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Foucault: "Está usted invitado a ver cómo gira la Tierra"

En el siglo XIX la élite científica sabía que la Tierra giraba sobre su propio eje pero no había podido demostrarlo. Entonces llegó Foucault.

En el siglo XIX la élite científica sabía que la Tierra giraba sobre su propio eje pero no había podido demostrarlo. Entonces llegó Foucault.
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Todos sabemos que la Tierra gira sobre su eje, como una peonza, dando una vuelta completa al día. Lo sabemos porque nos lo han enseñado; pero, ¿y si lo tuviéramos que demostrar? Podríamos decir que vemos el Sol y la Luna moverse en el cielo, cuando en realidad somos nosotros los que giramos. Pero si nos impidieran ver el cielo dentro de una habitación sin ventanas, ¿cómo lo probaríamos?

Jean Bernard Léon Foucault (1819-1856)

La física en el siglo XIX era pura efervescencia. Se habían sentado las bases del movimiento de los objetos, se estaba debatiendo acerca de la luz; la electricidad era un fenómeno que se intentaba relacionar con el magnetismo… Mientras tanto, en París, un joven francés intenta encauzar su vida tras varios fracasos como estudiante; accede a la Universidad de Medicina; su timidez se manifiesta: no soporta la crueldad de las prácticas de la vivisección. Nunca más recibirá formación académica.

Grabado original de 1870. Foucault demostrando su teoría

En 1851 está trabajando en su laboratorio con un torno y una varilla. Sin querer, golpea la varilla y observa cómo oscila. Este hecho fortuito que habría pasado desapercibido para el resto de los mortales, le sobrecoge. Pocos días después cuelga un péndulo de lo alto de su laboratorio; a dos metros de la cuerda sujeta una pesa de latón. Quizás el frío de aquel sótano hace que la cuerda no resista. Lo intenta de nuevo asegurándose esta vez de que la cuerda aguante. Sin títulos académicos que acrediten su capacidad, acaba de pasar a la historia.

El péndulo más famoso

La invitación al evento decía: "Está usted invitado a ver cómo gira la Tierra." Napoleón en persona asistió a la presentación pública. La atracción era una enorme esfera de 28 kilogramos de peso, colgada a 67 metros de altura gracias a un cable asido a lo alto de la cúpula del Panteón de París.

Péndulo de Foucault en el Panteón de París

En el extremo de la esfera un estilete dibujaría la trayectoria del péndulo en un suelo cubierto por arena. Para añadir espectacularidad a la escena, la bola había sido empujada a un extremo de la sala y sujetada por una cuerda que se iba quemando poco a poco con una vela. Finalmente el calor y el peso de la bola partió la cuerda y la esfera se balanceó repetidas veces dejando marcada la trayectoria en la arena. Para el asombro de todos, en pocas pasadas las marcas delataron que el péndulo giraba unos milímetros en sus idas y venidas. La bola no oscilaba en el mismo plano sino que iba girando poco a poco. Foucault había predicho exactamente cuánto giraría y en cuánto tiempo.

No gira el péndulo, gira la Tierra

Cuando los asistentes al evento vieron el péndulo rotando un poco en cada trayectoria completa no cayeron en que, en realidad, los que se movían eran ellos. Si alguien, viajando por el espacio, fuera del giro de rotación de la Tierra hubiera podido observar la escena, habría comprobado que el péndulo seguía moviéndose en el mismo plano y que era la Tierra la que se movía junto con los asombrados asistentes.

Péndulo de Foucault en París

De los estudios realizados en torno a este fenómeno, Foucault desarrolló lo que él mismo denominó el "giroscopio". Se trataba de un disco pesado a modo de peonza que giraba sobre un eje soportado por dos estructuras circulares que le permitían rotar en cualquier dirección. Este simple dispositivo, una vez accionado, se mantenía siempre "de pie" independientemente de cual fuera su posición.

Giroscopio

Cientos de años después, los aviones, los misiles, las naves espaciales y los satélites utilizaron esta tecnología para saber si se encontraban nivelados respecto a la Tierra. Pero su uso no había hecho más que empezar. El mítico inventor Dean Kamen basó la invención del Segway en un giroscopio. Era el elemento fundamental que informaba al patín de si debía avanzar o frenar o de cómo mantenerse en equilibrio. También el mando de la consola Wii se surte de esta tecnología para distinguir sus movimientos en el aire. Y, cómo no, el iPhone. Steve Jobs se empeñó en que el teléfono supiera si estaba de pie o tumbado para mostrar una vista diferente de la información en pantalla. A partir de entonces todos los teléfonos empezaron a montarlo. En la actualidad casi cualquier dispositivo dispone de su propio giroscopio.

Jean Bernard Léon Foucault murió con 48 años aquejado de una parálisis, posiblemente relacionada con la esclerosis. Su vida estuvo llena de esfuerzo y trabajo. No hubo espacio para los alardes intelectuales ni para las alharacas. Hay quien no le reconoce como un científico y hablan de él, despectivamente, como un artesano. Es una típica distinción propia de nuestro siglo que más tiene que ver con la equivocada y endogámica élite universitaria que con una visión más humilde del conocimiento y la genialidad humana. En palabras de Edison:

"El genio es un 1% de inspiración y un 99% de transpiración".

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