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Los drones se cuelan también en las bodas

A partir de ahora, los drones pueden ser un elemento más en una boda al igual que los fotógrafos y los cámaras. Ofrecen una perspectiva única.

Toda pareja que celebra por todo lo alto su enlace aspira a sorprender a sus invitados y a tener el mejor recuerdo de ese día tan especial que se va en un suspiro. Al tradicional fotógrafo y equipo de cámaras, que luego entrega un DVD que puede oscilar entre el glamour y la elegancia y el mal gusto y lo vulgar, se suman ahora las compañías que alquilan drones para tener imágenes de la boda desde una perspectiva única.

Las empresas pioneras que han apostado por este servicio están teniendo más demanda de la que pueden satisfacer. Eso sí, la incertidumbre regulatoria para el manejo de estos aparatos mantiene desconcertado al sector que ahora se limita a volar y grabar en recintos privados como son las fincas donde tiene lugar el banquete.

José Robles es uno de los dos socios que conforman la empresa DroneSevilla de la capital andaluza. Robles confirma que "cada vez más parejas se interesan por un servicio cuyo precio oscila entre los 400 y los 800 euros en función de si luego se editan las imágenes o se entrega al cliente el bruto de la grabación. A nivel técnico, un dron manejable ideal para estos eventos va equipado con una cámara de alta definición de 1080 p, equivalente a una Go Pro 3. Cuando está en el aire la cámara se puede mover de arriba abajo con el móvil y también de forma lateral con el mando del aparato", explica Robles.

"Incluso podría emitirse en streaming lo que está grabando el dron con ayuda de un router WiFi. Las posibilidades son enormes, aunque siempre existe la limitación de unas baterías que permiten unos 15 o 20 minutos de vuelo", añade.

En cualquier caso, lo que se presentaba como un negocio boyante, el del alquiler del dron y su piloto, un sector que crece en países de nuestro entorno, ha recibido un revés de la mano de una normativa en la que trabajan las autoridades que se presume muy exigente. El pasado mes de julio, el Ministerio de Fomento aprobaba una regulación temporal del uso privado y comercial de estos aparatos. La reglamentación que se avecina regulará operaciones de toda índole, desde la filmación de películas a la vigilancia de incendios, pero hasta que esté fijado el marco normativo se ha restringido el vuelo sobre áreas pobladas y se limitarán al espacio aéreo no controlado.

El Gobierno ha actuado ante la proliferación de drones en manos inexpertas o con fines poco claros. Imaginemos un dron tomando imágenes de personas en la intimidad de su jardín o vigilando una casa para comprobar si sus moradores se han ido de vacaciones. Sin embargo, las empresas que han invertido se enfrentan ahora a la obtención de títulos de piloto, elaboración de planes de vuelo y mantenimiento más propios de la aviación comercial y a la matriculación de los aparatos. Sólo los que se impliquen a fondo y apuesten por un sector de futuro –aunque eso está por ver- acabarán viviendo del alquiler de drones. Mientras tanto, aunque sea con las limitaciones actuales, cada vez más parejas gozan de ver cómo sus invitados observan atónitos ese "abejorro" robotizado como hace un siglo sus tatarabuelos miraban embelesados el vuelo de los primeros aviones de la Historia.

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