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Juan Manuel González

Crítica: 'Hitman. Agente 47', con Rupert Friend y Hannah Ware

Hitman no es mala, es peor. Pero a lo mejor podemos sacar algo bueno de la experiencia.

Póster Hitman: Agente 47
Puntuación: 4 / 10

Hablemos claro: el cine basado en videojuegos goza de la peor fama posible, y de forma bastante merecida. Ni Resident Evil, ni Max Payne, ni Prince of Persia o cualquier otra que se les ocurra han conseguido revertir una consideración evidente, pese a que un servidor se niegue a calificarlas como unívocamente malas. Hitman. Agente 47, que para colmo funciona también como reboot de la anterior y fracasada entrega de la franquicia, fechada en 2007, no va a cambiar un ápice esas concepciones. La película que vuelve a escribir el nefasto Skip Woods no soluciona ninguno de los problemas derivados de la transacción juego-película, y que se traducen en un argumento y personajes raquíticos, acción constante e inverosímil y una tendencia clara a fagocitar motivos y hasta escenas concretas de películas recientes y mejores.

Como eso está ahí y ni siquiera tengo idea de cuánto toma la película de los videojuegos de Eidos y IO interactive, no vamos a contradecir la opinión generalizada de que Hitman: Agente 47 es una mala película. Se trata de un simulacro de thriller con ecos de la saga Bourne (todavía resulta imposible huir de la sombra proyectada por la saga protagonizada por Matt Damon) y James Bond, hibridada con el género de superhéroes (uno de los personajes, el encarnado por Zachary Quinto, tiene un "chaleco antibalas subcutáneo") sólo que más sintética, más apresurada y más tonta. La violencia de sus tiroteos es más bien inofensiva, pese a que la sangre (digital) asoma por doquier.

Pero como digo, eso no quita que Hitman: Agente 47 transcurra en un suspiro y hasta nos deje algunas puntualizaciones interesantes, que naturalmente el guión no se molesta en desarrollar, si es que hay manera de hacerlo. Hay ahí una trama de familiar en tiempos de espías (la política, como comprenderán, aquí salta por la ventana) que no está tan mal y que aporta un componente fundamentalmente emotivo que el director Aleksander Bach, de quien hablaremos en un momento, refuerza en la medida de lo posible. Al fin y al cabo, el Agente 47 demuestra sus únicas notas de humanidad "liberando" los poderes de la joven Katia (Hannah Ware), obligándola a reconocerlos, lo que también apunta la película a ese presunto cine de acción feminista, o mejor dicho con toque femenino, del que tanto se ha hablado este año. Pero enlazando con ello y más importante aún, aunque quizá menos llamativo: la mutación de los motivos del cine de superhéroes, arriba mencionados, no sólo se conjuga con los del thriller de espionaje, resultando en combates inconcebibles en los que también resuenan ecos de Terminator (en una escena vital, 47 irrumpe no en una comisaría llena de policías, pero sí en una embajada repleta de soldados...). En esta ocasión, esas capacidades de los personajes suponen, en ausencia de mayores rasgos o un retrato psicológico más profundo, la práctica totalidad de esa caracterización, llamando la atención por el rol que cada uno adquiere. Y aquí tanto el agente 47 (Rupert Friend) como Katia funcionan como pura hipérbole de ciertas atribuciones de género: él es fuerte, taciturno y valiente; ella sensible e intuitiva, capaz de reconocer y prevenir una escena de maltrato en un bloque de edificios. Un elemento que refuerza esa caracterización más emotiva de lo esperado y que, al menos, otorga una ilusión de coherencia a la película.

Todo eso se deduce gracias a la puesta en escena de Aleksander Bach, realizador publicitario y de vídeos musicales (menuda sorpresa) que al menos entiende que, en ausencia de diálogos, se puede reforzar cierta elegancia visual y buscar con la cámara la mirada de los actores. Y que si hay que imitar la lógica de un videojuego, pues adelante con ello: las escenas de acción de Hitman: Agente 47 son exageradas, constantes pero mucho más elegantes y claras de lo que podrían haber sido. Que eso compense la calidad de otros elementos cinematográficos es otro cantar.

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