Steve Jobs, cofundador de Apple, murió el año pasado sin poder ver terminado el yate, llamado Venus, que había encargado a Philippe Starck. El propio Jobs colaboró con el diseñador francés para que el navío quedara a su gusto. Su construcción costó más de 100 millones de euros. El barco cuenta con entre 70 y 80 metros de eslora, con el exterior de aluminio y muy minimalista, que carece de detalles y características innecesarias. En la cabina de mando se encuentran colocados siete iMac de 27 pulgadas que sirven para dar la información necesaria para controlar el funcionamiento y bienestar del barco.
Pero el yate fue confiscado el 19 de diciembre por la noche en el puerto de Amsterdam. Roelant Klaassen, abogado que representa a Ubik, la compañía de Starck, aseguró entonces a Reuters que su cliente había recibido seis millones de euros de los nueve que debía cobrar por su trabajo en el yate y ahora estaba tratando de recuperar el resto de lo que se le debía. "El proyecto estaba en marcha desde el 2007 y hubo muchas conversaciones detalladas entre Jobs y Starck", afirmó Klaassen. "Confiaban el uno en el otro, así que no hubo un contrato muy detallado".
Una semana después, el yate ya puede navegar, después de que los herederos de Jobs hayan pagado a Starck una suma que no ha sido revelada, según ha informado la agencia France-Presse. "Hemos encontrado una solución", ha asegurado Gerard Moussault, abogado de la familia Jobs.