Hace algunas décadas, Klaus Kinski nos dejó un importante legado cinematográfico de interpretaciones al límite de la locura. Después, su hija Nastassja Kinski se convirtió en uno de los símbolos oficiales de los ochenta gracias a películas como El beso de la Pantera. Ahora, la saga continúa con Sonja Kinski, que inicia su carrera como actriz en Diamond in Vynil, Beautiful Now o Dark Hearts, y que ya demuestra desde el principio que es la perfecta heredera de la belleza de su madre.
Las historias sobre su abuelo, tal y como se comentó en Es Sexo, interesan bien poco a Sonja, nacida en Ginebra en 1986. Se nota que ambas, madre e hija, han hecho todo lo posible por alejarse de las polémicas que persiguieron al actor durante su vida. Por no hablar de los intentos de abuso sexual a su hija, que la propia Nastassja reconoció.
La hija mayor de Klaus, Pola Kinski, escribió un libro llamado Palabra de niño donde también denuncia esos abusos. Pola es hija de su primer matrimonio con Gislinde Kühbeck, de sus parejas posteriores nacieron la actriz Nastassja y Nicolai.
Tras darse a conocer como símbolo sexual, Nastassja consiguió calar en el cine de los ochenta y noventa, gracias a películas de acción como Velocidad Terminal pero también otras aclamadas por la crítica, como Tess de Roman Polanski, y sus intervenciones en películas de Wim Wenders (Tan lejos, tan cerca), Michael Winterbottom (El perdón) o Mike Figgis (Después de una noche). Ahora se dedica fundamentalmente a la televisión, mientras su hija Sonja planea tomar su relevo. ¿Lo conseguirá?