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¿El hielo en el Océano Ártico? Bien, gracias

En contra de lo profetizado por los calentólogos apocalípticos, el hielo en el Ártico sigue bien e incluso creciendo: tras la subida en los últimos mínimos veraniegos, la extensión máxima del hielo en el invierno ha sido la mayor desde hace años y es de más de 15 millones de kilómetros cuadrados.

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En contra de lo profetizado por los calentólogos apocalípticos, el hielo en el Ártico sigue bien e incluso creciendo: tras la subida en los últimos mínimos veraniegos, la extensión máxima del hielo en el invierno ha sido la mayor desde hace años y es de más de 15 millones de kilómetros cuadrados.
Según los datos del Centro Nacional de Datos sobre le Nieve y el Hielo (NSIDC, por sus siglas en inglés) el máximo invernal de la capa de hielo en el océano Ártico se ha producido el pasado 31 de marzo, algo más tarde de lo habitual, y ha sido de 15,25 millones de kilómetros cuadrados de superficie, un área equivalente a 30 veces el tamaño de España.

Esto implica un "ligero" aumento de algo más de 100.000 kilómetros cuadrados respecto al máximo invernal del 2009, y algo más que el de 2008. Pero sobre todo implica que ha crecido en medio millón de kilómetros cuadrados, la superficie de España, respecto a 2007 y de 750.000 respecto a 2006.

La cifra se acerca también al tamaño medio del casquete de hielo polar en el periodo entre 1979 (el primer año en el que se tomaron estas medidas por satélite) y el año 2000, ya que durante estas dos décadas el el área congelada en el océano Ártico estuvo alrededor de los 15,75 millones de kilómetros cuadrados.

Además, como el máximo invernal se ha producido algo más tarde de lo habitual, la superficie helada a finales de marzo era muy similar a la media de éste periodo entre 1979 y 2000.

Más hielo en el Báltico

La extensión de la superficie helada ha sido mayor en el Mar Báltico y en el Mar de Bering (que separa Rusia de Alaska), mientras que en las zonas del Atlántico como las costas de Canadá ha sido algo menor de lo habitual. En el resto de zonas se ha mantenido en dimensiones consideradas normales por los expertos.

Esto, a pesar de que las temperaturas medias en el Océano Ártico han estado durante el invierno por encima de los registros habituales, mientras que en Siberia o el norte de Europa han sido bastante más frías de lo normal.

La respuesta está en el viento

Por otra parte, según un estudio de la Agencia Japonesa de Ciencia Marina los cambios en la superficie helada del Ártico, y en especial la bajada de anteriores años, podrían no deberse a las subidas y bajadas de las temperaturas globales o el mal llamado cambio climático, sino a cambios en los regímenes de los vientos.

Los estudiosos no han querido descartar el cambio climático en sí, pero han lanzado algunas críticas a las teorías calentológicas: "El panorama es mucho más complejo, no se trata simplemente de una respuesta al aumento de las temperaturas", dijo a BBC John Wallace, científico de la Universidad de Washington que participó en la investigación.

"Lo que notamos es que el hielo es muy sensible a los vientos, y los vientos no han sido constantes", agregó Wallace. Así, los investigadores observan que los vientos, en particular en verano, estaban empujando el hielo de la costa hacia el centro del casquete polar.

Además, en los años donde se registró un retroceso mayor del tamaño de la superficie helada, los vientos empujaron grandes cantidades de hielo hacia el sur que luego se derritieron en las aguas, más cálidas, del Atlántico Norte.

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