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'Cara B'

La guerra de Kubrick

Cara B propone un recorrido por el casting de canciones elegidas para formar parte del film La Chaqueta Metálica.

Cara B: B.S.O. "La Chaqueta Metálica"

El audio empezará a sonar cuando acabe el anuncio

Todo aficionado al cine tiene sus debilidades, sus desencuentros y, por supuesto, sus obsesiones. Y he de reconocer que la obra de Stanley Kubrick constituye, de lejos, una de las mías. No sólo por su virtuosismo en la imagen o su ritmo narrativo: más allá de los diferentes aspectos del trabajo de director, lo que me impresiona reside, precisamente, en la manera de proceder del genial artista. Un maestro cuya meticulosidad no conocía límites, y que el autor volvía a poner de manifiesto a la hora de abordar La Chaqueta Metálica. Una película puramente bélica que, a los ojos de Kubrick, mostraba la estética de la guerra (más allá de valoraciones morales) e intentaba retratarla tal y como era, esquivando el tono antibelicista de su obra maestra Senderos de Gloria.

Una de las dificultades de realizar la cinta residía en la relativa cercanía de proyectos como Platoon o Apocalypse Now: miradas muy particulares sobre el conflicto, firmadas además por primeros nombres como Oliver Stone y Francis Ford Coppola. Ambos retrataban unos puntos de vista más allá de la observación que Kubrick proponía, y así queda constatado en la música utilizada en sus largometrajes. Pero nuestro director quería algo más sutil, y para ello, realizó un repaso exhaustivo de aquellos éxitos de las listas discográficas USA de la época, que pudieran servir a sus propósitos: y, créanselo o no, la mayoría de las más reconocibles e impactantes se cayeron de la lista a las primeras de cambio.

Los motivos no fueron económicos, sino puramente estéticos, pues lo que Kubrick quería mostrar en la pantalla no debía, bajo ningún concepto, quedar relegado a un segundo plano por la canción que acompañaba a la imagen. Y dejando aparte la música original del film, desarrollada por los sintetizadores de Vivian Kubrick (bajo el pseudónimo de Abigail Mead), las canciones elegidas por el bueno de Stanley cumplían a la perfección su cometido.

Tomemos como ejemplo el arranque del film, con la llegada de los reclutas a la peluquería del campo de entrenamiento: la canción que suena, Hello Vietnam de Johnny Wright, nos sitúa en el contexto de forma certera, introduciendo la película casi a modo de saludo (nada que ver con la impactante The End de The Doors, que surcaba el majestuoso arranque del Vietnam onírico de Coppola). Casi lo mismo podría decirse de canciones como I Like it Like That de Chris Kenner, Wooly Bully de Sam the Sham & The Pharaos, o el inimitable Surfin’ Bird de The Trashmen: todas ellas bien pueden surgir de un aparato de radio junto a los personajes, y su inclusión no altera en absoluto el punto de vista de la historia. Pero sí consigue amenizarla, como también hacen las voces de Nancy Sinatra o las Dixie Cups. 

Mención aparte para el Paint it, Black de The Rolling Stones, que acompañaba los créditos finales, y cuya inclusión fue una decisión de última hora, para dar un golpe de fuerza y cerrar la historia sobre fondo negro... y, para serles francos, después de contemplar a los marines marchando por las ruinas y entonando el himno del Mickey Mouse Club; después de haber pasado por la experiencia del entrenamiento y del combate de los soldados, hacía falta una señal contundente de que (una vez más) Stanley Kubrick nos había vuelto a dejar fascinados: las luces se encendían, y sabías que el genio lo había vuelto a conseguir.

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