que mañana voy y le digo al médico que de acuerdo, que ya no conduzco más.

Juan Pablo

En Chic

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