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Juan Manuel González

Crítica: 'Me casé con un boludo', con Adrián Suar y Valeria Bertuccelli

'Me casé con un boludo' es otra muestra más de irreverencia de palo y verborrea argentina.

Las modas van y vienen, y a veces con el tiempo, vuelven. Una de las que afortunadamente quedaron atrás fue la del cine argentino, que provocó en la cartelera española un apelotonamiento de comedias inexplicablemente bien valoradas, basadas en la inefable verborrea nacional del, ya saben, estereotipo argentino, y un brutal acomodo estético que ahora, con el estreno de esta exitosa Me casé con un boludo (la película en imagen real más exitosa del pasado año en su país) podemos rememorar aunque sea de manera transitoria.

No se trata de que el filme, pergeñado con habilidad por el equipo de Un novio para mi mujer, sea mediocre. La película de Juan Taratuto, pese a avanzar a empujones, quiere ser más o menos lo que es. Pero sí que desaprovecha todas y cada una de las oportunidades de sátira que apunta al comienzo para al final acabar acomodándose en el sobado territorio de la comedia romántica. El director de No sos vos, soy yo, al principio apunta a la línea de flotación del mundo del artisteo, situando como protagonista a un egocéntrico actor argentino encarnado por Adrián Suar que cae rendido a los encantos de una mediocre actriz encarnada por Valeria Bertucelli, así como ese intento de convertir la realidad en una de sus propias películas (se me ocurre, y llámenme limitado en mis referencias, que es lo mismo que hacía Michael J. Fox en la muy superior -y olvidada- comedia de acción Colegas a la fuerza). Pero es que tanto el retrato de ese ambiente como el de los dos caracteres opta por la brocha gorda, por la parodia fácil, lo que puede provocar la sonrisa en alguna que otra secuencia elaborada (las menos: se me ocurre la que tiene lugar en el falso psiquiatra) pero sabotea el verdadero empuje del filme. Al final, todo son amagos en beneficio de lo de siempre.

Naturalmente hay chispa en las réplicas, pero el intento de facturar una suerte de Mejor... Imposible argentino se queda en la pura epidermis. Me casé con un boludo parece una comedia americana de hace veinte años rodada ahora, en plan televisivo, y tampoco excesivamente bien. No molesta que tire por la vía sentimental tanto como que, en realidad, ese guión de vodevil engañe para llegar a ello, casi tanto como el que se inventa el protagonista para seducir a su víctima, sin que haya genuino sentimiento . Los requiebros en sus dos personajes rozan lo ilógico en un filme despistado, apenas adornado por un puñado de las tomas aéreas de dron sobre Buenos Aires.

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