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"Eres lo que conduces"

La saga 'Fast & Furious', ordenada de mejor a peor

Con motivo del estreno de Fast & Furious 7 repasamos todas las entregas de la saga de acción.

Con motivo del estreno de Fast & Furious 7 repasamos todas las entregas de la saga de acción.

Hay algo en la nueva Fast & Furious 7 que me resulta incuestionable y loable. En ella se percibe una voluntad casi febril de convertir el infierno que ha debido ser su concepción, marcada por la trágica desaparición de una de sus estrellas, Paul Walker, en puro disfrute de la audiencia, en una película tan inconcebible, despreocupada y extravagante como, por ejemplo, escuchar a todo trapo un tema de Rihanna mientras cruzamos el desierto de Abu Dhabi (eso ocurre en la película). La nueva FF casi siempre sale airosa del reto, aunque a veces nos preguntemos qué habría pasado con ella si Walker estuviese todavía con nosotros.

Porque si esperaban algo más oscuro y tenebroso en esta nueva entrega de la saga, tal y como se deducía del epílogo de la anterior entrega, o de la llegada del as del cine de terror James Wan a la dirección, mejor olvídense: todo comienza como un thriller de venganzas, vale, pero dos horas y cuarto después estamos totalmente inmersos en una mascletá lúdica, un cartoon sin ningún respeto por la lógica humana. Definitivamente, la siete será recordada como la película más extraña y excesiva de la saga, la que inclina la balanza hacia el lado del humor y la autoparodia, y también por ese toque a lo The Raid de sus peleas cuerpo a cuerpo... Pero también por contener algo tan excepcional como, también, perturbador: una coda final dedicada "a Paul" que resulta tan kitsch como sincera y emocionante, capaz de dejar sentado tanto al fanático de la franquicia como al crítico menos predispuesto a disfrutarla.

Pero al margen de esto ¿qué tipo de película es Fast & Furious 7? Se lo digo rápidamente: en una en la que Dwayne Johnson rompe su escayola tras haber caído desde lo alto de un edificio (murmurando "papá tiene trabajo que hacer") para coger la ametralladora de un dron y llevársela puesta. En una en la que varios coches se tiran en paracaídas desde un avión, y en la que Jason Statham se zampa un filete mientras un equipo de operaciones especiales rodea su guarida. O si quieren, en una que Vin Diesel y Paul Walker, sus dos protagonistas, atraviesan literalmente no uno, ni dos, sino tres rascacielos de Abu Dhabi mientras su deportivo es perseguido por un misil que explota detrás de ellos mientras el vehículo arrasa un ejército de guerreros de terracota. La saga Fast & Furious comenzó siendo un thriller de acción de bandas marginales, pero sus héroes ya se comportan como superhéroes de Marvel, insertos -eso sí- en un serial familiar preñado de acción, un poco de macarrismo de extrarradio y muchos, muchos cacharros.

Con motivo de su estreno este 2 de abril (por cierto: el estudio espera recaudaciones récord en primavera) repasamos, de mejor a peor, cada uno de los títulos de la que ha acabado siendo la franquicia más inesperada y lucrativa de Universal Pictures, y también una de las series que -para bien o para mal- han inyectado carburante en el cine de acción contemporáneo. Una que, como el Dodge Charger de Toretto, ha sabido crecer con el tiempo pero sin perder accesorios, convirtiéndose en un género en sí misma, pero también en un verdadero contenedor de materias primas del thriller: en ella están desde sus preocupaciones morales (un poli "bueno" se vuelve "malo", porque el malo es mejor que los buenos), hasta las películas de atracos, pasando por el policial y el espionaje, incluso un breve paso por el carcelario. Preparados, listos...

Fast & Furious 5 (2011)

Bye, bye, carreras. La mejor entrega de la serie, y también la que hizo detonar definitivamente la franquicia hacia nuevos horizontes. Vista de nuevo, Fast 5 es la película mejor engrasada y más ajustada de todas: no sólo expande el universo de la serie incorporando nuevos personajes y escenarios (incluyendo al memorable Dwayne Johnson y la española Elsa Pataky), sino que aporta una estructura de "heist-movie" o película de robos muy bien definida, y me atrevería a decir que hasta elegante en su ejecución. Fast 5, sin embargo, se crece cuando se vuelve loca, algo que tarda en ocurrir: el enfrentamiento entre Dwayne Johnson "The Rock" y Diesel destila testosterona (atención a las gotas de sudor por la calva de Johnson: yes, this is Rio de Janeiro) y la escena final de la Caja Fuerte, donde O'Conner y Toretto destrozan un centenar de vehículos, forman parte ya del imaginario colectivo del fan del género.


The Fast and the Furious (2001)

Signifique poco o mucho, la primera entrega de la saga sigue estando muy bien, y a día de hoy es sin duda la mejor película de su director Rob Cohen (aunque quizá esto no signifique demasiado, a tenor de su última "obra maestra", Obsesión). Porque no nos engañemos: si al bueno de Rob le hubieran dicho que este thriller relativamente pequeño de bandas callejeras, coches tuneados y rivalidad/amistad masculina no sólo se iba a convertir en un éxito sorpresa, sino también en el emblema del estudio en la siguiente década, no se lo cree. Estamos ante una película media bien ejecutada, que recupera algunos motivos de la superior (pero menos exitosa) Le llaman Bodhi, solo que sustituyendo los aires new-age de la propuesta de Kathryn Bigelow por la fascinación por la velocidad y un estilo jipjopero más macarra y alternativo (ese poli atraído por la ética de su adversario, y bueno, también por su hermana). El nivel de destrozo apenas llega al del prólogo de cualquiera de las tres últimas películas de la serie y todo se concentra en las carreras, pero precisamente por eso captamos el toque humano de la saga, que mientras encajaba críticas intelectuales se dedicó con tesón a crear un mundo alternativo para una audiencia atenta. Atención a la presencia en el guión de David Ayer, firmante de Corazones de Acero y la próxima Escuadrón Suicida, antes de convertirse en el gran guionista y director de thrillers que es hoy.

Fast & Furious (2009)

La saga que todos conocemos comienza en realidad en esta cuarta película, la segunda del director Justin Lin en la franquicia y primera de esa "segunda trilogía" en la que derivó la saga. No sólo por el regreso de sus estrellas, Vin Diesel y Paul Walker, para ajustar cuentas entre ellos, el espectador y después con un traficante mexicano, sino porque Fast & Furious fue la película que estableció la base para que dos años después Fast 5 rematase la faena. Estamos también ante la verdadera secuela de la original (la segunda y la tercera quedarían más bien como sendos spin-offs, o quizá epílogos) no sólo porque recupera el tour de force entre Toretto y O’Conner, sino también por ese sabor a thriller de acción sin respeto ninguno por la autoridad -también con mucho de western, por su atmósfera tex-mex- un poco más grande que la primera película, pero también correctamente rematada, inteligentemente tonta pero -sobre todo- honesta con los personajes. Fast & Furious es, en definitiva, una aventura muy eficaz y compacta (aún estamos en el mundo de las películas de cien minutos) pese a sus excesos de CGI, y su recompensa fue batir todas las expectativas de taquilla que se habían depositado en ella.


Fast & Furious 6 (2013)

Tras el enorme éxito de la quinta, la nueva película de la serie llegaba dispuesta a repetir la jugada, convertida ya en uno de los títulos punteros del verano. De nuevo bajo la batuta de Justin Lin, que firmaría aquí su última aportación a la saga, lo que comenzó como un thriller urbano juvenil y siguió como una de robos a gran escala pasó a adoptar otra modalidad de cinta de acción más adulta pero igual de chula: esta vez estamos ante una versión de Misión Imposible con mitología "tuning" y los personajes plenamente establecidos no sólo como una banda, sino como una gran familia a la búsqueda del miembro que falta, la Letty interpretada por Michelle Rodriguez, y en el que también existe el concepto de intercambio. La idea de que esto no es un grupo sino una familia está presente desde que Toretto encendió el contacto de la saga por primera vez hace catorce años, y en verdad durante esta séptima llega a una suerte de apogeo, estableciéndose una comparación clara con la "falsa" familia formada por el equipo del villano (sus "gemelos malos", según el personaje de Tyrese Gibson) combinada, a nivel de forma, con la aportación energética de las cintas de espías ideadas por J.J. Abrams en Alias y su revisión de las aventuras de Ethan Hunt. Inferior a la quinta y algo más desequilibrada, esta sexta película se gripa en ocasiones, entre otras cosas porque el humor y ciertos conflictos no funcionan tan bien como deberían. Pero cuando el coche arranca tampoco plantea problemas: en la persecución final del tanque -rodada en Canarias- los protagonistas comienzan a desafiar las leyes del universo de las cuales se reirán abiertamente en la -hasta ahora- última séptima parte.


2 Fast 2 Furious. A todo gas 2 (2003)

John Singleton, firmante de cintas comprometidas como Los chicos del barrio, había iniciado su deriva hacia el cine comercial con Shaft, pero con la presente (segunda entrega de la serie) ya acabó ganándose el odio de todos. Protagonizada en solitario por Paul Walker y ambientada en Miami, esta 2Fast es la que tiene el guión más flojo y también la responsable de incorporar al personaje más pesado de toda la franquicia, el inexplicablemente querido Roman Pearce (Tyrese Gibson). Pero también es cierto que es alegre y acierta a la hora de seleccionar secundarios, caso del villano Cole Hauser y la novia de éste, Eva Mendes. Seguimos todavía con la temática de poli de incógnito en organización criminal en una película que, como dirían en Jack Slater, tiene más luz, color y dimensiones, y que sustituye la ética familiar de los Toretto por la pura juerga. Tiene encanto choni y O’Conner se hace querer, pero resulta claramente inferior a la de Cohen.


The Fast and the Furious. Tokyo Drift (2006)

La tercera película es la menos querida de todas, y hasta cierto punto es comprensible. Concebida inicialmente como un producto directo a DVD para explotación rápida y fácil, en ella no están ni Paul Walker ni Vin Diesel (aunque mejor quédense hasta el final) sino el muy soso Lucas Black, atrapado en una trama que extirpaba el elemento policial y se entregaba por completo a la egolatría juvenil y las carreras de "drifting". Pero el entusiasmo del guionista Chris Morgan, que se convertiría en el plumilla oficial de la saga a partir de entonces, logró lo imposible: que esta tercera entrega creciese lo bastante para estrenarse en cines, y que sostuviese lo suficiente el pabellón de la taquilla hasta la posterior intentona, donde regresarían sus dos protagonistas. Aún siendo la hermana menor de la serie, Tokyo Drift también fue importante por otra razón: el desembarco en la saga del entonces casi desconocido director taiwanés Justin Lin, un tipo que -entonces no lo sabíamos- crearía lazos narrativos con las futuras secuelas, y que estaba destinado a crear las películas más rentables de uno de los pocos estudios que no maneja franquicias de superhéroes (y que comprensiblemente ahora se rifan todas las majors: él será el responsable de dirigir Star Trek 3).

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