Todos estos días ha estado presente en la prensa el tema de las polémicas por la delgadez de las modelos por diversos acontecimientos. En parte, la nueva legislación francesa ha tenido mucho que ver, aunque las marcas que se niegan a que las mujeres sean reales también han generado críticas que encendieron la red y que han convertido a la temática en actualidad. Hoy volvemos a traerlo a nuestra portada porque cada vez que parece que damos un paso hacia adelante, y conseguimos una victoria para que se deje de estigmatizar la imagen de la mujer, así como de usarla como una manera de publicitar casi cualquier cosa; aparece algo que nos indica todo lo contrario. En este caso, es una mujer, una mujer famosa la que ha modificado la balanza contra la belleza real. Hablamos de Mariah Carey y su nuevo disco.
Para las que todavía no os hayáis enterado del nuevo disco que ha lanzado Mariah Carey, os recomiendo que simplemente os fijéis en su portada. Es en ella en la que se concentra toda la crítica y se vuelve a colocar en primer plano la necesidad de exagerar las imágenes reales con Photoshop. No se trata de editar las fotos para que se vean más profesionales, con determinados efectos o mejor iluminadas. Se trata de una cuestión que tiene que ver con el uso de este editor de fotografías para pasar por un quirófano virtual que no se aclara a la audiencia. Es decir, el que compra el disco, lo hace pensando que esa es Mariah Carey de verdad. Y nada que ver con el asunto.
Aunque Mariah Carey no se ha pronunciado al respecto, en las redes sociales ya han aparecido un montón de imágenes que comparan la portada de su nuevo disco con fotografías recientes de la cantante. En realidad, sabemos que es ella porque los rasgos de la cara se mantienen, y porque la vemos protagonizando la portada de su propio album. Pero hasta aquí la similitud entre la realidad y la ficción. Todo lo demás ha pasado por el laboratorio virtual. Desde el ancho de sus piernas, pasando por su estatura, la redondez de su cara, o la forma de su vientre. Mariah Carey parece otra persona con muchos kilos de menos que se ha quitado con Photoshop, como si en la vida real no estuviese nada contenta de sus curvas.
¿Sí o no al modelo curvie?
El modelo curvie, de mujeres que presumen de sus curvas y de un cuerpo que no está dentro de los esquemas de la talla 36 se multiplican. Las marcas que hacen guiños directos a ese público también. Pero la oposición a que las que hasta ahora eran consideradas tallas grandes se conviertan en algo habitual, en algo que colme portadas, que asalte pasarelas y que pose en los maniquíes de los escaparates, sigue estando muy latente. Acciones como la de Mariah Carey de renunciar a ser ella misma, y modificarse visualmente para parecerse más a esos cuerpos de modelos muy delgadas y sin apenas curvas es un ejemplo de cómo se fomenta que el modelo curvie se quede, por decirlo de algún modo, encerrado en el armario.
Es cierto que Mariah Carey cuando se sube a un escenario no lo ha hecho nunca con complejos, y ha lucido modelos realmente provocativos que ponen de manifiesto su constitución curvie. Sin embargo, es como si esa parte de ella solo la pudiesen contemplar los fans en riguroso directo, y por el contrario, la imagen que quiere esté en todas las tiendas y anuncios es una bien diferente. Particularmente, me parece un atentado a sí misma. Todos los cambios que se ha hecho en la portada del disco con Photoshop hacen que deje de ser ella. Y eso no es nada positivo, independientemente de cómo sean esos cambios. Más aún cuando en este caso, esos cambios sirven para reducir esa esencia curvie que tanto ha caracterizado a Mariah y la devuelven impresa como si se tratase de una modelo de pasarela más en la que los kilos máximos establecidos marcan normas imposibles para todas las mujeres.
Quizás aquella propuesta de advertir si una imagen había sido o no retocada con Photoshop no era al fin y al cabo tan mala idea. La concienciación actual y los muchos problemas que vemos relacionados con los desórdenes alimentarios no parecen ser suficientes para hacer que las cosas cambien por sí mismas.