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Katy Mikhailova

Boicot a Melania

El último en sumarse estos días al bochornoso “boicot estético” a la Casa Blanca es el polémico Tom Ford.

El último en sumarse estos días al bochornoso “boicot estético” a la Casa Blanca es el polémico Tom Ford.
Melania y Donald | Gtres

Cuesta entender la escasa profesionalidad de algunos diseñadores –más empresarios que diseñadores, la verdad– al negarse a vestir a la atractiva Melania Trump.

El mundo de la moda norteamericana por primera vez en mucho tiempo se divide de manera tan definida y estúpida. Y, en lugar de pensar en facturar y hacer caja –que de esto se supone que va el juego de ser empresario de moda–, se limitan a cuestiones de la moral y la ética de la estética. ¡Manda tacones!

Y es que la modista preferida de la Michelle aseguraba a la prensa que su ropa no era compatible con el mensaje "racista y sexista" de Trump. Afirmaciones que llegan, como es lógico, años después de que la Señora Obama la lanzara al estrellato, pasando Tallet de ser una costurera totalmente desconocida a diseñadora de éxito cuyas creaciones quedan muy lejos de ser económicas. Quisiera analizar la postura de la diseñadora antes de que la fichara Michelle y mirar a ver qué habría dicho entonces, en 2007 si su preocupación real fuera llegar a fin de mes. Es muy fácil rechazar con la barriga llena.

Pero, por si fuera poco, el último en sumarse estos días al bochornoso "boicot estético" a la Casa Blanca es el polémico Tom Ford. Recordemos que se trata del ex director creativo de Gucci: el diseñador –en mayúsculas, como dicen– consiguió relanzar la firma italiana a comienzos de los 2000 cuando la empresa, llena de caspa y polémicas, se estaba muriendo poco a poco. Pues bien. También se niega a vestir a Melania. Pero no por cuestiones ideológicas –tal como declaraba en un programa de televisión The View–, sino porque asegura que "no es su tipo". ¿Y cómo es el tipo de mujer que le gusta, Señor Ford? ¿Esas que son hiper-delgadas, rozando la anorexia, que desfilan en la Pasarela Internacional de Nueva York?

Y es que, antes aún de conocer los resultados de estas últimas elecciones, la gran parte de la industria textil norteamericana se declaraba abiertamente demócrata. Así fue el caso de diseñadores como Marc Jacobs -ex director creativo de Louis Vuitton-, Donna Karan, Calvin Klein, Michael Kors, entre otros tantos.

Lo bonito de ser millonario es que no hay que pedir favores ni préstamos. Todo aquello que Melania quiera, lo tendrá. De hecho, el famoso mono en color blanco con el que celebraba la victoria es de Ralph Lauren –como saben, el diseñador de cabecera de Hillary Clinton–; nadie se lo había prestado a la ex modelo.

Craso error el de las marcas que renuncian vestirla. No es ninguna sorpresa que Melania impone las tendencias; y, cayendo bien o mal, la gente, las mujeres, siguen su estilo. Lo que se pone se agota al poco tiempo: recuerden aquel vestido blanco de la firma serbia Roksanda Ilincic, por un valor de 2.200 dólares, que lució durante una convención republicana.

Goza de una increíble figura y posee una admirable femineidad. La moda política no acaba después del hundimiento de una Hillary desgastada y poco interesante. Es más: la moda política norteamericana tan sólo acaba de empezar, contando con una protagonista guapa, rica y que juega bien al fútbol. Perdón: y que habla bien, lo suficientemente bien para que se la entienda. Tampoco hay que pedirle peras al olmo, aunque de lo primero no es que escasee demasiado.

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