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Katy Mikhailova

Es joven, guapo, pero ¿aprendiz de Zapatero?

Es tan valiente y atrevido que piensa que él mismo podría sustituir a las Fuerzas Armadas.

Es tan valiente y atrevido que piensa que él mismo podría sustituir a las Fuerzas Armadas.
Pedro Sánchez | Cordon Press

Porta vaqueros y zapatillas de deporte. Camisa a cuadros a lo Jack ‘el leñador’. Cuando va de traje, sus calcetines estratégicos, que asoman cuando el militante se sienta, son azules. Es tan guapo, tan moderno, tan "progre" que el traje no le sienta bien y la corbata –cuyo nudo es aburrido hasta decir basta- no le favorece. Es tan valiente y atrevido que piensa que él mismo podría sustituir a las Fuerzas Armadas. Y el peinado, a caballo entre John Kennedy y George Clooney, goza de un corte demasiado clásico para lo moderno que es él. Así es él, el Míster del PSOE, Pedro Sánchez, al que ya conocéis de sobra. Su sonrisa de conquistador deslumbra a cualquiera que le mire con su dentadura resplandeciente. Conduce, por el momento, un Peugeot, hasta que el partido le asigne un coche con chófer. Madrileño de nacimiento, atlético de sentimiento. ¿Será colchonero de corazón o se ha sumado a la moda del Atleti? Mide metro noventa y tiene 42 años. Así es él, ‘el guapo’. Tan odiado como adorado, que persigue el voto de la indecisa que se emociona con cada mitin del secretario general del PSOE. Y es que la belleza masculina no es otra cosa que el atractivo, la seguridad, una retórica exquisita, un tono de voz grave y un porte espectacular, a pesar de que no tenga el mejor sastre para los trajes –recordemos aquella americana que llevaba durante el encuentro con la Generalitat, cuyos hombros resultaban demasiado pequeños para la prenda que portaba–.

Cuando Obama había ganado las primeras elecciones, recuerdo aquellas declaraciones de Berlusconi en las que el italiano decía: "es guapo, joven y además está bronceado". El ex-presidente de Italia no estuvo muy desacertado al centrarse única y exclusivamente en el aspecto físico del que es de momento el presidente de los EE. UU., entre nosotros "El Zapatero norteamericano". Pero no hay que irse tan lejos. En España tuvimos también a un socialista que iba de Don Juan con esos ojos verdes endemoniados. Podemos recordar las picudas cejas de <ZP> que no fueron más que un símbolo que explotaron tanto que consiguieron ganar y cambiar el rumbo de la historia de España.

Sin embargo, en ciertas ocasiones, la belleza puede convertirse en el peor enemigo de un político. En 2007 en la campaña por la presidencia de Francia, algunos candidatos no tardaron en intentar desprestigiar a Ségolène Royal solo por su físico, afirmando aquello de "las presidenciales no son un concurso de belleza y no debemos reducir las elecciones a una pugna por ver quién lleva el mejor estilo". También podemos recordar el famoso cartel, en el que Trinidad Jiménez posaba con una chupa de cuero, que tuvieron que retirar los socialistas por considerar que "Trinidad salía demasiado guapa". Desde luego, las mujeres salen perdiendo en la política.

Lo que está claro es que la belleza y la armonía atrae inconscientemente a las personas, aun cuando el discurso es de tal incongruencia que resulta bochornoso. De hecho, un estudio realizado a una muestra de recién nacidos demostraba empíricamente que estos, con apenas unas contadas horas de vida, se sentían atraídos por aquellos rostros que su entorno primario consideraba "bello".

Al margen de que te ayude o te perjudique, lo que es peligroso es que por una cara bonita, por una voz sensual y masculina, y por unos ojos impactantes llegue al poder. Una estética no garantiza ni una ética, por un lado, ni una inteligencia por otra. Aunque Punset no se canse de repetir, divulgando las teorías científicas, que la armonía del físico coincide con una mayor inteligencia racional. Vamos, que el ‘empollón’ de toda la vida con gafas y encorvado no es más que un mito social, y que los guapos, según tales estudios, son más inteligentes.

Así, conociendo Pedro Sánchez el secreto, lo está explotando. Y no lo hace mal, si somos objetivos. Pero que no nos dejemos engañar por una sonrisa seductora o por una falsa cercanía con el votante. Es joven, guapo, pero, haber estudiado economía no garantiza que la aplique con criterio.Y menos aun que sea liberal, que no libertino. ¿Seré la versión mejorada de Zapatero?

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