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Premios Goya 2017: Dani Rovira se la juega en la gala del cine español

El cómico ha presentado la gala por tercera vez consecutiva. Ha anunciado que dejará las redes sociales tras la misma. 

El cómico ha presentado la gala por tercera vez consecutiva. Ha anunciado que dejará las redes sociales tras la misma. 
Dani Rovira en los Goya | EFE

Durante cuatro días, encerrados en una casa de campo, Dani Rovira y dos colaboradores (José Juan Vaquero e Iñaki Urrutia) se dedicaron a elaborar una serie de "gags", frases ocurrentes sobre motivos de actualidad y ante todo referentes al cine y a los personajes relacionados con los premios Goya de este año, en definitiva el armazón literario de lo que en definitiva le servirá al presentador malagueño como guión. No hubo apenas menciones políticas para no herir susceptibilidades. Olvidadas aquellas protestas de "los de la ceja". Prevaleció el humor. Ya veremos. Al menos esa es la pretensión de Dani Rovira, que se la juega por tercera vez.

Fue brillante en la gala de 2015, pero en la del pasado año digamos que su labor fue calificada con división de opiniones, como en los toros. Además, él recibió muchos palos por la pesadez del evento. Se cebaron con el monologuista de manera inmisericorde, por muy desacertado o poco gracioso que les pareciera a muchos. De ahí que estos días haya dicho esto: "Como me han dado por todos lados, estoy más tranquilo". Fue la presidenta de la Academia del Cine, Yvonne Blake, responsable del vestuario de muy importantes películas, quien tras conocer la opinión de los miembros de la entidad decidió repetir con Dani Rovira: es el único hasta esta XXXI edición que va a presentar ininterrumpidamente tres. Entre otras imperativas cuestiones, mantiene la presidenta: que el acontecimiento sea austero y breve.

Me temo que sus últimos deseos, llegado el momento de que los premiados vayan desfilando por el escenario, no se verán probablemente respetados, ante la incontrolable verborrea de los que en un noventa por ciento se ven impelidos a dedicar "el cabezón" (como en el gremio del cine se conoce al trofeo) al productor, al director, al equipo técnico, al de ambientación, a los de la peluquería, a sus padres, a sus tíos, al vecino del quinto y, si hay niño por medio o un abuelito, hasta terminan haciéndonos llorar. Incontinencia verbal, diría yo. ¡Qué peñazo…! ¿No debieran ser sobrios en sus parlamentos teniendo en cuenta que a la audiencia que ve la gala les importa un pepino esos mentados, y alargan con ello hasta las dos de la madrugada una retransmisión ya de antemano prevista en dos horas y media o tres? Dado que los Goya son una copia de los Óscar, en plan más pobretón, con las limitaciones que ustedes quieran, debieran hacer como en Los Ángeles: que les dan un minuto para hablar a los galardonados y si se exceden unos segundos, ¡zas, les cortan su "rollo"!

Intervendrá la Film Simphony Orchestra durante toda la noche, con un repertorio ceñido a las bandas sonoras más conocidas del cine. Yvonne Blake desea que todos los asistentes respeten en lo posible sus vestimentas. Ya en los últimos años contemplamos a nuestras actrices luciendo modelos de firmas acreditadas. Ellos, los actores, son los que más de uno "dan la nota", aunque no con la zafiedad de tiempos pretéritos, en los que hacían uso del cutrerío más casposo. Dani Rovira será el primero en dar ejemplo al ir de etiqueta, pese a que en su vida cotidiana vaya en camiseta y con vaqueros rotos. Últimamente se ha cortado el pelo y se le ven algunas entradas ya en su frente. Es aquello ya viejo de "… ¡se te ven hasta las ideas, tío!" Sólo una pena llevará consigo esta noche, y es la amargura que le ha supuesto no ser seleccionada su penúltima película, 100 metros entre las aspirantes a un Goya, ni tampoco los votantes de la Academia, sus propios compañeros, han tenido en cuenta su trabajo de protagonista, junto a Karra Elejalde, un enfermo de esclerosis múltiple que no se rinde y decide participar en una prueba deportiva, historia real basada en la vida de Ramón Arroyo. El tal Elejalde, estupendo actor, ya saben fue compañero de Dani Rovira primero en el debut cinematográfico de éste, con Ocho apellidos vascos. Cincuenta y cinco millones de euros recaudados en taquilla. Volvieron a formar pareja en Ocho apellidos catalanes y ahí, aunque hubo química entre ellos de nuevo, la cosa funcionó menos en sentido crematístico, amén de que el guión flojeara. Para Dani Rovira vinieron luego El futuro no es lo que era, una "road movie", y la antes mencionada 100 metros. ¿Qué ha hecho después el actor, amén de sus monólogos en "El Club de la Comedia" y sus giras teatrales? La sexta cinta de su filmografía: Thi Mai, que lo llevó nada menos que a Vietnam, donde dirigido por Patricia Ferreira (Los niños salvajes) volvió a coincidir con Carmen Machi (su madre de mentirijillas en Ocho apellidos…), con la compañía de las admirables Aitana Sánchez-Gijón y Adriana Ozores. Pendiente tiene un guión, aún sin concretar el rodaje, sobre un héroe del "comic", Superlópez. O sea, que a Dani Rovira le van las cosas sobre ruedas.

Añádanle, a esa agenda de trabajo bien llena, su felicidad junto a su pareja, la actriz Clara Lago que, desde que se enamoraron durante la filmación de Ocho apellidos vascos, no se han separado. Dos años juntos en Madrid, aguantando que les pidan autógrafos, pero sobre todo "selfies", que llegan a ser un fastidio. Por eso salen lo preciso a la calle. A ella también le sonríe el trabajo, pues hace el papel de una vampiresa en la serie norteamericana The librarians, que va por su tercera temporada. Luego están tramitando una Fundación que vela por los animales abandonados y otros asuntos relacionados con la Naturaleza. En sus últimas vacaciones en Málaga aprovecharon para representar, en el teatro Alameda, el espectáculo Improviciados, con fines benéficos. Dani Rovira hace tiempo que toma parte activa en actos solidarios.

A sus treinta y seis años cumplidos ha demostrado ser un actor con enorme capacidad para la improvisación en el campo del humor. Aquel que pensaba ejercer su carrera de Educación Física, pero prefirió dar rienda suelta a sus desternillantes monólogos, escritos por él mismo. Tal vez, para demostrarse a sí mismo que puede conseguir más retos literarios, publicó no hace mucho un libro de pensamientos e historias cortas, Carta a mi mejor amigo, y otro después de contenido infantil, Agujetas en las alas. Estamos ante un tipo lleno de ingenio, del que cabe esperar siempre un chisporroteo verbal regado con su gracia malagueña. Por eso, y en ello lo aplaudimos, no comprende cómo en las redes sociales existen gentes amparadas en el anonimato que insultan sin motivos. Lo ha vivido y sufrido. De ahí que haya anunciado que, después de los Goya, cerrará su cuenta de "Twitter". ¡Suerte esta noche, Dani! Hay mucha gente que te sigue, te apoya y muchos que no se meten contigo.

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