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Katy Mikhailova

Embarazada de blanco

El público gay y la figura de la lesbiana millonaria que lleva de compras a su "trofeo" tiene cada vez un rol más relevante entre las élites sociales.

El público gay y la figura de la lesbiana millonaria que lleva de compras a su "trofeo" tiene cada vez un rol más relevante entre las élites sociales.
Karl Lagerfeld en el desfile de Channel | Cordon Press

El último desfile de Karl Lagerfeld para Chanel, celebrado hace dos semanas, finalizaba, como es costumbre, con un vestido de novia. Esto tan tradicional se ha convertido en un intenso debate lleno de muchas críticas y un sinfín de alabanzas. Todo esto se debe a que, primero, el vestido de novia estaba confeccionado para el cuerpo de una embarazada y, segundo, que la modelo que lo portaba lo estaba de verdad.

Podemos entrar en temas éticos y morales: que si ese niño va a nacer en pecado o que si no habría sido mejor primero parir y luego casarse. Para morales, colores, por eso, no voy a entrar en estas cuestiones. No me corresponde a mí promulgar valores y tradiciones, pero solo afirmaré que el acto más cruel de un ser humano es el aborto. Por lo que, según cómo se mire y aunque parezca algo rebuscado, Lagerfeld ya ha hecho un guiño a la vida -no olvidemos que pudo haber sido peor: podría haber sacado a una modelo con una camiseta en la que pusiera "nosotras parimos, nosotras decidimos" con su traducción en francés-. Al menos el director creativo de la casa de lujo no mató, creativa e ideológicamente hablando, a aquel bebé, como tampoco despreció el hecho de que desfilara una mujer con unos 6 kilos de más.

Sin embargo, no entiendo el porqué de la necesidad de politizar un desfile. ¿Qué pretende? ¿Ser moderno? ¿Llamar la atención? ¿Acaso su estrambótica imagen no es suficiente para que sigan hablando del "genio" de la moda?

El año pasado, por estas mismas fechas, volvió a crear polémica cerrando el desfile con dos novias que se suponía que eran lesbianas e iban a darse el ‘sí quiero’. Coincidía aquel broche final con la portada de la revista ELLE francesa, en donde proponía lo que podríamos decir "matrimonio para todos y todas".

Pero Lagerfeld no es el único de la semana internacional de la moda de París de alta costura al que le ha dado por politizar sus creaciones este verano. Conchita Salchichita tuvo su oportunidad de dar la nota en el desfile de Jean Paul Gaultier como musa del francés.

Y es que estamos en una sociedad en la que todo vale. No porque se casen dos mujeres o dos hombres, o gane un concurso un cantante de dudoso sexo solo por llevar barba; sino porque algunos se definen como "libertinos" solo con fines estratégicos para hacer caja. Pero hay un punto interesante en el que incidir: el público gay y la figura de la lesbiana millonaria que lleva de compras a su "trofeo" tiene cada vez un rol más relevante entre las élites sociales y de un alto poder adquisitivo. Como en la película de Pretty Woman, la lesbiana millonaria obtiene una importante satisfacción al comprarle artículos de lujo a su amante. Una escena ya muy clásica, pero con la pequeña diferencia de que no es "viejo millonario + joven mantenida" sino "mujer millonaria + mujer".

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