La repatriación del hermano Miguel Pajares a España ha generado un fuerte debate, debido al ébola, enfermedad que contrajo mientras trabajaba en Monrovia atendiendo a los enfermos contagiados por el último y más mortífero brote de esta enfermedad.
El número de muertos en esta crisis desatada en África occidental ronda ya el millar de fallecidos. Constituye el peor brote de ébola de la historia de esta enfermedad que se remonta a 1976 cuando el primer brote (la misma cepa que causa estragos en África occidental estos días) dejaba 280 muertos en la República Democrática del Congo al alcanzar el 88% de mortalidad.
Si atendemos a las cifras que ofrece la Organización Mundial de la Salud, a lo largo de la historia -desde el descubrimiento del virus en 1976-, el ébola ha matado a 2.522 personas (contando con las cerca de 1.000 víctimas mortales registradas hasta el momento.)
La cepa 'Zaire' es la que presenta una mayor mortalidad y periódicamente ha registrado tasas de letalidad de entre el 80% y el 100% de los casos. Otras cepas, en cambio, como el Ébola Bundibuhyo, provocan menos muertes. En 2007 Uganda sufrió un brote de esta segunda cepa que afectó a 149 personas de las que murieron 37.
La rapidez con la que se desarrolla la enfermedad y provoca la muerte, en el caso del ébola, es lo que convierte en temible a este virus y lo que provoca el miedo a la pandemia. En respuesta a esta alarma, las autoridades sanitarias de todos los países así como la Organización Mundial de la Salud activan cuantos protocolos son necesarios para atajar y controlar la enfermedad.
En cualquier caso, la forma de transmisión del ébola (casi circunscrita únicamente al contacto físico y a la relación íntimamente estrecha con el paciente infectado) reduce el riesgo de contagio, lo que hace que su impacto, pese a su altísima letalidad, haya sido, por el momento bastante reducido.
Aunque se trata de enfermedades muy diferentes, un dato puede hacer pensar sobre si está justificada en España la alarma que se ha generado y que ha llevado a algunos pongan incluso en cuestión la seguridad de los centros hospitalarios españoles. Si se compara el número de fallecidos por ébola en el mundo desde 1976 hasta nuestros días (2.522 personas) con los fallecidos en todo el mundo a lo largo de esos mismos años de otro virus tan común como la gripe estacional, los números pueden resultar mareantes.
En todo caso, es necesario recordar que la tasa de letalidad de la gripe es infinitamente inferior a la del ébola, que sigue sin cura. Por otro lado, la capacidad de contagio y propagación de la gripe es muchísimo mayor a la del virus hemorrágico, ya que la gripe se propaga por el aire, cosa que no sucede con el ébola. Eso ha hecho que hasta la epidemia actual, la enfermedad se haya desarrollado en focos muy concretos.
El número de fallecidos en el mundo por gripe estacional es tan alto que la OMS ofrece únicamente estimaciones anuales de número de contagios y fallecidos. Según éstos, "la tasa de ataque anual de la gripe a nivel mundial es del 5% a 10% en adultos, y del 20% a 30% en niños. La enfermedad es causa de hospitalización y muerte, sobre todo en los grupos de alto riesgo (niños muy pequeños, ancianos y enfermos crónicos). Estas epidemias anuales causan en todo el mundo unos 3 a 5 millones de casos de enfermedad grave y unas 250 000 a 500 000 muertes. Sólo en España, la gripe causa entre 1.000 y 4.000 muertes cada año.
Si hacemos la media anual de la muerte de ébola (unos 66 fallecidos anuales) y lo comparamos con los casos de muertos por gripe (250.000-500.000), por cada fallecido de ébola, cada año mueren entre 3.500 y 7.100 personas de gripe.