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Carlos Barrio

Trump en Tribeca: el cine progre americano trata de despertarse de su pesadilla

El Festival de Cine de Tribeca es la meca del cine más progre de EEUU, un entorno en el que la elección de Trump ha sido la madre de todas las bombas.

El Festival de Cine de Tribeca es la meca del cine más progre de EEUU, un entorno en el que la elección de Trump ha sido la madre de todas las bombas.
Donald Trump y Robert De Niro | EFE/Cordon Press

La elección de Donald Trump como el cuadragésimo quinto presidente de los Estados Unidos ha exacerbado la profunda división política de la sociedad americana. Para una buena parte de la población del país, fundamentalmente la situada en ambas costas, Trump representa una especie de involución en el inexorable camino de la nación americana hacia la culminación de la agenda liberal –en el sentido americano- y progresista.

Para buena parte del mundo artístico del país -entre el que se encuentra Hollywood- la elección de Trump es un "enorme error histórico". Dichos intelectuales defienden lo que Ben Shapiro llama una visión hegeliana de la historia, según la cual ésta tiene un sentido lineal y progresivo hacia la culminación de una agenda progresista y supuestamente emancipadora de la sociedad americana.

Los gobiernos republicanos posteriores al presidente Eisenhower -el último presidente republicano que les ha caído algo simpático a los demócratas americanos- habrían supuesto un retroceso en la extensión de los llamados derechos civiles, la sostenibilidad del medio ambiente o un incremento intolerable en los niveles de desigualdad social del país.

Robert De Niro, uno de los cofundadores del Festival Internacional de Cine de Tribeca, es un claro ejemplo de fervoroso seguidor de dicha elaboración del mito puritano americano del "destino manifiesto", en su versión progre. Para él y la pléyade de actores, actrices y directores de cine de Hollywood que le secundan, la misión de los cineastas "comprometidos" se asemeja a la función que Platón asigna a sus filósofos reyes en la República: aleccionar al poco ilustrado espectador americano de los peligros de la nueva sofística que representa la llamada alternative right americana.

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Desde sus orígenes en 2002 el festival de Tribeca se ha erigido en uno de los grandes baluartes del llamado progresismo americano. El cambio climático atribuido a la acción del hombre, el control de las armas, la ideología de género obligatoria, la lucha contra la islamofobia, el multiculturalismo acrítico o la desigualdad creciente en el mundo son algunos de los temas estrella del festival. Es habitual que se programen documentales, que hábilmente combinan medias verdades con dosis de insufrible sentimentalismo.

Hace dos años Chomsky, el anarquista de cabecera del New York Times, nos sermoneaba con el "fin del sueño americano" y su conversión en una pesadilla plutocrática y especulativa, con su documental Requiem for the American Dream. El año pasado la poesía de Galeano hacía las funciones de adagietto de un documental panfletario como pocos, Shadow World, que vinculaba militarismo con liberalismo extremo, obviando lo que liberales como Benjamin Constant o libertarios como Murray Rothbard pensaban sobre las guerras de agresión.

'Trumpitis' obsesiva-paranoide

La edición de este año del Festival de Tribeca ha coincidido con la "traumática" -los progres americanos padecen una trumpitis obsesiva-paranoide- elección de Donald Trump hace apenas cinco meses. Se esperaba que De Niro y sus colegas -Diane Lane, Willem Dafoe, Tom Hanks, Iñárritu….- nos convencieran poco menos que del inminente retorno de las plagas bíblicas de Egipto. Al final, ha estado más presente el trumpismo y lo que este representa, que la propia figura de Donald Trump.

El festival comenzó con ciertas referencias a su persona poco elogiosas -De Niro lo comparó con la mafia de la célebre saga de El Padrino-, que fueron tímidamente retomadas durante la gala de clausura. El cineasta iraní Kaveh Mazaheri quiso emular a su compatriota Farhadi en los premios Oscar para denunciar la política inmigratoria de Trump. Mazaheri, que ganó el premio al mejor corto de ficción, culpó por videoconferencia a Donald Trump de no haber podido recoger personalmente el galardón. Debe ser que nadie de la organización del festival le recordó al realizador iraní que el famoso veto ha vuelto a ser suspendido por otro juez federal.

Durante la ceremonia de entrega de galardones, la única a la que tiene acceso la prensa no afín a la izquierda caviar americana, la realizadora americana Rachel Israel nos ofreció su particular ejercicio de Bescansanismo indie, paseando por todo el auditorio a su bebé de seis meses. La vida de activista pro derechos humanos made in Brooklyn exige estos pequeños sacrificios para conciliar la vida profesional y familiar.

La industria del carbón

Mucho más presente ha estado el trumpismo en una serie de documentales que nos "alertan" de los enormes riesgos que se ciernen sobre el programa progresista americano. From The Ashes es un documental que se centra en la famosa war of coal en los Estados Unidos. La industria del carbón lleva varios años en el disparadero de la agenda progresista americana, en especial desde que el anterior presidente Barack Obama decidió apostar por las energías verdes renovables. Los demócratas no olvidan, ni perdonan el hecho de que una parte de los votos de Trump han llegado de la mano de mineros de los Apalaches, que han perdido su trabajo por las regulaciones federales relativas a la industria del carbón. El documental pretendía dos cosas. Una mostrarnos que el carbón es una fuente de energía en declive y que cualquier intento por apostar por nuevas instalaciones de extracción del carbón menos contaminantes es un error. Es caro y no es tan futurista como llenar el país de paneles solares y molinos de viento. El argumento del mayor coste económico, en cambio, no vale para las llamadas subvenciones verdes. El "progreso es el progreso" ya se sabe.

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'The Third Industrial Revolution'

The Third Industrial Revolution es otro documental que incide en la inminencia del colapso civilizatorio. El calentamiento global por la acción de la despiadada industrialización es un hecho científico, ergo irrefutable -curiosamente obvian que lo científico es lo que puede ser refutable como demostró Popper-. Hay que prepararse para un futuro verde, para una nueva era o como la llama el protagonista del documental Jeremy Rifkin: una tercera revolución industrial. Apoyándose en la termoeconomía de Georgescu-Roegen, Rifkin concluye que el capitalismo, tal y como lo "padecemos" ahora, es ineficiente. No solo desde el punto de vista ecológico, también desde el económico, pues no permite dar una explicación convincente del declive progresivo de la productividad en las economías del planeta.

Rifkin arguye que eso se debe a que el paradigma económico imperante, inspirado en la física newtoniana, no tiene en cuenta la existencia de una entropía -pérdida de eficiencia energética en los procesos productivos-. La solución que propone es un modelo económico cooperativo -¿acaso el verdadero capitalismo no lo es?- descentralizado, dependiente de las nuevas tecnologías y que se acerque al llamado coste marginal cero.

Traumados por Clinton

La derrota electoral de la candidata del establishment, Hillary Clinton, ha supuesto un duro varapalo para las mentes del progresismo americano, que todavía se encuentran cavilando que ha podido pasar para que el pueblo americano haya podido cometer "tamaño error".

La respuesta parece encontrarse en el documental Get me Roger Stone, que profundiza en la controvertida figura del consultor político, Roger Stone, uno de los asesores más destacados de Trump en su campaña presidencial. Para los autores intelectuales de dicho documental, los republicanos se han "desmadrado" desde que han empezado a asumir las formas de la llamada alternative right. Uno de cuyos mayores "defectos" parece ser el de haber perdido los complejos frente a la izquierda. El documental pretende demostrar apodicticamente que la calumnia y el juego sucio son cosas exclusivamente republicanas y que del lado de Hillary Clinton solo ha habido exquisitez de guante blanco.

The Ronald Reagan Show, por su parte, es la particular "mirada progre" a los esfuerzos del presidente por lograr el desarme con la Unión Soviética en los años ochenta. El documental presenta la tesis de que el éxito de Reagan se debió a sus dotes como actor y al dominio de las relaciones públicas de su equipo de colaboradores. La inteligencia y la amplitud de miras eran cosas de Gorbachov, según la visión que se nos quiere trasmitir.

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'Elián'

Elián es un documental que pretende recuperar la figura del niño-balsero Elián, cuya custodia fue objeto de disputa tanto por Cuba como por los Estados Unidos a finales de los 90. El documental pretende ser un acercamiento neutral a la cuestión y dar la voz al ahora adulto Elián González. A pesar de dicha noble intención, cuando se ve se tiene la impresión de que es Obama el que nos habla y no tanto Elián. El documental parece otro intento de recordar a la administración Trump que cualquier intento de revertir la política de distensión con la dictadura cubana está "del lado equivocado de la historia".

Mirada complaciente hacia la corrupción

Por último mencionar la mirada complaciente hacia la corrupción cuando esta afecta a las nobles causas vinculadas a la agenda progresista. Acorn and the Firestorm acude en rescate y ayuda de ACORN, un ya extinto lobby asociado al ala más extrema del Partido Demócrata. Desde su fundación, a comienzos de los años setenta, se ha dedicado a promover ante congresistas y senadores la elevación del salario mínimo federal, la regulación de las hipotecas variables o la inscripción de nuevos votantes de entre las minorías del país. El escándalo saltó a la luz pública cuando se difundieron una serie de vídeos ocultos sobre la malversación de fondos federales por parte de esta asociación. El documental se dedica a glosar los inmensos servicios prestados a la "noble causa de la igualdad", obviando la malversación de 50 millones de dólares del dinero del contribuyente americano.

La credibilidad del Festival de Tribeca, como baluarte de los valores americanos, se ve seriamente mermada por la no programación de documentales relativos a "otras" vulneraciones de derechos civiles en el país. La candente cuestión de los llamados free spaces -universidades donde se vetan determinadas opiniones contrarias a la agenda progre-, el fenómeno del alza de las llamadas ciudades santuario -donde ya no se aplican las leyes inmigratorias de los Estados Unidos- o la persecución de los cristianos en el mundo parecen ser asuntos que no merecen la atención de los programadores, pese a existir documentales al respecto. Es la eterna ley del embudo progresista. Nihil novo sub sole.

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