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Juan Manuel González

Crítica: 'No Respires', con Jane Levy y Stephen Lang. El Ciego sabe dónde vives

¿Preparados para el mejor peor rato que pueden pasar ahora mismo en un cine? El Ciego sabe que están ahí.

¿Preparados para el mejor peor rato que pueden pasar ahora mismo en un cine? El Ciego sabe que están ahí.
Stephen Lang en No Respires | Sony Pictures
Póster No respires
Puntuación: 8 / 10

El verano de 2016 debería pasar a la historia por algo: los filmes de serie B, las muestras más humildes de cine de género, han sido claramente más estimulantes que la oleada de blockbusters nostálgicos y secuelas preparados como títulos punteros. Apartando un buen número de filmes mediocres que desbaratarían este razonamiento (es decir, por puro interés personal...) esta temporada han sido filmes como Infierno azul, Dos buenos tipos, Kubo, Nerve o incluso el nuevo Expediente Warren los que han proporcionado las mejores sensaciones, demostrando que, quizá, la industria debería cuidar y valorar más sus títulos "secundarios" e incluso dar un paso atrás en esa sangría de eventos cinematográficos de descomunal presupuesto.

Y a la prueba final, que podría ser esta excelente No respires, que acaba de lograr una aseadísima taquilla en su debut USA, me remito. El segundo filme del uruguayo Fede Álvarez tras su debut en, precisamente, un remake entre "friqui" y nostálgico (pero esta vez excelente) como fue Posesión Infernal, también bajo el amparo del "pope" del terror Sam Raimi, es un filme primitivo, terrorífico, una montaña rusa de horrores suburbiales que sin duda da una correcta vuelta de tuerca a ese áspiro subgénero de las películas de terror que al otro lado del charco denominan como "home invasion". Porque aquí, para empezar, los ladrones que asaltan la casa de un ciego acaban siendo las víctimas de éste... Un recurso no del todo novedoso (¿se acuerdan de The Collector?) al que sin embargo Álvarez posa en el suelo sin que su producto pierda un ápice de diversión malsana.

El ominoso plano aéreo que abre el filme, en el que el personaje que conoceremos como El Ciego (Stephen Lang) arrastra lo que podría ser el cadaver de Rocky (Jane Levy) por una calle vacía, es un perfecto resumen de su talento visual y la capacidad para albergar una "historia" más allá de su premisa inicial. Al comienzo de No respires, lo que en principio parece un plácido vecindario en los suburbios se revela, según la cámara aterriza, como una calle abandonada donde el asfalto descuidado y la maleza ocupan el lugar de las típicas vallas blancas y jardines cortados. Estamos ante un barrio fantasma de Detroit que la cámara de Álvarez explota adecuadamente: el silencio sepulcral de lo que debería ser un suburbio vivo resulta tan terroríficas como las habitaciones vacías que veremos después. En un recurso que el mismo director y guionista aplica a los personajes: en No respires, pese a su sencillez inicial, todo mejora una vez que miramos de cerca las costuras de su confección.

Armado de una fotografía de una enorme realismo y plasticidad (que a un servidor le recordó a las dos aportaciones al terror de Marcus Nispel, los remakes de La matanza de Texas y Viernes 13), y (cierto) permitiéndose un buen número de licencias y trucos fáciles, Álvarez confecciona un filme a grandes rasgos económico, fundamentado en un "pitch" poderoso y un giro argumental importante que sin duda modifica el mapa ideológico del filme (nadie duda que el condenado ciego guarda algo más en la casa...). Pese a algún exceso visual y la naturaleza manipuladora del mismo, Álvarez aprovecha sin embargo para introducir una importante dosis de claroscuros morales y éticos a la situación, una inyección que sin duda hace sumar enteros a un show de terror que de otra manera sería solo entretenido. En efecto, los ladrones no tienen ningún derecho a atracar a un rico; como tampoco uno deja de lamentar la tragedia que motiva al personaje de un (tomen nota) e-x-c-e-l-e-n-t-e Stephen Lang. Asímismo, esa ambigua "final girl" que representa Jane Levy no deja de permitir, pese a sus motivaciones legítimas (escapar junto a su hija de las garras de una familia de alcohólicos) y admirable determinación, ciertas analogías con la del propio monstruo, un exmarine ciego que sin duda merece pasar a los anales de villanos del terror reciente.

Digamos sin más que el guión de Álvarez y Rodo Sayagues consigue contar una historia con sus personajes, y que existen zonas comunes entre víctimas y verdugo que convierten No respires en un filme mucho más ambiguo e interesante de lo que podría parecer. A ello hay que añadir el dominio técnico de Álvarez, el ritmo sostenido pero incesante de la función, y el resultado es una película hábil que sabe cómo generar una profunda inseguridad física pero, también, moral. No respires es, por eso y su dominio de la tensión (ojo, sin más, a todo lo que ocurre en el sótano) es uno de los mejores peores ratos del año. Un lujo, un disfrute para el fan del terror.

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