Cualquier que haya disfrutado con un mando entre las manos durante los 80 y 90 conocerá de sobra la profunda rivalidad entre Mario y Sonic el erizo. Lejos de quedar en una confrontación de tinte empresarial (Nintendo VS Sega), la batalla entre estas dos adorables mascotas por reinar en los salones de España dividió los patio de colegio en dos bandos bien diferenciados: los que adoraban al bueno de 
Mario y sus mundos cargados de felicidad y color o los que apostaban por un nuevo rostro en el mundo del videojuego, con actitud más agresiva y movimientos mucho más rápidos. Cuánto ha llovido desde entonces.
Con una Nintendo que ha sabido mantenerse en el mercado, y una Sega que tras ese batacazo llamado Dreamcast se apartó de la producción de hardware, ver a Sonic el erizo correr por los circuitos de una consola de Nintendo es ya una realidad palpable, algo que los más acérrimos defensores del erizo azul han tenido que asumir por mucho que les duela: una derrota agridulce, que al menos permite a Sega mantener a su histórica mascota vivita y coleando.
Teniendo en cuenta todo esto, el espíritu competitivo inherente en el dúo Mario-Sonic parece idóneo para un título ambientado en nada menos que los Juegos Olímpicos de Río 2016. Al fin y al cabo, hoy por hoy ver a los iconos de Nintendo y Sega juntos significa eso: disputa sana, rivalidad entre amigos… deporte, al fin y al cabo. Por ello, parece que con semejante licencia, Sega y Nintendo lo tenían sencillo para hacer el título deportivo multijugador definitivo: personajes carismáticos, infinidad de pruebas, las interesantes características de control de Nintendo 3DS… ante tal cantidad de elementos, es imposible decir que Mario y Sonic en los JJ.OO Río 2016 esté a la altura de lo esperado.
Como cualquiera que haya disfrutado en el pasado de un videojuego "olímpico" esperará, un título de estas características debe contar principalmente con dos elementos: variedad de disciplinas y mecánica arcade. A priori, la obra de Sega cumple con estos dos requisitos, con un total de 14 deportes olímpicos distintos y su variante llevada a los universos de Mario y Sonic, es decir, versiones alocadas de la disciplina en cuestión aderezada con elementos propios de los juegos, como escenarios de la saga Sonic, items de Mario Kart, las míticas conchas de Super Mario, etc. Así, el jugador podrá disfrutar de deportes como el Golf, Boxeo, Volley, Fútbol o Tiro con arco, representados en el título de forma irregular debido en ocasiones a lo simple de su propuesta y en otras a lo deficiente de su control. Si bien disciplinas como el golf o el Tiro con arco son divertidas e incluso adictivas por momentos, no ocurre lo propio con otras como el fútbol, cuya mecánica ha sido simplificada en extremo, convirtiéndolo en un minijuego demasiado sencillo y carente de reto alguno.
Aunque en Sega parecen haberse esforzado en cumplir con todas las disciplinas implementando controles de lo más originales (el micrófono, la pantalla táctil o el sensor de movimiento de 3DS), así como a la hora de dotar al título de una interesante variedad de modos de juego (en la que destaca un más que eficiente y trabajado modo Historia) la sensación final es la de estar enfrentándose a un título terminado con cierta prisa, que ofrece mecánicas de juego con grandes ideas pero carentes de fondo.
Teniendo en cuenta lo rico de los universos Mario y Sonic y lo acertado de las pruebas deportivas elegidas, este Mario y Sonic en los JJ.OO de Río 2016 podría haber sido el cartucho perfecto para guardar en la funda de nuestra 3DS y recurrir a él durante años y años. Un título disfrutable solo durante unas pocas horas, que acaba palideciendo ante la enorme competición deportiva mundial que representa de forma oficial en el mundo del videojuego.