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Katy Mikhailova

Hipocresía

Sólo así se pueden calificar las descalificaciones a Amancio Ortega tras difundirse la fiesta en la que participaron sus empleados.

Hipocresía, envidia, mediocridad, rabia... son algunas cualidades de ciertos estratos de esta sociedad. Cuando de pronto vivimos la emotiva celebración del 80 cumpleaños de Amancio Ortega, un hombre querido por sus trabajadores, nos seguimos encontrando con insultos y demás dedicatorias hacia un hombre que emplea a miles y miles de personas.

La gran pregunta que se deben plantear todos esos humanoides es si ellos le harían la misma "fiesta" a su jefe, o si ellos, los que critican, si tienen algún cargo, serían recibidos de la misma manera que Amancio.

He titulado esta columna con la palabra <hipocresía> porque es lo que mejor describe el homenaje a la mediocridad que generan día sí y día también. Y me explico por qué.

Verán, esos que critican que Inditex produzca parte de su género a vender en países tercermundistas, son los mismos que luego critican que un cinturón de Prada cueste 300 euros, claro.

"Cuando es barato porque es muy barato, lo consumo, y lo critico; cuando es muy caro, no lo consumo, pero también lo critico". Este es el razonamiento de toda esa panda de aburridos que se dedican a echar pestes contra un hombre que, paradójicamente, les viste.

Entré en varias ocasiones a leer los tuits, y después de media hora analizando superfluamente cada comentario llegué a la conclusión de que 8 de cada 10 tuiteros que critica a Amancio tiene algo del Grupo Inditex puesto.

Seguramente tuitean desde un modernísimo móvil de última generación, y ya me dirán ustedes dónde se produce tal móvil. Pero, claro, Amancio Ortega molesta más: porque es español y porque es el tercer hombre más rico del mundo. En vez de aplaudir y sentir orgullo nacional, aquí se le lincha.

Eso sí, luego salimos a hacer running y footing sobre unas modernísimas Nike, a lo Chávez o Castro, y nos sacamos un selfie con un dispositivo modernísimo de la muerte que vaya usted a saber dónde y quiénes lo ha producido. Esta es la realidad. No encuentro otra palabra que lo describa mejor: hipocresía. Sálvese quien pueda.

En Chic

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