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Póster Johnny English Returns

Johnny English Returns es la secuela de Johnny English, título protagonizado por Rowan Atkinson, el popular Mr. Bean, en el año 2003 y cuya recaudación de 160 millones de dólares, sin brillar especialmente, sí que alcanzó para al menos cuadruplicar su presupuesto. Ha tardado ocho años el cómico británico en sacarse de la manga la secuela, una nueva comedia de acción cuyo único motivo de ser es él mismo y, de nuevo, la parodia de los estereotipos de la saga británica protagonizada por el agente 007.

Johnny English Returns, segunda aventura de este agente secreto tan torpe como afortunado, cae en el error de muchas parodias o spoof movies recientes. En lugar de apostar denodadamente por la comedia y el absurdo, por ametrallar a chistes al personal como hicieron los mejores Zucker/Abrahams/Zucker–es decir, los de Aterriza como puedas-, Atkinson decide recorrer todos los lugares comunes de las tramas de James Bond en una desganada cuchufleta a Casino Royale, algo que limita extremadamente su efectividad como cómico.

Como otros tantos payasos de careto elástico, Atkinson se debe a la pura comedia física, al slapstick, y el punteo de clichés de otras películas convierte su Johnny English en una comedia de acción vulgar y poco descocada, en la que hay que esperar más de una hora para gags como el que envuelve a su personaje y una silla de despacho, o aquel que se desarrolla en un urinario público, momentos en los que el actor se siente verdaderamente a gusto. A pesar de ello, la parodia está adornada –eso sí- por buenos invitados y algún momento divertido: Rosamund Pike (no por casualidad, ex chica Bond de Muere otro día) es una actriz a la que nunca se le ha sacado partido, y lo mismo puede decirse de Gillian Anderson, en una aparición que quizá es lo más peculiar de la cinta.

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