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Rosa Belmonte

¿Bota tu pecho dentro de la copa?

El nivel de exhibicionismo con el ejercicio es muy memo. Estamos en un momento en el que la profesionalización del ejercicio amateur roza la ridiculez.

El nivel de exhibicionismo con el ejercicio es muy memo. Estamos en un momento en el que la profesionalización del ejercicio amateur roza la ridiculez.
Mel B haciendo jogging con rulos | Cordon Press

En el probador de Nike en la calle Serrano de Madrid hay un cartel con instrucciones para saber cuál es tu talla de sujetador. De top deportivo. En cuatro fotos te explican lo que tienes que hacer. Primero, sentadilla con salto. "Si tu pecho bota significativamente dentro de las copas cuando saltas o aterrizas, la talla es demasiado grande. En cambio, si tu pecho queda comprimido en la parte superior de la copa, la talla es demasiado pequeña". Vamos con el segundo ejercicio. Inclinarse hacia delante. "Sabrás que la talla de copa es demasiado grande si ves el sujetador separarse del pecho cuando te echas hacia delante. Si tu pecho queda comprimido en la parte superior de las copas la talla de la copa es demasiado pequeña". ¿De verdad hay que explicar esto? Y mírala cara a cara que es la tercera. Zancada lateral con rotación. Yo creo que en los probadores se necesita un monitor de sujetadores. "Pon a prueba la talla de contorno con una simple rotación. Si el contorno se mueve contigo al girarte, es demasiado grande. Si tu pecho o espalda sobresalen cerca de los antebrazos el contorno es demasiado pequeño". Y el cuarto consejo. Levanta los brazos. "Mientras elevas los brazos, el contorno debería quedarse en su sitio. Si el contorno sube cuando levantas los brazos, es demasiado grande. Si tu pecho o espalda sobresalen cerca de los antebrazos el contorno es demasiado pequeño". Y cuando sale una del probador tienes más ganas de pasar por la ducha que por la caja.

Hacer todos esos movimientos en un habitáculo tan pequeño me recuerda a cuando inauguraron la T4 (¿alguien dice Adolfo Suárez?) y las cisternas de los retretes eran automáticas, inteligentes. Pero salieron tontas. No soy partidaria del libre albedrío de las cisternas. Lo soy de descargar el agua cuando quiero, no cuando los enanitos ingenieros de dentro me lo digan. La cosa era así. Pipí hecho. Pantalón subido. Y nada. El agua no salía. Y empezaba una a hacer movimientos espasmódicos, haciendo zas y apareciendo a tu lado, como Cristina Rosenvinge, bailando, hablando bajito a la taza. Ni caso. Y temiendo que hubiera cámaras ocultas y aquello fuera un experimento social. Con el tiempo, y con razón, pusieron pulsadores a las cisternas.

Hacer el tonto en el probador de Nike es parecido. Lo peor es que en los gimnasios la gente hace el tonto en público y le parece natural. No me refiero a disciplinas tonti-nuevas (ya viejas) como esa que aúna el boxeo, la bicicleta y el ballet. Hasta que llegue otra cosa. Ahora en los gimnasios todas son campeonas olímpicas y parecen vestidas por estilistas. La profesionalización del ejercicio amateur roza la ridiculez. Me refiero a las que entrenan solas en la sala (y hablo de un gimnasio femenino pijo). Se suben a cajones altísimos (dándoles igual su propia altura), hacen dominadas que les ponen los brazos como los muslos de Maradona y se apuntan a contorsionismos circenses. Plancha lateral con fitball entre las piernas y levantamiento de mancuerna con la mano de arriba. Y así todo el rato. Nada es normal. No levantan pesas si no hay coreografía. Hacen ejercicios entre el cross fit y la tontería (ya, son sinónimos) que tendrían sentido si fueran a defendernos de un ataque del Estado Islámico. ¡Y el daño que ha hecho el cross fit! Ahora en la sala de mi gimnasio han puesto una pizarra con el WOD (workout of the day). Dan ganas de dar la PDD, la paliza del día.

El nivel de exhibicionismo con el ejercicio es muy memo. Luego en el vestuario ves a una a una de esas lavándose los dientes en tanga y con gafas de sol. Y te das cuenta de que la memez es transversal en su vida. Las tonterías del probador por lo menos se hacen en privado.

En Chic

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