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Juan Manuel González

'Misión Imposible: Protocolo Fantasma'

Póster Misión imposible: protocolo fantasma

La cuarta entrega de la franquicia protagonizada y producida por Tom Cruise llega con una misión ciertamente imposible: reverdecer la carrera de una de las estrellas más exitosas de las últimas dos décadas, y de las que mejor y más meticulosamente han controlado su imagen pública, al menos, hasta que una serie de (estúpidos e intrascendentes) exabruptos emitidos por televisión en 2006, durante la promoción de la excelente, y creo que infravalorada, La Guerra de los Mundos –protagonizada por él– finiquitaron esa perfecta proyección lograda tras décadas de trabajo.

Dejemos clara una cosa de antemano: a Tom Cruise se le puede acusar de varias cosas, entre ellas de haber hecho acopio de todo el protagonismo posible allá donde ha figurado, o de haber sido tremendamente calculador en sus decisiones artísticas. Pero desde luego, no de no tomarse en serio su trabajo, de entregarse a dar espectáculo cinematográfico de casi primer orden al público, o al menos, apuntar siempre a ello. Misión Imposible: Protocolo Fantasma, pese a cierto desgaste propio de una cuarta entrega, sigue entrando en esa categoría. La película respeta las máximas de la saga producida por Cruise, es decir, preservar su liderazgo total al frente del reparto, y también cambiar radicalmente de look y director en cada una de las aventuras. Esta vez, el convocado para mover la cámara ha sido Brad Bird, director de excelsas películas de animación como El Gigante de Hierro, Los increíbles o Ratatouille (tres de los mejores títulos que ha dado esa disciplina en la última década, y quien sabe si en su historia), y que aquí realiza su debut en los largometrajes de acción real.

Y vamos a decirlo ya: se trata de un debut muy bueno. Bird articula la totalidad de Misión Imposible: Protocolo Fantasma en base a una extensa gama de escenas de acción dispares y variadas, y siempre eficaces. La que abre la película, un motín en una cárcel rusa a ritmo de la música de Dean Martin, trae de regreso el sentido del humor a la saga, elemento que Bird sabe extender sin que el asunto degenere en una parodia... justo antes de que la película muestre sus mejores armas. Me refiero a esos excelentes veintitantos minutos que transcurren en la ciudad de Dubai, y que incluyen a Cruise escalando la torre Burg Kalifa (en la escena de riesgo desde las alturas habitual en la serie: atención a Cruise perdiendo un guante...), pero sobre todo a esa excelente secuencia, en la que Bird recurre de forma efectiva al suspense, y en la que se alternan dos reuniones casi iguales pero que tienen lugar en pisos distintos del rascacielos... En todas ellas, incluso en la persecución automovilística que viene después (y que, en realidad, no sirve para nada), Bird privilegia la claridad en la planificación y el montaje, con un estilo que podríamos tachar de convencional, pero también inesperadamente limpio, sencillo y enérgico, y que en sí mismo resulta novedoso en un artificio epatante como Misión Imposible. La concepción aventurera de Misión Imposible: Protocolo Fantasma recuerda (comparar es odioso) al sentido de la progresión de maravillas como En busca del Arca Perdida o Casino Royale.

Hay, no obstante, un tercer nombre que remata la autoría de esta cuarta entrega, y es la de su productor J.J. Abrams, que no en vano fue director de la anterior película de la serie, y que posteriormente ha conseguido prolongar su carrera de director en filmes tan notables como Star Trek (2009) y la reciente Super 8 (2011). Abrams, como nuevo socio de Cruise, aporta un tono entre sofisticado y naïf que los admiradores de la mencionada tercera entrega de la saga, pero sobre todo, su serie televisiva Alias, sabrán reconocer de inmediato. Por mucho de que esta faceta sea esta vez responsable de los peores momentos del filme, el toque Abrams sigue mostrándose eficaz a la hora de tejer un relato de estas características. La dinámica entre los personajes del equipo y las diferentes misiones, el tono aventurero y la importancia del macGuffin (lo más endeble de la película, algo que se acusa sobre todo el el último acto), pero sobre todo, pequeños detalles emotivos de la trama (sin contar nada: la función de los personajes de Paula Patton y Jeremy Renner no es la que esperamos), remiten a la labor televisiva de Abrams en la mejor de sus acepciones. En estas circunstancias, poco importan los defectos de la cinta, su discutible epílogo o una sensación de déjà vu que ni Brad Bird ni Cruise pueden evitar. Misión Imposible: Protocolo Fantasma es una de las cintas que mejor fusionan entretenimiento clásico y moderno, signifique esto lo que signifique. Y lo hace parecer muy fácil.

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