Menú

Las cuotas llegan a los Oscar: ¿es Hollywood racista?

La polémica racial ha obligado a la Academia de Hollywood a cambiar su normativa por un sistema de cuotas.

La polémica racial ha obligado a la Academia de Hollywood a cambiar su normativa por un sistema de cuotas.
Los actores ganadores del Oscar en 2015 | EFE

Las nominaciones a los Oscar del pasado 14 de enero recuperaron una polémica eterna. Unos premios que resultaron ser tan blancos (Oscars so white fue el hashtag de repercusión mundial) que, de nuevo, encendieron las iras de distintos colectivos debido a la ausencia de minorías raciales.

A partir de ahí, las acusaciones de racismo, sexismo y otros ismos que anteriormente sobrevolaron el teatro Kodak despegaron de nuevo. Y en un año en el que la violencia racial ha acaparado un buen número de titulares en EEUU, acorralaron a la Academia de Hollywood con una rapidez sin precedentes. Quejarse era arriesgarse a ser tachado de racista, machista u homófobo. Y aún ahora, con una serie de cambios anunciados con notable celeridad (de la que bien podrían tomar nota sus homólogos españoles) persiste una duda terrible. ¿Han de traducirse las legítimas reivindicaciones de raza en un sistema de nominaciones tachado de injusto?.

Tanto ha sido así que en un tiempo récord la institución ha anunciado una modificación de su normativa interna, que según anunció su presidenta Cheryl Boone Isaacs -quien, por cierto, no solo es mujer sino que pertenece a una minoría étnica- tiene por objeto diversificar los colectivos que conforman la institución. En efecto, bienvenidos a la era de las cuotas en los Oscars: a partir de ahora habrá siempre un actor no caucásico entre los nominados, pero con una eterna duda: ¿llegó allí por ser el mejor o por ser, pongamos por caso, negro?

Algunos dirán que a los Oscar casi nunca llegan los mejores, y tampoco les faltará razón. En todo caso, aquí tenemos una rápida batería de medidas para salir al paso de las numerosas estrellas manifestándose a favor y en contra de la controversia. El presentador Chris Rock ya ha anunciado que se encuentra reescribiendo todas sus intervenciones para reflejar los recientes acontecimientos, en un año en el que la violencia racial ha marcado la actualidad norteamericana de manera taxativa. De modo que esperen puyas y más titulares al respecto.

Boicot

¿Qué ha desencadenado semejante tormenta? El último detonante ha sido la escasa presencia de nominados en la presente edición. Como el gran éxito de taquilla Straight Outta Compton, biopic sobre el grupo de rap N.W.A. (sus guionistas fueron nominados, sí, pero son blancos...); o la ausencia de actores como Samuel L. Jackson (Los ocho odiosos), Michael B. Jordan (Creed), Will Smith (La verdad duele) e Idris Elba (Beasts of no nation) en las categorías de mejor actor, desafiando las expectativas depositadas en sus candidaturas.

De nada sirvió que Chris Rock, elegido como presentador de la gala, sea un reconocido cómico de color cuyos monólogos siempre orbitan en torno a temas raciales. Tampoco que Lupita Nyong'o y 12 años de esclavitud se hicieran con los principales titulares hace dos ediciones. O que recientes ganadores como los mexicanos Alfonso Cuarón o Alejandro G. Iñárritu (este último, por cierto, de nuevo favorito por El Renacido) formen parte del colectivo latino.

No sólo es cuestión de raza, también de sexo. En la memoria todavía resonaban las reivindicaciones de la actriz Patricia Arquette, que tras ganar el Oscar a la mejor actriz secundaria por Boyhood realizó una entregada proclama por la igualdad de oportunidades para las mujeres de la industria. Hasta ahora, sólo una directora -Kathryn Bigelow- tiene un Oscar a la mejor película por su labor tras las cámaras.

Injustas o no, lo cierto es que el movimiento mediático estaba en marcha. Tras constatar la ausencia de nominados de color de este año Jada Pinkett-Smith prendió la mecha pidiendo el boicot a la ceremonia, a lo que sumó el siempre reivindicativo (e irascible) Spike Lee, que por cierto a finales de 2015 recogió un Oscar honorífico por el conjunto de su carrera. Poco después, el (recordemos) no-nominado Will Smith, esposo de la primera, anunció que no asistiría a la gala a modo de protesta, sumándose al boicot y aumentando la alarma en los medios de comunicación.

Todo ello entre titulares de todo tipo. George Clooney dirigió sus críticas hacia el funcionamiento de la Academia; Danny De Vito criticó el "puñado de racistas" que dirige Hollywood y extendió sus críticas a todo el país; la actriz Gina Rodriguez inició por su parte una campaña de apoyo actores latinos; Idris Elba extendió las críticas de racismo a la industria británica; Ian McKellen pidió no olvidar al colectivo gay, señalando que ningún profesional abiertamente homosexual había ganado jamás un Oscar y sumando la homofobia a las acusaciones de racismo y sexismo.

También hubo voces en contra del sistema de cuotas ya inaugurado, como Michael Caine o Charlotte Rampling (la segunda, al fin y al cabo nominada por 45 años, se desdijo poco después, por lo que pudiera pasar...). El actor británico señaló los peligros del citado sistema, y en la cadena BB4 aseguró que no se debía votar a un actor sólo por ser negro. Por su parte, la intérprete de color Whoopi Goldberg aseguró estar en contra del boicot, abogando por la producción de más y mejores películas destinadas a esa comunidad.

Modificaciones en la Academia

El pasado viernes 22 la Academia cedió a las presiones y anunció tras una reunión de emergencia una batería de medias sin precedentes destinadas a aumentar la presencia de mujeres y diversas razas. Detrás de todo, una verdad ineludible, la de las cifras publicadas por Los Angeles Times, en el año 2012 el 93 por ciento de los miembros de la Academia eran blancos, el 76 por ciento hombres y la edad media era de 63 años.

Efectivamente, una enorme cantidad de sus miembros -conformados por profesionales que han ganado un Oscar- son blancos, pero modificar la diversidad de los votantes puede suponer también cambios en las propias nominaciones, no en la producción de los filmes nominados. Y otra cuestión: ¿representan esas modificaciones la verdadera etnografía de EEUU?

Isaacs señaló que a partir de ahora cada nuevo miembro de la Academia lo será por un periodo de 10 años y será renovado solo si esa persona se ha mantenido activa en la industria cinematográfica durante ese periodo de tiempo.

Además, los miembros de la Academia tendrán derecho al voto de por vida tras tres décadas formando parte del grupo, o en el caso de que hayan ganado o hayan sido nominados a un Óscar.

Los que no cumplan esos requisitos pasarán a ser miembros eméritos y no podrán votar para los Óscar.

A todo ello se añade una campaña lanzada desde la propia Academia para identificar y reclutar a nuevos miembros que representen una mayor diversidad.

Por último, entre los puestos directivos se crearán tres nuevos cargos que serán propuestos por la presidenta y se añadirán nuevos miembros a los comités ejecutivos del grupo, donde se toman decisiones clave sobre sus integrantes.

Dudas, preguntas...

Detrás de todo permanece la duda de si es la industria la que debe cambiar primero y no la Academia, un reflejo de la propia actividad de la industria. O si quieren, si pese a la evidentemente dispar composición de miembros, esto no era empezar la casa por el tejado, forzando a incluir una cuota para intérpretes de raza en vez de variar los mecanismos de producción de la industria.

No olvidemos que en el ADN de la Academia está el nominar, pero también olvidar: las menciones de este año son unas en las que (tampoco lo olvidemos) se echan de menos a otros profesionales como Steven Spielberg, Aaron Sorkin, Johnny Depp o Ridley Scott, todos ellos apuestas seguras a los premios antes de que se otorgasen las nominaciones... y sin que éstos manifestaran queja alguna al respecto.

Boone Isaacs explicó que con estos cambios sustanciales "la Academia va a liderar el cambio y no va a esperar a que la industria reaccione". ¿Contentará a los distintos colectivos los cambios ejecutados por la Academia? De momento, la creadora del famoso hashtag #OscarsSoWhite, April Reign, editora del portal BroadwayBlack.com, anuncia que no desistirá en la campaña y queda más trabajo que hacer.

Temas

En Cultura

    0
    comentarios