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Póster Anna Karenina

Joe Wright elabora en Anna Karenina una nueva y estilosa puesta a punto a la novela de Tólstói, en perfecta continuidad con su dramas románticos y de época que fueron Expiación y Orgullo y prejuicio, cintas con las que la presente comparte su naturaleza de adaptación literaria "de qualité" y el protagonismo de la británica Keira Knightley. Y las comillas de arriba no esconden esta vez ironía alguna: el trabajo del británico, de casi todo su reparto, y la adaptación del dramaturgo Tom Stoppard desprenden ese aroma de elegancia, pericia técnica y buen gusto que le suponemos a una adaptación británica de una de las mayores obras maestras jamás realizadas.

La tercera parte de esta hipotética trilogía romántica de Wright tiene, en esta ocasión, una particularidad. El artificio y juego de estilo de la Anna Karenina del británico, así como la adaptación de Stoppard, convierte la odisea sentimental de su protagonista en una indisimulada obra teatral en la que los sentimientos arrebatados y pasiones ocultas de sus personajes se muestran precisamente como una representación, como en ese gran teatro del mundo que escribiera Calderón.

Un recurso artificioso que convierte Anna Karenina en una suerte de huevo de Fabergé, puesto en escena con naturalidad asombrosa, pero que deja esta al borde del ejercicio de estilo alambicado. La morosidad de algunos de sus pasajes y la dependencia de ese concepto abstracto convierte la película de Wright en una exhibición de músculo visual igual de superficial que la sociedad que está retratando, en la que la pasión entre Knightley y Aaron Taylor-Johnson nunca traspasa, nunca mejor dicho, la tercera pared. Anna Karenina es por eso un filme tan fascinante como -en cierto modo- innecesariamente inaccesible, tan apasionado en sí mismo como lejano al espectador. Quizá en eso, y en su portentoso vestuario y diseño de producción, resida su atractivo. Pero creo que las intenciones de Wright, a tenor de sus anteriores obras, era que la tragedia de su Anna Karenina nos importase.

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