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¿Es realmente beneficioso?

Lo que hay detrás de las estatinas, el fármaco más vendido

Si reducir el colesterol no es necesariamente bueno, los medicamentos que lo reducen pueden tener más perjuicios que beneficios.

Si reducir el colesterol no es necesariamente bueno, los medicamentos que lo reducen pueden tener más perjuicios que beneficios.
Zocor y Lipitor, dos de las estatinas más vendidas de la historia. | Cordon

Ni los antidepresivos, ni Viagra. El tipo de fármacos de prescripción más vendidos en las últimas décadas son las estatinas, los medicamentos especializados en reducir el colesterol. El valor actual de las estatinas ronda de hecho los 29.000 millones de dólares. Y cómo no, viene a cubrir las necesidades generadas por la imperante cultura colesterolfóbica.

Tengamos en cuenta que, según las estadísticas, de 1994 a 2006 el número de personas entre 65 y 74 años diagnosticadas con colesterol alto en EEUU cayó del 87% al 54% y a pesar de ello el riesgo cardiovascular en ese grupo de edad permaneció igual. Además, las estatinas reductoras de colesterol han mostrado resultados mixtos sobre si son realmente efectivas o no para personas que no han sufrido un ataque cardíaco (la llamada prevención primaria).

Con sus beneficios a debate para la mayoría de sus consumidores, los efectos secundarios no resultan menores: por cada 10.000 pacientes tomando estatinas, hay 307 casos nuevos de cataratas, 74 de fallo hepático y 23 de fallo renal severo. Otros efectos secundarios más comunes son fatiga muscular, pérdida de memoria y disfunción eréctil. Por ejemplo, un estudio demostró que las ratas que consumen una estatina llamada pravastatina tienen menos habilidades cognitivas. Incluso el doctor Duane Graveline acabó escribiendo sobre la estatina más vendida su libro Lipitor: el ladrón de memoria a raíz de su experiencia perdiendo memoria a las semanas de consumir ese fármaco. En total, las estatinas han sido vinculadas con más de 300 efectos secundarios.

Las estatinas también aumentan por diversas vías el riesgo de diabetes. Por ejemplo, cuando consumes carbohidratos o azúcares parte de éstos van al hígado a ser convertidos en colesterol. Sin embargo, las estatinas evitan ese proceso y hacen que el azúcar se acumule en tu sangre.

Lo cierto es que el colesterol es esencial para la función inmunitaria, la energía, el metabolismo de la grasa, la tolerancia al estrés, la función adrenal o la síntesis de hormonas sexuales y funcionamiento del cerebro. Nos han machacado hasta la extenuación para evitar el colesterol alto que no se han tenido en cuenta los peligros de reducirlo.

Algunos importantes efectos secundarios de las estatinas podrían evitarse reponiendo con suplementación nutricional lo que éstas eliminan del cuerpo: la coenzima Q10. En Canadá, los prospectos de estatinas afortunadamente lo indican. Esta sustancia similar a una vitamina es, quizás paradójicamente, esencial para la salud cardiovascular. La Q10 es necesaria para que el corazón tenga fuerza para bombear y además reduce la hipertensión arterial. La falta de Q10 que acaba produciendo el consumo de estatinas –sin suplementarse con esta sustancia– se traduce en fatiga, debilidad muscular e incluso fallo cardíaco.

En referencia a los estudios favorables a las estatinas en pacientes cardiovasculares, ¿esto es realmente debido a sus efectos reductores de colesterol? No vayamos tan rápido. Muchos defensores de las estatinas mencionan el gran estudio JUPITER con resultados positivos. Sin embargo, tengamos en cuenta que los pacientes en este estudio tenían niveles normales de colesterol malo o LDL pero altos de Proteína C Reactiva. ¿Qué significa esto? Que tenían elevados niveles de inflamación. Y ésta, la inflamación, es la teoría alternativa casi por excelencia al colesterol. Es decir, si las estatinas son efectivas porque reducen la inflamación, podríamos obtener un beneficio comparable sin sus efectos secundarios tomando aceite de pescado y aspirina.

La obsesión que ha llegado a ser más que irracional por reducir el colesterol hasta el infinito y más allá es tal que algunos expertos han llegado a recomendar ¡fortificar el agua de consumo público con estatinas!

En resumidas cuentas, siempre es sensato discutir con nuestro médico los pros y contras de cada tratamiento y en el caso de tomar estatinas para reducir el colesterol seguir lo que indican por ley los prospectos de estatinas en Canadá: suplementar a su vez con la coenzima Q10.

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