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Amando de Miguel

Comparaciones odiosas

La esencia del razonamiento científico es la comparación, correlacionar las variaciones de un dato con otro.

La esencia del razonamiento científico es la comparación, correlacionar las variaciones de un dato con otro. La observación de la vida corriente nos lleva también a establecer analogías de forma continua. Bien es verdad que los españoles nos resistimos a comparar, más que nada porque se trata de un esfuerzo mental. Es muy común que en una discusión cualquiera uno de los interlocutores pronuncie la frase apodíctica: "Eso no tiene absolutamente nada que ver con lo otro". En cuyo caso se acabó la conversación; hay que pasar a otra cosa.

Si bien nos resistimos los españoles a comparar, también sucede que nos gusta el arte barroco de encontrar semejanzas, incluso disparatadas, entre las cosas. Una operación así proporciona un colorido especial a la conversación. Son muchas las frases hechas que comienzan con el como comparativo. Se establecen así analogías, que unas veces introducen el sentido del humor y otras pueden alcanzar las alturas de la dignidad literaria.

Es sabido que el idioma castellano recurre con frecuencia a los elementos religiosos que han ido depositando las tradiciones. Para expresar lo óptimo, lo máximo de una escala de satisfacción, nada mejor que asegurar que uno vive "como Dios", nada menos.

Para indicar que algo se debe hacer de acuerdo con lo establecido se predica "como mandan los cánones", en el entendimiento de que el Derecho Canónico o de la Iglesia es un ejemplo de orden. La comparación se utiliza mucho en el refinado lenguaje taurino.

Las comparaciones con animales confieren una gran expresividad. "Como los perros en misa" indica lo desafortunado de una posición, algo fuera de lugar. "Como un pulpo en un garaje" es una expresión moderna, en el sentido popular de lo surrealista, absurdo o despistado. “Como una lapa” es comparación precisa para la persona que se agarra a otra o a una situación y no hay forma de que se despegue.

"Como puta por rastrojo" es otra frase que encaja muy bien en el hecho de exagerar hasta el límite una situación adversa. Ya es tarea penosa la de recoger las espigas que han dejado a su paso los segadores. Algunas mujeres indigentes se dedicaban a ese miserable oficio. Que lo era todavía más cuando se trataba de una pobre prostituta.

Últimamente se impone el "como muy" (+ adjetivo) para resaltar un calificativo que de esa forma queda matizado. Es típico del tono cauteloso que se quiere dar al discurso popular.

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