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Rosa Belmonte

Demasiado americana para hacer de monja austriaca

Doris Day se acaba de enterar de que tiene 95 años. Ella pensaba que vino al mundo en 1924, y lo hizo en el 22.

Doris Day se acaba de enterar de que tiene 95 años. Ella pensaba que vino al mundo en 1924, y lo hizo en el 22.
Doris Day | Cordon Press

Doris Day se acaba de enterar de que tiene 95 años (cumplidos el 3 de abril). La agencia Associated Press investigó el asunto con el estrafalario método de pedir una copia de su certificado de nacimiento a la Oficina de Estadísticas de Ohio. Así descubrieron que Doris Mary Kapplelhoff vino al mundo en 1922 y no en 1924. Parece que el error viene de un formulario mal rellenado al principio de su carrera. "Es genial saber finalmente cuántos años tengo de verdad", ha dicho la actriz. Mejor, porque 95 sí es una fecha redonda para hablar de la protagonista femenina de El hombre que sabía demasiado (la mujer no sabía ni su edad).

La rubia actriz es la única superviviente de las estrellas mencionadas en la canción ‘Look At Me, I’m Sandra Dee’, que Stockard Channing interpreta en Grease para reírse de Sandy. Ni Sandra Dee, ni Rock Hudson, ni Troy Donohue, ni Elvis, ni Annette Funicello siguen vivos. Doris sí. Y, además, preocupándose por los animales. Hay un momento en que las estrellas dejan de interesarse por los hombres para interesarse por los animales. Pero Doris no necesitó el ejemplo de Brigitte Bardot. A la americana la preocupación se le despertó rodando El hombre que sabía demasiado (1956). Le dijo a Hitchcock que no podía soportar cómo se trataba a los animales en Marrakech. Los caballos estaban escuchimizados, los monos exhaustos y los perros muertos de hambre. Doris amenazó con no trabajar si no se les alimentaba. Hitchcock le aseguró que iban a hacerlo, que se relajara. A partir de entonces dedicó su vida a prevenir el abuso animal. Y a exagerar. Una vez contó que al ver a Elizabeth Taylor con unos pedruscos de Harry Winston colgándole del cuello sintió nauseas. "Todo lo que podía pensar era cuántos refugios para perros podían comprar esos diamantes".

Doris Day suele estar en la lista de odios de muchos. Me parece bien. Todos tenemos nuestras manías. Yo no soporto ni a Woody Harrelson ni a Adam Driver. ¿Pero cómo puedes odiar Confidencias a medianoche (1959) o Pijama para dos (1961)? Sobre todo la primera, aunque sólo fuera por la grandísima Thelma Ritter, su borrachina asistenta. Esta película tiene en España una curiosa historia. TVE la estaba poniendo el 20 de julio de 1969 y a la mitad se conectó para ver la llegada del Apolo a la luna. Luego se olvidaron del largometraje. En 1999, cuando se volvió a emitir, se pudo ver el final. Es el intermedio más largo de la historia.

De El hombre que sabía demasiado decir que reúne a la pareja menos atractiva de cualquier película de Hitchcock: el asexuado James Stewart y la meliflua Doris Day. Encima, nunca le ha gustado ‘Qué será, será’ ni entendió qué pintaba la canción en la película. Cree que triunfó porque gustaba a los niños. La película favorita de la actriz es Doris Day en el oeste (1953), uno de los títulos españoles más demenciales. El original es Calamity Jane. Es como si a Mogambo la hubieran rebautizado Ava Gardner en África.

Pero lo mejor de la carrera de Doris Day es precisamente lo que no ha hecho. En La calumnia (1961), la película basada en la obra de la bruja Lillian Hellman que William Wyler volvía a hacer después de la versión con Miriam Hopkins y Merle Oberon, el director quiso contar otra vez con estas. Hopkins dijo que sí y Oberon que no. Lo delirante es que Wyler barajó que los papeles de las profesoras los interpretaran Doris Day y Katherine Hepburn. Una tenía 39 años y la otra, 54. Pero, sobre todo, eran seres de especies diferentes. Al final la hicieron Shirley McLaine y Audrey Hepburn (el suyo era el papel para Doris). Otra mejor. Doris Day rechazó protagonizar Sonrisas y lágrimas (1965) por esta razón: "Soy demasiado americana para interpretar a una monja austriaca". Pero hay más. Le ofrecieron la Mrs. Robinson de El graduado (1967). No se veía entre sábanas seduciendo a un jovencito. Ofendía sus valores. Hay que dar las gracias a Doris Day 95 veces por no haber hecho esas tres películas.

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