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Exposición en la Fundación Mapfre

Garry Winogrand: la fotografía urgente de lo cotidiano

Protagonizan sus imágenes el hombre –y la mujer- de la calle, sus gestos, sus miradas, sus costumbres. La muestra, abierta hasta el 5 de mayo.

Protagonizan sus imágenes el hombre –y la mujer- de la calle, sus gestos, sus miradas, sus costumbres. La muestra, abierta hasta el 5 de mayo.
Winogrand, en la Fundación Mapfre

Con su Leica M4, Garry Winogrand se empeñó en contradecir -de un modo inconsciente, se supone- a Julio Camba, quien tildó a Nueva York de "ciudad automática". Protagonizan las imágenes del fotógrafo estadounidense el hombre –y la mujer, se entiende- de la calle, sus gestos, sus miradas, sus costumbres. Un extracto de su obra se expone en la Fundación Mapfre entre el 25 de febrero y el 5 de mayo.

Nacido en el Bronx neoyorquino, Winogrand no tardó en trasladarse a Manhattan, donde dio sus primeros pasos profesionales en el fotoperiodismo –en revistas como Life, Look o Sports Illustrated-, mas no tardó en dedicarse a la fotografía concibiéndola como una manifestación artística. Sus imágenes son urgentes, rápidas, inesperadas. El artista concibe el mundo como "un lugar para el que he comprado una entrada". En su obra impera la belleza cruda y sentimental del día a día, lo ordinario sobre lo extraordinario.

Al morir, Winogrand dejó un legado de 20.000 carretes, más 2.500 rollos de película expuesta sin revelar, 6.500 rollos revelados sin contactos y 3.000 rollos cuyas hojas de contactos no había mirado jamás. La muestra de la Fundación Mapfre cuenta con más de 200 fotografías –la mitad de estas no habían sido publicadas ni expuestas nunca- y está dividida en tres bloques: el primero, Bajando desde el Bronx, está compuesto por imágenes tomadas en Nueva York entre 1950 y 1971; el segundo, Un estudiante de Norteamérica, está formado por imágenes de la misma época, pero tomadas fuera de la capital del mundo, y el tercero, Auge y crisis, cuenta con fotografías tomadas en lugares como Texas, Chicago, Washington o California, desde 1971 hasta su muerte, en 1984.

Winogrand utiliza la calle, el aeropuerto, el restaurante o el zoológico como escenario en el que retratar a sus personajes, tipos comunes que, fijan o apartan la mirada, a veces impasibles, a veces sorprendidos, mientras cuchichean con una amiga, piden limosna, observan escotes generosos o tocan la trompa de un elefante. Pese a que abundan las fotografías de manifestaciones pacifistas en los 60, especialmente, contra la guerra de Vietnam, las referencias explícitas al conflicto son poco frecuentes. Tampoco abundan las fotografías de gente VIP, aunque encontramos alguna de Muhammad Ali, John Fitzgerald Kennedy, Richard Nixon o Mickey Rooney.

Finalmente, señalar que la exposición Garry Winogrand ha sido organizada por el Museo de Arte Moderno de San Francisco y la National Gallery of Art de Washington. Quien quiera visitarla no tendrá la necesidad de rascarse el bolsillo: la entrada es gratuita.

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