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Amando de Miguel

Los absurdos de los mapas

En el mundo se cuentan diversas civilizaciones, pero resulta harto confuso que a la nuestra la denominemos "civilización occidental".

Es muy difícil el consenso de los Estados sobre las graves cuestiones del mundo (refugiados, terrorismo, armas nucleares, etc.), cuando ni siquiera se ponen de acuerdo con la nomenclatura geográfica.

Para empezar, la nación más poderosa de la Tierra (USA) ni siquiera posee un gentilicio claro. Sus nacionales a sí mismos se llaman "americanos", pero en América hay una treintena que podrían reivindicar esa misma etiqueta. Puede parecer claro el rimbombante título de Estados Unidos de América, pero la nación mexicana también se denomina Estados Unidos de México. Por lo menos México solo es uno, pero América son muchos. A los habitantes de los USA los llamamos también "norteamericanos", pero ese rótulo serviría igualmente a los canadienses, que también son parte de América del Norte. Por cierto, los aborígenes de América son llamados "indios", aunque nada tengan que ver con la India.

A los países asiáticos más cercanos a Europa los llamamos "Próximo Oriente" o también "Oriente Medio". Parece un dislate que los japoneses o los australianos tengan que compartir ese mismo sistema onomástico, puesto que ese "Oriente" para ellos es "Occidente". Por lo mismo, Japón se considera parte del Extremo Oriente, pero es claro que se sitúa al Occidente de América.

No está claro por qué una parte sustancial del continente americano pasa a ser Latinoamérica o América Latina. Resulta extravagante que Jamaica o las Bermudas, por ejemplo, tengan que sentirse latinas, a pesar de su tradición anglicana. ¿Habría que admitir a Quebec (provincia de Canadá con cultura francesa) como parte de Latinoamérica? Más sentido tendría que los territorios que un día formaron parte cultural del Imperio Romano fueran hoy latinos, pero tal concepto no existe.

En el mundo se cuentan diversas civilizaciones, pero resulta harto confuso que a la nuestra la denominemos "civilización occidental". A ella pertenecen, por ejemplo, naciones como Nueva Zelanda, Argentina o Polonia. No hay forma de identificar en qué occidente se sitúan esos países y otros muchos.

Ahora a los negros de África los designamos "subsaharianos". Pero ocurre que por debajo del Sahara habitan también muchas personas que no son negras. A los negros de los Estados Unidos de América se los denomina oficialmente "afroamericanos", gentilicio aún más desconcertante.

España tampoco se ve bien definido geográficamente. Desde Canarias se suele decir "la Península" (se entiende "Ibérica") para referirse al resto de España. Así que se incluye a Portugal y se excluye a Baleares, Ceuta y Melilla. Ya de paso, otra cosa que irrita es que en Canarias sea una hora menos que en el resto de España. ¿Por qué hay que repetirlo a todas horas en la radio?

Dentro de España se alojan otras incongruencias. Se empieza por hacerla equivalente del "Estado", por lo mismo que las regiones son oficialmente comunidades autónomas. ¿No será más autónomo el Estado de España?

Cunde ahora la idea progresista y alocada de que España es una "nación de naciones". ¿Será posible, entonces, que pueda haber dos naciones, Castilla y León, dentro de una misma comunidad autónoma? Hay una comunidad autónoma, La Rioja, que engloba a una parte de la región de La Rioja y a otra que no lo es, la Tierra de Cameros. Áteme usted esa mosca por el rabo.

Ya sabemos que en el espacio no existe la noción de arriba o abajo. Los astronautas lo tienen muy claro. Pero, entonces, no se comprende que los mapas de la Tierra sitúen siempre el norte en la parte de arriba de las representaciones cartográficas. Parece que a los australianos les molesta mucho esa arbitrariedad, aunque al final se la toman a broma.

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