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Por qué medimos el tiempo en 12 y el resto de cosas en 10

Muchas civilizaciones, antes de contactar entre ellas, contaban el mundo de 12 en 12. Las decenas suponen un deterioro en nuestro conocimiento.

Muchas civilizaciones, antes de contactar entre ellas, contaban el mundo de 12 en 12. Las decenas suponen un deterioro en nuestro conocimiento.
Docena de huevos | Cordon Press / Libertad Digital

El tiempo es uno de los conceptos más complicados de la física. Da sentido a la existencia y pone medida y valor a la vida. Desde el principio de la humanidad el tiempo era sinónimo de cambio, transformación. A nuestro alrededor el Sol se movía invariablemente por el cielo de una forma periódica. Pero por la noche, la Luna parecía cambiar. Crecía y menguaba con una frecuencia que resultaba ser constante: unos 30 días.

Gracias a la paciencia, a la curiosidad y a la necesidad, se empezaron a contar las veces que la Luna realizaba ese ciclo en relación a los cambios de la naturaleza. Había una correspondencia entre los comportamientos periódicos de las plantas, el clima y la repetición de las fases lunares. Finalmente se estableció que cada 12 ciclos lunares la naturaleza volvía a repetir sus etapas. A este periodo se le denominó año. Desde entonces el año empezó a tener 12 meses, los meses 30 días, los días 12 horas de sol y 12 horas de noche, las horas 60 minutos (12 / 2 x 10) y los minutos 60 segundos.

Presumiblemente, este fue el motivo por el que la mayoría de las civilizaciones, antes de contactar entre ellas, contaran el mundo de 12 en 12. Por ejemplo: un pie son 12 pulgadas, una libra troy equivale a 12 onzas, una docena tiene 12 artículos, una gruesa tiene 12 docenas, etc.

Las bondades de contar 12 frente a contar 10

Pero, aunque el tiempo parecía transcurrir en múltiplos de 12 existía un hecho ineludible que terminó por destronar al sistema duodecimal: los dedos de la mano. Efectivamente. Cuando la humanidad comenzó a contar las cosas en el día a día, lo que más se tenía a mano (disculpen por la broma fácil) eran los dedos. Este simple hecho hizo que las cuentas que la gente echaba de una forma natural empezaran a producirse de 10 en 10.

Aunque no lo creamos, este hecho ha supuesto un deterioro en nuestro conocimiento puesto que el sistema duodecimal es mucho más eficiente. Para empezar el 12 se puede dividir por la mitad (nos da 6) y otra vez por la mitad (nos da 3). Esto permite tener mitades y cuartos sin necesidad de añadir decimales. Pero también lo podemos dividir por 3 (nos da 4) y por 6 (nos da 2) lo que permite hacer tercios y sextos. Sin embargo nuestro complicado sistema decimal sólo permite hacer mitades y quintas. De esta forma si queremos dividir nuestra unidad fundamental (la decena) en partes resulta necesario empezar a utilizar decimales. Un atraso.

El tiempo y la esfera como símbolo de ciclo

Los antiguos babilonios y los egipcios marcaron las bases de la trigonometría y establecieron la medida de los ángulos en grados, minutos y segundos con un nexo común en la utilización de la base de medida: el 12. Hubo varios cambios a lo largo de la historia sin desviarse nunca de la idea de sistema duodecimal. Si nos fijamos, los 360º de la circunferencia no son otra cosa que 12 x 3 ( x 10). De nuevo es más eficiente dividir los ángulos en múltiplos de 12 porque nos permite hacer divisiones exactas.

Cuando el desarrollo mecánico permitió fabricar relojes el círculo parecía ser la mejor forma de representar la repetición del tiempo. Permitía generar un patrón de movimiento constante que se repetía infinitamente. Se había culminado el proceso lógico. El tiempo, la docena y el círculo adquirían una relación casi mágica.

Existen muchas formas de contar. Las máquinas sólo cuentan de dos en dos, o de dieciséis en dieciséis, los humanos nos hemos acostumbrado a contar de 10 en 10 o de 12 en 12. Los números: el lenguaje del universo. Mediante él desentrañamos sus secretos y anticipamos sus movimientos. Si uno de tus hijos te pregunta alguna vez para qué sirven las matemáticas, aquí tienes algunos argumentos.

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