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'Cara de Caballo', un excelente corto español con aroma a David Lynch, gana el Certamen Santa María de Europa

Cara de Caballo, un excelente corto de Marc Martínez, fue elegido el mejor corto del Certamen Santa María de Europa.

Cara de Caballo, un excelente corto de Marc Martínez, fue elegido el mejor corto del Certamen Santa María de Europa.
Cara de Caballo | Archivo

No es lo mismo que sobrevivir una resaca de largometrajes en cualquier festival de turno, pero el resultado del certamen de Cortos Santa María de Europa (tanto el palmarés, en el que tuve el honor de participar como jurado, como en lo referido a la totalidad de los finalistas) no pudo resultar en una mejor experiencia. Naturalmente, entre los seleccionados había de todo, pero el balance de todos ellos fue más que positivo. Y qué decir de la gala informal en el colegio mayor, todo un "flashback" para quien esto escribe, un tipo que todavía recuerda su época en la universidad pero cuyas camisetas empiezan ya a apolillarse.

Un total de 19 de cortos (tres en la categoría de animación, tres en la categoría colegiales, el resto en la Sección Oficial) en los que se erigió como ganador absoluto el excelente Cara de Caballo, de Marc Martínez Jordán, en las categorías de mejor cortometraje y mejor dirección.

Se trata de la historia, narrada en primera persona, de un joven aquejado de una grave enfermedad que convive con su abuela... y que está abocado a descubrir, el día de su cumpleaños, la verdad de su existencia. Martínez, graduado en la ESCAC de Barcelona, elabora un completo relato que bebe de mil fuentes, ya sea en lo visual como lo temático, para romper los límites de la realidad: desde David Lynch hasta Jean Pierre Jeunet, pasando por la confusión de identidades de no pocos relatos de superhéroes o, por qué no, el Abre los Ojos de Amenábar, para proponer una ida de olla notable. A cada plano, una idea, por muy esotérica o surrealista que ésta pueda parecer. Un poco comedia, un poco thriller perturbador, Cara de Caballo te hace reír y en un momento del final te destroza. No creo que un corto deba ser un largometraje en pequeño, y si lo es corríjanme, pero esto podría serlo sin problemas simplemente desarrollando lo que hay, que es mucho. Búsquenlo, traten de verlo y, sobre todo, recuerden el nombre de Marc Martínez: el corto es una genialidad.

El premio a la mejor interpretación fue para La hora del té, un relato de terror de Antonio Ledesma Vila en el que su protagonista, Josep Manel Casany, se las arregla para transmitir el creciente pánico de su personaje y el crescendo de tensión hasta el desenlace, que naturalmente no tarda en llegar. Obligado a revivir el trauma infantil de un secuestro, la interpretación de Casany destaca por su autenticidad y por sostener, a la vez, el drama real de esta víctima: al final y como en los mejores cuentos de terror, la cámara sirve de cuchillo para cortar la realidad, introduciéndonos en un área muy diferente a aquella en la que comenzamos. En la categoría de animación ganó Beyond Galileo, de Elías Ramo Galián. Un corto de animación por ordenador en estilo foto cómic que nos presenta, en apenas tres minutos, los últimos minutos del culpable de los peores crímenes de la humanidad, en particular al asesino del amor. Sin revelar más, lo hace la forma más atractiva posible: como un thriller de asesinatos neo-noir en el que la diversión pulp no desmerece a la tragedia.

Hubo, no obstante, otros cortometrajes interesantes que no se llevaron premio pero que me gustaría resañar. Ahí está el francés Voyage Voyage, dirigido, escrito y protagonizado por Yoonyoung Choi, una road-movie (o road-short, ha ha) que realiza una disección de personajes y situaciones muy completa: todo comienza con el viaje en coche de tres desconocidos mediante uno de esos sistemas similares a Bla-Bla Car tan en boga (y que un servidor jamás utilizará) para acabar en un enredo digno de una comedia romántica que habla de la soledad de sus tres protagonistas. Como también, en cierto modo, lo hace Formas de jugar, de Gemma Blasco Fernández, que narra los minutos anteriores y posteriores al descubrimiento de un muerto en un hotel, todo desde el punto de vista de varios personajes. Un rompecabezas muy bien rodado y mejor editado que comienza como un whodunnit y luego, con mucho sentido común, deriva hacia territorios más complicados... retratar el sentido del sinsentido.

Otro hostal es el de Hostal Edén, dirigido por Gonzaga Manso como si fuera Javier Fesser (que, no por casualidad, produce el corto). Se trata de una una comedia extravagante sobre dos inquilinos de un hostal bastante cutre que acaban siendo el uno para el otro (y donde la voz de Verónica Forqué, una "virgen" de escayola que narra el asunto en off, aporta el tono irónico). Me costó, finalmente, dejar de lado Espejo Humano, un thriller psicológico que reflexiona sobre la eterna pescadilla que se muerde la cola de la violencia de los medios y la real, pero en la que destaca más la atmósfera oscura y la intensa interpretación de Anna Castillo, aquí una muchacha desequilibrada y vulnerable que acaba reflejando el problema, se llevan la palma. Lo dicho: apunten sus nombres, más de uno dará que hablar.

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