Algo desentona. En el rostro, una larga y cuidada barba de mes y medio por lo menos; y, en el cuerpo, ni pelo. ¡Ni un solo pelo, oiga! Eso sí, el 45% del cuerpo, un cuerpo musculado y, como dicen ahora, "de infarto", está customizado por innumerables y los más variopintos tatuajes. Esto fue al menos lo que vi en un desfile de lencería masculina el pasado fin de semana en Oviedo. Es la tendencia. Es lo que se pide. No es nuevo, ni mucho menos, pero haberlo visto en primera fila y tan de cerca me invitó a reflexionar este fenómeno.
Sorprende que uno se deje esas barbas y que, de pronto, su cuerpo brille como la bola de cristal recién fregada con Don Limpio. Lo de leñasexuales no es nada nuevo, pues un genio del marketing similar al que ideó el término <fofisano> lo puso ya por escrito hace al menos unos dos años. Curiosamente hace unos meses escribía con ironía sobre esos gérmenes que, según un estudio cuyo nombre ya no recuerdo, decía que esas barbas tan abundantes podrían contener más microbios que la taza de un WC. Lean si no O ‘fofi’ o ‘sanos’, pero las dos cosas no.
Me siguen interesando los aspectos psicosociológicos del fenómeno. Porque lo más curioso de esta moda es que se da una estética retrosexual de cuello para arriba, y metrosexual de cuello para abajo.
Dicen que los leñasexuales vienen del bosque. Otros que los que se dejan esas barbas se ven influidos por la atractiva estética del Oriente Medio. Les llaman leñasexuales, retrosexuales, übersexuales… tantos nombres que ya uno no sabe ni lo que es. Si macho o hembra, o las dos cosas, o ninguna. Pero ¡cuidado! Que lo que parece una barba, fruto del pasotismo y la pereza, no es más que un look cuidadosamente descuidado. Ellos las recortan, las afeitan por algunos rincones, las peinan… e incluso las tiñen. Creo que hasta existen champús y cremas diversas para este tipo de vello facial. Se supone que un übersexual es alguien que se cuida pero sin caer en los excesos del metrosexual. ¡Mentira! Se cuida tanto o más, sólo que la imagen que transmite es de ir de bohemio por la vida. Ya el hecho de aplicar una etiqueta terminada en <sexual> dice mucho de esta tendencia. Es más: creo que es más fácil afeitarse y aplicarse una crema "aftershave" que mantener una "barba" de 6 semanas "perfecta". Y es que, luego, resulta que el spornosexual es aquel metrosexual que además suele presentar tatuajes y piercings en el cuerpo. ¿Por qué tanto <sexual>? ¿Es, acaso, un intento de sustituir de alguna manera metafórica la falta de sexo en sus vidas? Al final, muchos teminarán siendo metrosexuales, leñasexuales, überseuxales, retrosexuales y todo sexual y tanto sexual que no sabrán ni su sexo. ¡Al tiempo! Al final, todosexual es el término "unisex" que podríamos aplicarle a todas esas personas, hombres y mujeres biceps y berzas, obsesionad@s u obsesionadxs con el aspecto físico y con encontrarle a éste un sentido coherente que encaje con un subgrupo emergente y de moda. Vamos: un ser que vive por y de las apariencias. No hablo de aquel que por gusto propio termina dejándose una barba o, por contra, acaba por afeitársela, la barba digo; que por capricho personal se haga un tatuaje, o que por comodidad se depile. Menciono a todos esos tontos y tontas cuya única preocupación es su aspecto físico y cómo éste domina y condiciona su rol respecto del entorno en el que se encuentra; cómo la apariencia externa le da credibilidad, poder y sentido a la vida, a su vida. En realidad es que sencillamente sin las apariencias y la percepción que tienen de ellos y que transmiten en Instagram no son, no existen, se evaporan. Y me pregunto qué queda dentro de ese cuerpo y de esa cabeza, si aún ahí, en medio de tanto físico, tanta barba, tanta depilación, tanto tatuaje y piercing y demás artilugios imaginables hay un poco de alma y de verdad.