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Rosa Belmonte

El señor Dawson y la señora Miniver

'Dunkerque' es una de esas razones por las que se va al cine, por las que hay que ir al cine.

'Dunkerque' es una de esas razones por las que se va al cine, por las que hay que ir al cine.
'La Señora Miniver' | Fotograma

Ha coincidido el 75 aniversario de La señora Miniver (1942) con el estreno de Dunkerque. Al ver la última de Nolan compruebas que a veces (pocas) una película actual no es inferior a una de cine clásico. También compruebas que a veces (menos) los ditirambos de las críticas de cine tienen razón. Dunkerque es una de esas razones por las que se va al cine, por las que hay que ir al cine. De La señora Miniver, de William Wyler, Churchill dijo que había hecho más para ganar la guerra que una flota de destructores. Norma Shearer rechazó el papel de la ama de casa británica durante la guerra porque no quería aparecer como la madre de un hijo mayor. Greer Garson no sólo aceptó sino que acabó casándose con Richard Ney, de 26 años, que hacía de su hijo. Eso además de conseguir el mejor papel de su carrera y un Oscar por la interpretación. En su agradecimiento a la Academia estuvo una hora hablando, según unas fuentes. Según otras, el discurso duró más que su papel. Gracias a la pesadez de Garson, se limitó el tiempo de las intervenciones.

La familia Miniver está compuesta por un matrimonio acomodado y feliz (Greer Garson y Walter Pidgeon) con tres hijos que vive en una bonita casa a orillas del Támesis. Antes de que se declare la guerra, la familia tiene una vida vulgar, comprando ropa, comprando coches o iniciando relaciones (Richard Ney con Teresa Wright, sobrina de una aristócrata). Luego los hombres se van al frente y en Inglaterra se sufre la guerra (la señora Miniver lee a los niños cuentos de Lewis Carroll durante los bombardeos de la Luftwaffe). El guión tiene su origen en las columnas de Jan Struther (Joyce Anstruther). Había empezado en Punch en los años 30 y The Times le ofreció escribir sobre una mujer normal. Jan Struther creó el personaje de Mrs. Miniver y los textos, en los que se hablaba de la posibilidad de una guerra y sólo al final de la guerra, se recopilaron en 1939 en un libro.

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Hay una escena preciosa en La señora Miniver en la que se ven las pequeñas embarcaciones de recreo y de pesca por el Támesis rumbo al Canal de la Mancha. Son los barcos pequeños y civiles que van a participar con los mayores (y de la Armada, la mayoría) en la Operación Dinamo. Es lo que cuenta Dunkerque, el rescate de los soldados británicos en esa playa. A finales de mayo de 1940, unos 400.000 soldados estaban atrapados en la costa norte de Francia. Con las tropas nazis a 10 kilómetros. El 26 de mayo se lanzó la operación de rescate y el último soldado salió el 4 de junio (se rescató a 330.000). Una retirada, una derrota, que sirvió para la victoria final. Una operación militar gigantesca que en Dunkerque se convierte en una película gigantesca.

Hay tres planos, tierra, mar y aire. El mar está protagonizado por Mark Rylance en el papel de Mr. Dawson, un voluntario civil en su pequeño barco (le acompaña su hijo y un muchacho; su otro hijo murió en la guerra). Un navegante sin dudas bajo los Messerschmitt y los Spitfire que le vuelan encima. Al mar le corresponde la parte más emocional, que se produce cuando la flotilla llega a la playa. Como si Mr. Dawson fuera el general Custer. Pero el señor Dawson, una también querría ese padre, es el Atticus Finch de la Segunda Guerra Mundial. Me gusta más para la señora Miniver que Walter Pidgeon.

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