Siempre he procurado estar junto a ti, besarte, abrazarte, quererte. Me duele el quererte tanto y pensar que no te ha llegado.
Lamento todas las broncas, yo no te escuchaba y tú a mí tampoco. Fue una etapa triste y dura. En aquellos momentos me venía el recuerdo de tu rostro al nacer sereno y hermoso.
Has sido un gran guerrero, siempre intentando pasar esa línea imaginaria de poder entre madre e hijo, buscando las vueltas para ser el vencedor en las batallas. ¿Recuerdas aquellas sesiones de películas de dibujos animados que veíamos los viernes por la noche? Cómo nos divertíamos.
Luego creciste y me acusaste de todo lo malo que había en tu vida, de no apoyarte en malos momentos. Nunca fue mi intención que te sintieras así, pero si quiero que sepas que yo me sentía igual que tú, traicionada y no querida.
Siempre te he intentado ayudar y proteger. Sé que eres una gran persona y tienes un buen corazón por eso no me rindo. He disfrutado durante años de tus partidos de fútbol, de tu compañía, de tus celebraciones y espero seguir formando parte de ella.
A ti mi querido hijo, va dedicada esta carta con todo mi cariño.
Marga