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Juan Manuel González

Sin subvenciones es posible

Por fin, una serie de productores españoles dispuestos a no entonar la cantinela de siempre. Un artículo en El Cultural de El Mundo nos descubría una nueva generación de cineastas que siguen otra estrategia, a contracorriente de la tónica actual. No dependen de las pírricas subvenciones que parecen sostener todo el entramado de la industria (de hecho, no quieren hacerlo), y salen gustosos a buscar financiación fuera de España. Y apuestan por un cine planteado desde el principio como comercial, enfocado al público, porque como bien sabe el fogueado espectador actual, la etiqueta de autoría no es sinónimo de calidad.

La inminente llegada de Buried (Enterrado) del gallego Rodrigo Cortés, que también será estrenada en EEUU con honores de gran producción, y el éxito y el prestigio de filmes como El laberinto del fauno, o títulos de género como Rec, ya han probado el éxito de esta manera de trabajar.

Son nombres como los de Emma Lustres, responsable de Vaca Films y el mayor éxito comercial español del año, Celda 211. Lustres lo expone de forma diáfana en El Cultural. “Los productores españoles, hasta la fecha, se han preocupado mucho más de sus primeros clientes que de los segundos. Los primeros son las administraciones que dan las subvenciones y las cadenas de televisión, obligadas por ley a financiar cine español. Mucha gente se encargaba simplemente de conseguir ese apoyo porque con eso ya financiaban la película y ganaban un dinero al margen de su rendimiento”.

Otro nombre de calado es el de David Matamoros, elegido nada menos que por Lars Von Trier para liderar su productora Zentropa en España. El modelo actual, dice en El Cultural,  ha sido despreciar el entretenimiento en “películas que no han interesado a nadie”. Lustres y Matamoros entienden el marketing y la promoción como herramienta vital para competir en la cartelera, y se alejan de los estrenos minoritarios. Otra opción es participar en producciones con un fuerte componente internacional. Pero también hay otras fórmulas. Juan Romero, por ejemplo, planteó su primera película, Arritmia, como un conglomerado con dinero procedente de Japón, Reino Unido y España, lo que genera un producto capaz de ser vendido en varios países antes de filmar un solo plano.

Fernando Bovaira, responsable de Mod Producciones, tiene en su currículum películas como Ágora, Los otros, Mortadelo y Filemón, y se encuentra a punto de lanzar Biutiful, la nueva película de Iñárritu. Bovaira es el pionero y el espejo donde se miran los anteriores. Y matiza otro de los problemas de las subvenciones: “En este país hemos seguido un modelo en el que se subvencionaba todo y a todo se le daba poco dinero. Se han hecho películas sin ninguna salida comercial”. Y lanza otra bomba, asociada a la anterior: “El problema es que se ha hecho muchísimo cine de autor por parte de gente que no tiene el talento suficiente. No estoy en contra de las películas personales, pero hay pocos cineastas que puedan hacerlo bien”.

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