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Nuria Richart

Si quieres trabajar en Hollywood, no digas que eres de derechas

En Hollywood también manda lo políticamente correcto. Son pocos los que se atreven a destaparse como conservadores porque "la izquierda es la mayor fuente de intimidación en la vida moderna de EEUU".

En Hollywood también manda lo políticamente correcto. Son pocos los que se atreven a destaparse como conservadores porque "la izquierda es la mayor fuente de intimidación en la vida moderna de EEUU".
El presidente Ronald Reagan con los actores Clint Eastwood y Louis Gossett Jr. en La Casa Blanca | Wikipedia

¡Atención! Pregunta: ¿Dígame cinco nombres de actores españoles de derechas? ¡Atención! Pregunta: ¿Dígame cinco nombres de actores de derechas que no sean considerados casposos por la masa guay. ¡Atención! Última pregunta: ¿Qué le pasó a la cantante Lourdes Hernández, Russian Red, cuando, pobre, contestó en una entrevista que entre izquierda o derecha "me quedo con la derecha"?

Pues en Hollywood ocurre tres cuartos de lo mismo. Pocos son los actores que se atreven a reconocer en público que son conservadores y no "liberal left". Tienen "miedo" porque las consecuencias son automáticas: deja de sonar el teléfono para ofrecer trabajo. Nadie con ganas de hacer carrera en la Meca del cine debería hacerle ascos al equipo de Ben Affleck, Kevin Bacon, Matt Damon, Leonardo Dicaprio, Sean Penn, Brad Pitt, Natalie Portman, Susan Sarandon, Barbra Streisand, Meryl Streep o JJ Abram. En las audiciones del "ya te llamaremos" te condenas al "ni te llamaremos".

Ahora más que nunca se marcan los bandos en la campaña a las elecciones presidenciales estadounidenses de noviembre. Allí el sorpasso lo han dado las estrellas de los realities de televisión con el multimillonario Donald Trump como ariete del "digo lo que pienso, ¿vale?". Mundo real y auténtico, dicen, frente al mundo ideal de los Obama-Clinton.

Los libros del columnista político y presentador superdotado Ben Shapiro (32 años) son una mina contra "los matones" de Hollywood. Denuncia la demonización y la intolerancia de los actores demócratas con sus colegas conservadores. Según Shapiro: "La izquierda es la mayor fuente de intimidación en la vida moderna de EEUU". En su libro Primetime Propaganda: The True Hollywood Story of How the Left Took Over Your TV, desentraña, por ejemplo, cómo el programa infantil Sesame Street es un ejemplo de la propaganda de izquierda. En el libro Bullies: How the Left's Culture of Fear and Intimidation Silences Americans, que entró en la lista de best sellers The New York Times, presenta Hollywood como un lugar "difícil y solitario, poco democrático en el debate político".

Shapiro dio una polémica charla en una universidad, que estuvo a punto de cancelarse por cuestiones de seguridad, porque se atrevió a defender en el campus estudiantil que la libertad de expresión y la diversidad de pensamiento debe estar por encima de la defensa de la "diversidad de color".

En el país de la libertad los actores conservadores, los malos de esta película, sufren ostracismo. Uno de los último episodios ha sido el boicot al CEO de Marvel, Isaac Perlmutter por donar un 1 millón de dólares a la Fundación de Trump para los veteranos de guerra.

Bret Easton Ellis, autor de la novela American Psyco, ha contado que en una cena privada le comentaron que eran más de los que se pensaba los artistas que simpatizaban con estos valores, "pero que lo ocultan por temor a las consecuencias a su carrera".

Según una encuesta de los años 90 los actores estarían más a la izquierda que la población estadounidense en general. Un 60% frente al 30%. O visto de otra forma, un 43% de la población norteamericana es conservadora frente a un 14% en Hollywood.

Gerald Molen, productor de La Lista de Schindler, conservador fiscal, cree que "hoy en día la derecha tiende a ocultar su política porque la izquierda es vengativa". Este ejemplo es curioso porque ha trabajado codo con codo con Steven Spielberg, uno de los mayores donantes de Hillary Clinton.

El productor Jay Hinkle (La jungla de cristal) que va a trabajar en una serie política con Rob Reiner (Destino Final) apuntaba: "La corrección política ha paralizado a nuestra sociedad, la gente tiene miedo a decir lo que piensa. A hacer cosas. Trump piensa que es el momento de dejar de decirle a la gente lo que quiere oír. Tenemos que volver a lo básico, que es crear puestos de trabajo".

Existen muchas listas para identificar a unos u otros: Conservative or Republican Actors en IMDb, la de NewsMax, la del Comité Electoral Nacional, o la del simple rastreo periodístico. Con los del partido de Abraham Lincoln se estudian sus distintos grados de implicación: donantes, afiliados y simpatizantes puntuales.

A las estrellas demócratas y republicanas les unen valores como el patriotismo o la defensa del matrimonio homosexual. Esto ni se plantea. Les separan: política fiscal, inmigración, ayudas sociales, medio ambiente…

¿Qué ven en Trump sus defensores?

Trump no se presenta a las elecciones, sino su marca. Trump atrae a clase media americana de "raza" blanca, cuya tasa de mortalidad ha subido y se quejan de abandono estatal. Como marca es sinónimo de espontaneidad, de discurso poco elaborado, porque así suena la realidad, de tener los pies en la tierra, de mano dura contra el terrorismo y contra la inmigración ilegal. Y, sobre todo, de volver a la esencia del potencial americano, el trabajo y la mano de obra. "Trump nunca dirá que América es incapaz de hacer algo" declaraba la viuda de un conocido escritor. Es marca de pasar a la acción.

Escenifica lo políticamente incorrecto. Las celebridades que apoyan a Donald Trump vienen, sobre todo, del mundo de la televisión y del deporte como Dennis Rodman, Hulk Hogan, Mike Tyson o Jesse James, "no se pude hacer grande América de nuevo sin trabajo duro", asegura éste último. Una de las donantes de Trump es, por ejemplo, la cuarta esposa del escritor Spillane Mickey, escritor superventas de novela policiaca y que empezó escribiendo algún Capitán América. Se justifica así a viuda: "Trump habla como siente", y admite que puede "ofender y molestar a alguien" pero "así es la vida".La mayor donación a su campaña se produjo tras decir que iba a deportar a los inmigrantes que vivían de forma ilegal.

Estamos ante la campaña de las identidades. Algo que el magnate ha publicado, y que no estaba obligado a hacer, es la identidad de sus pequeños donantes, los de menos de 200 dólares. Lo ha hecho porque esta partida casi dobla al de las grandes donaciones. Muy comentados han sido los 10 dólares de un hombre de una zona rural de Kentucky, o la aportación de la Policía de Chicago o Baltimore.

Ser conservador o republicano no implica, por primera vez en la historia de ese partido, que te guste Trump. El núcleo duro del GOP (Grand Old Party) soporta sus malas formas y sus malas palabras porque Hillary "sería aún peor". Otros lo ven como el final de una etapa política. Esta semana ha estado en nuestro país el escritor y guionista, ganador de un Óscar por Las normas de la casa de sidra, John Irving, y ante la pregunta obligada de los periodistas españoles salía con que "Trump es el menos malo de los republicanos".

El pasado republicano de Hollywood

Fueron republicanos: Walt Disney, Gary Grant, Frank Sinatra -a partir de que se presentara Reagan, antes se contaba entre los demócratas- Jack L. Warner, el productor de Casablanca, uno de los Warner Bros, James Cagney, John Wayne, Bing Crosby, Bob Hope, Glenn Ford, Frank Capra, Clark Gable o William Holden.

Durante la presidencia del actor Ronald Reagan se limaron asperezas con la costa oeste, "llegó más al corazón". Durante la Caza de Brujas de McCarthy, sin embargo, el gremio tuvo que mojarse sobre el comunismo.

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