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'Alguien a quien amar'

La frialdad danesa emociona en SEMINCI con un drama familiar

El cine nórdico se caracteriza por ser muy duro en muchas ocasiones. Alguien a quien amar es muy dura, pero emociona sin ningún sentimentalismo.

El cine nórdico se caracteriza por ser muy duro en muchas ocasiones. Alguien a quien amar es muy dura, pero emociona sin ningún sentimentalismo.

El jueves comenzaba la SEMINCI con El corderito (Kuzu) la representante en la Sección Oficial del país invitado este año, Turquía. Una familia del este de Anatolia busca desesperadamente un cordero para sacrificarlo en la fiesta por la circuncisión del hijo de 5 años. El problema es que el padre no tiene trabajo y viven con escasísimos recursos. Los celos hacen que la hija mayor del matrimonio convenza al pequeño de que si sus padres no encuentran al cordero lo sacrificarán a él.

El Corderito es una película que no termina de enganchar al espectador y que nos hace preguntarnos si esto es lo mejor de la cinematografía turca, ya que es lo que han presentado a la lucha por la Espiga de Oro.

A continuación vino lo mejor del día, la película danesa Alguien a quien amar (En du elsker) de la directora Pernille Fischer Christensen, que ya ganó una Espiga de Oro en Valladolid por Una familia. El protagonista es un cantautor de fama mundial que vive en Los Ángeles pero que vuelve a Dinamarca para grabar su nuevo disco y se reencuentra con su hija con la que lleva años sin verse. El cantante tendrá que hacerse cargo de su nieto de once años durante unos días.

Una película que ha provocado un fuerte aplauso al final de la proyección. Su secreto radica en que nuestro protagonista no se convierte de repente en el abuelo de Heidi llamado por la responsabilidad como hemos visto muchas veces, sino más bien todo lo contrario, luchará contra todo, empezando contra él mismo, porque no considera que sea la mejor opción para el chaval. La película se estrena este viernes en toda España.

El cierre de la jornada corría a cargo de la película húngara Parking, una historia que podría dar más de sí si el guionista hubiera trabajado un poco más porque tal y como está planteada se podría haber resuelto en un corto.

El protagonista posee un parking (realmente es un descampado entre varios edificios del casco urbano) donde los clientes pueden aparcar donde quieran salvo en un sitio bajo el único techo, o especie de ello, que hay. Del gerente del solar-parking no conocemos ni el nombre, todos le llaman Legionario, e intuimos que tiene un pasado oscuro.

Un día llega un rico que quiere aparcar su Ford Mustang de 1968 en el sitio vetado. Aquí comienza una lucha para ver quién se sale con la suya. El problema es que no pasa nada más. Y lo que es peor, no entendemos ni siquiera al final los motivos de uno y de otro, por lo que terminamos la película como la empezamos, dándonos igual. Mañana llega el turno de la española Rastros de sándalo de María Ripoll y de la que puede ser una de las sorpresas, la británica Nuestro último verano en Escocia.

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