El presidente de Irán, Hasán Rouhaní, ha elegido Italia como punto de partido en su gira por Europa, tras nueve años sin pisar el viejo continente. A pesar de que el objeto de la visita es relanzar las alianzas comerciales, su estancia en tierras italianas ha saltado a la prensa por una inusual polémica que ha dividido a la sociedad entre la incredulidad y la pura indignación. Ante su visita a los Museos Capitolinos de Roma, se decidió tapar las esculturas clásicas desnudas, con especial atención a las féminas, para no herir la sensibilidad de Rouhaní.
En concreto, se decidió ocultar la Venus Esquilina, una pieza de mármol datada en el siglo II d.C, cuyo único atuendo se limita a unas sandalias. Es un ejemplo de la escuela de Praxíteles, aunque presenta elementos típicos de las esculturas helenisticas. Su pelo está sujeto por unos lazos y caen pequeños rizos sobre su frente.
Fue descubierta en 1874 en la colina Esquilina de la capital italiana en uno de los jardines imperiales, los Horti Lamiani. Es una de las obras más importantes de la colección.
Otra obra afectada fue la Venus Capitolina, quizás más alarmante por ser un símbolo del museo que la exhibe. Se trata de una copia romana de un original griego de Praxíteles del siglo IV a.C de casi dos metros, que representa a Afrodita al salir de un baño. Curiosamente, es apodada como "la Venus púdica", puesto que, por recato, se cubre sus partes íntimas con ambas manos mientras mira hacia un lateral.
Fue descubierta en las inmediaciones de la Basílica de San Vital sobre el 1670, siendo posteriormente donada a las colecciones capitolinas por el papa Benedicto XIV en 1752.
Ambas Venus quedaron ocultas bajo sendas cajas de madera, al igual que otras estatuas como la de un Dioniso desnudo o los grupos escultóricos que representan un león que muerde un caballo u otro de dos niñas que juegan.