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Pedro Fernández Barbadillo

La pandemia de 'gripe española'

Las enfermedades han causado cambios en las relaciones humanas de la magnitud de los provocados por las guerras.

Puesto que España tiene el lamentable honor de ser el primer país europeo con un enfermo que ha contraído el ébola en su territorio, ¿cabe esperar que este brote acabe conociéndose como el ébola español? Desde hace unos años, los organismos internacionales de salud se niegan a apellidar a las pandemias con gentilicios, a fin de evitar la perpetuación de clichés y los incidentes sociales.

Un ejemplo de pandemia que se atribuye a quien menos culpa tuvo de ella es la gripe española, que surgió a finales de la Gran Guerra y en unos pocos meses se extendió por todo el mundo y mató a más personas que la guerra. Durante muchos años su origen se localizó en España.

La viruela, la sífilis y la gripe

Cuando se menciona una enfermedad mortal y muy contagiosa se suele pensar en la peste, la viruela, la sífilis, o el sida y no de la gripe. Sin embargo, ésta mata a decenas de miles de personas cada año: entre 40.000 y 200.000 en Europa y entre 1.500 y 4.000 en España. Como lo hace silenciosamente, cada año aparece por las mismas fechas y muchos la pasan varias veces a lo largo de la vida, nos hemos acostumbrado a ella como a los ladridos de un perro malcriado.

Una epidemia de gripe azotó la Península Ibérica hacia 1580. Felipe II se contagió de ella en Badajoz, cuando se dirigía a tomar posesión del reino de Portugal. Tan grave estuvo el rey que otorgó testamento. El monarca sobrevivió, pero la reina, Ana de Austria, falleció, embarazada además.

Y es que las enfermedades han causado cambios en las relaciones humanas de la magnitud de los provocados por las guerras. Las enfermedades venéreas han diezmado no sólo a poblaciones enteras sino a casas reales. Francisco I de Francia murió a causa de la sífilis y el archiduqe Rodolfo, hijo de Francisco José y de Isabel, causó la esterilidad de su esposa Estefanía al contagiarle le gonorrea. Los príncipes de Asturias Diego Félix, hijo de Felipe II, y Baltasar Carlos, heredero de Felipe IV, murieron de viruela a los 7 y 17 años de edad, respectivamente. Y una epidemia de viruela impulsó el fin de la Guerra de Sucesión española cuando mató al emperador José I, con lo que elevó al trono imperial a su hermano, el archiduque Carlos; éste se apresuró a abandonar Barcelona por Viena. La locura de Jorge III de Inglaterra, que reinó 60 años, le incapacitó para gobernar y favoreció el asentamiento del Gobierno parlamentario.

El origen: un cuartel en Francia

La pandemia más maligna que ha padecido la humanidad es la gripe de 1918-1919. En la Primera Guerra Mundial los muertos militares se calculan en más de 9 millones y los civiles en 5 millones. Las principales causas de muertes de civiles fueron el genocidio armenio cometido por los turcos, el éxodo de los serbios tras la invasión austriaca y la gripe. Pero esa gripe, espcialmente virulenta, no quedó encerrada en Europa. En todo el mundo causó entre 25 y 50 millones de fallecidos en menos de año y medio. La peste negra mató a unos 25 millones de personas a lo largo de cinco años.

Ha habido varias teoría para explicar su origen. Según una que recurría a los precedentes históricos (la mayoría de las plagas padecidas en Europa han llegado desde Asia), la transmitieron obreros chinos que habían ido a trabajar a Francia en sustitución de los movilizados. Según otra, el primer caso se habría detectado el 4 de marzo de 1918 en Funston (Kansas), un campamento del Ejército de Estados Unidos. De ahí la habrían llevado los soldados a Francia.

Hoy se considera que el centro emisor de la enfermedad fue el hospital militar de Etaples, cerca de Calais (Francia). Y la vía, una cepa del virus de la gripe que pasó de los pájaros a los cerdos y de éstos a los hombres. La epidemia tuvo tres olas: primavera de 1918, otoño de 1918 (la más letal) e invierno de 1919.

¿Por qué recibió el apodo de gripe española? Sucedió que España, país neutral encajado entre países aliados y combatientes (Portugal, Francia, Inglaterra e Italia), publicó libremente las noticias sobre la aparición y la extensión de la epidemia de gripe. Las primeras noticias aparecieron en la prensa, no sometida a censura militar, en mayo de 1918. En los demás países, morían civiles y soldados de gripe, pero en silencio o al menos de forma discreta.

Por tanto, al buscar el origen, el paciente cero, los primeros casos reseñados aparecieron en la prensa española, y por eso se atribuyó el foco a España. La Real Academia de Medicina británica matuvo durante años esa afirmación, que hizo que quedase la referencia a esta epidemia como gripe española o la Spanish Lady.

La gripe alteró los planes y las operaciones militares. El general alemán Erich Ludendorff se quejó de que su ofensiva en la Segunda Batalla del Marne fracasó en parte porque la gripe había matado o debilitado a muchos soldados. Entre 1917 y 1918 el Ejército de Estados Unidos tuvo 48.909 muertos en acción; por la gripe los fallecidos ascendieron a más de 62.000.

La India fue el país con más muertes registradas: por encima de los 13 millones. Sin embargo, las comunidades más afectadas se encontraban en las pequeñas islas del Pacífico Sur, donde la peste penetró por la negligencia del hombre blanco (anglosajón).

Esas islas estaban bajo la administración de Nueva Zelanda, dominio del Imperio británico. El Gobierno local envió un mercante con alimentos y suministros, el Tulane. Aunque se declararon varios casos de gripe a bordo, el capitán mantuvo el rumbo, con lo que el buque, como el jinete del Apocalipsis, llevó la muerte adonde atracase. El 7 de noviembre de 1918 arribó a Upola (Samoa Occidental); al mes había muerto el 20% de la población, el mayor porcentaje del mundo. Sus siguientes destinos fueron Fiji y Tonga.

A Sudamérica y el Caribe llegó también por barcos que zarparon de España y Portugal.

Alfonso XIII y Dato, enfermos

Se ha tratado de explicar su expansión y morbilidad por las circunstancias de la Gran Guerra, que en agosto de 1918 superó su cuarto año completo: el hacinamiento de cientos de miles de soldados en las trincheras, junto a ratas y a parásitos; la desnutrición de millones de habitantes de Centroeuropa causada por el bloqueo de los Aliados; la falta de una alimentación regular y de medicamentos... Pero la enfermedad causó la misma proporción de muertos en las neutrales Suecia y Suiza como en las debilitadas Francia y Alemania. La diferencia consiste en que los movimientos de las tropas impulsaron la difusión de la enfermedad por todo el mundo.

Como no había vacunas contra la gripe, sólo se pudieron aplicar medidas de prevención, como el aislamiento de los enfermos (cuarentenas) y la dispersión de las aglomeraciones. La segunda ola de gripe coincidió con verbenas, romerías, fiestas populares y cosechas. En muchos casos la Administración no pudo hacer cumplir las órdenes y así se difundió la gripe.

En septiembre cayeron enfermos Alfonso XIII, entonces de 32 años, el presidente del Gobierno, el conservador Eduardo Dato, y dos de sus ministros. Una hija de Antonio Maura, Estefanía, falleció en Solares (Santander).

Octubre fue el mes más letal en España y en todo el mundo. De los aproximadamente 260.000 fallecimientos atribuidos a la gripe en España, el 45% ocurrió en ese mes. En Londres se registraron 2.225 muertos en el mes, más que en todos los ataques aéreos alemanes de la guerra entera. Y en Berlín, en un día, el 15, hubo unos 1.500 muertos.

De acuerdo con los datos recopilados por la investigadora Betriz Echeverri Dávila (La Gripe Española. La pandemia de 1918-1919), la provincia de Burgos fue la que presentó mayor tasa de mortandad de la epidemia; en octubre de 1918 alcanzó el 12 por mil; la segunda fue Almería. Con la excepción de esta última, las provincias donde más daños causó la gripe fueron las de Castilla la Vieja, León y Galicia.

La producción industrial y las comunicaciones (correos y telégrafos, el ferrocarril) se detuvieron. El Gobierno español cerró la frontera con Portugal y devolvió trenes enteros a Francia.

De la misma manera inesperada en que habia aparecido, la gripe se desvaneció. ¿Qué la causó? Desde luego una coincidencia de factores, unos causados por los humanos y otros por la naturaleza. Gran parte de la humanidad interpretó la gripe como un castigo de Dios por la soberbia y el egoísmo de los hombres o como una reacción de la naturaleza a su maldad, como aparece en el magnífico cuento de Arthur Machen titulado El terror.

Lo cierto es que una de las bajas de la Gran Guerra, a la que la gripe española está asociada, fue la idea del Progreso, con mayúscula.

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