Las relaciones tienen momentos felices y momentos tristes. Y aunque el mundo actual no nos permite demasiados excesos, llorar es bueno e incluso necesario. En Es Sexo, con Ayanta Barilli y Fran Arráez, se abordaron aquellas situaciones en las que se hace necesario sacar el dolor que llevamos dentro. ¡Acabemos con la dictadura de la felicidad!
Canciones que desgarran el corazón, oyentes que confiesan qué situación, libro, película o incluso ópera les ha hecho llorar más.... ya sea de felicidad o de pena. Y es que las lágrimas pueden generarse por varias situaciones. Pueden deberse no a reacciones emocionales, sino simplemente causadas por el efecto de cortar una cebolla.
¿De qué se componen las lágrimas? Precisamente, las diferentes emociones generan una clase de lágrima distinta. Lo que siempre coincide es su composición, de agua, minerales, proteínas y aceites. Tal y como establecieron los estudios de la fotógrafo Rose-Lynn Fisher, intrigada por la "topografía" de estas lágrimas, existen varias clases de ellas. Tras recogerlas y secarlas, llegó a la siguiente clasificación:
-Generadas por emociones extremas (alegría, tristeza, la euforia, rechazo).
-Basales -generadas para mantener la córnea lubricada (de 0,75 a 1,1 gramos cada día)
-Reflejas -causada por cebollas o gas- y en respuesta a un agente externo.
Microbiología en estado puro. Y es que, pese a que la composición de las lágrimas es casi siempre similar, sí que tienen diferentes tamaños y, sobre todo, albergan cambios químicos menores que dependen del motivo por la que se desarrollaron.
Tal y como contó a la revista Smithsonian, la composición y tamaño de la lágrima varía dependiendo del área del cerebro que se activa a cada estímulo. Concluyendo: no llorar es malo, reprimir emociones es perjudicial para la salud. Nacemos llorando y morimos -quizá- haciéndolo. ¡Ejercitémoslo!