Pero otro año que me impedían esperarlos despierta. Qué fastidio. Obedecí al imperativo ¡vete a dormir, ya!, pero no sin antes llenar la bandeja de turrón para los pajes, tres copitas de anís para mis Reyes y agua para los camellos, que con el tiempo resultaron ser dromedarios y no necesitaban tanta agua... ¿Los zapatos?, esos eran los primeros, los mas nuevos y limpios..., horas llevaban brillando a los pies del nacimiento; magnífico.
El otro día hablé con Bea, mi cajera favorita del supermercado, le pregunté, ¿has escrito la carta a los Reyes?, respondió con tristeza: "no tengo a quién mandarla". Yo no daba crédito. ¿Cómo no creía en las personas que yo más quiero? y espero año tras año desde que tengo uso de razón; y entonces respondí: "escribe la carta, siempre la recoge alguien".
Ese alguien son ellos, los Magos de Oriente cargados de regalos. Bien es cierto que algún fallo cometen, a veces llegan antes de tiempo, no es culpa suya, somos muchos y pedimos tantas cosas que empiezan muy pronto; es mas, yo creo que mis amados Reyes trabajan todo el año, llevando regalos a los que tanto los adoramos y a los que ni siquiera creen en ellos. Otras veces llegan algo tarde, y es posible que los presentes no sean lo que deseábamos, pero es que no se acierta siempre. Ellos hacen magia, no milagros.
Yo siempre luché por verlos, hasta la extenuación, pero mis padres lucharon más para todo lo contrario. A día de hoy no lo he conseguido, aunque yo los quiero igual o más, y me los imagino a mi vera, mirándome y viendo lo feliz que me hacen.
Debo deciros algo, Melchor, Gaspar y Baltasar, mis queridos Reyes Magos: ahora espero vuestro regreso tomándome yo la copita de anís, dando un buen bocado al turrón, y con ese corazón rojo de nervios, que abristeis a la ilusión que nunca he perdido. El agua la he tenido que cambiar por gasolina...
Luisa Serrano