La SEMINCI de Valladolid siempre se ha caracterizado por traer filmografías de todo el mundo, y este lunes ha sido un buen ejemplo de ello. Empezamos con una coproducción entre Suecia, Alemania, Dinamarca y Marruecos, The Nile Hilton Incident, dirigida por un sueco de orígenes egipcios, Tarik Saleh. Precisamente es en El Cairo donde sitúa la acción y más concretamente en 2011 en plenos disturbios callejeros que terminarían con la dimisión de Mubarak.
En ese escenario asistiremos al asesinato de una joven cantante en un hotel de la ciudad y a la posterior investigación que inicia el agente Noredim Mustafa. Pronto descubre que la joven mantenía una relación con el propietario del hotel, Hatem Shafiq, quien además es promotor inmobiliario, diputado nacional y amigo íntimo del hijo del presidente Mubarak. Ya sea por la distancia que garantiza el haber nacido en un país europeo plenamente democrático o por otro motivo, lo cierto es que Tarik Saleh sabe mostrarnos una cruda pero fidedigna radiografía de la corrupción que impera en Egipto. Poderosos que son impunes al igual que los policías que no dudan en sacar tajada de todo y todos, incluidos sus propios compañeros. La película está inspirada en el asesinato en 2009 de la cantante libanesa Suzanne Tamin.
Y de Egipto a Japón para ver Hacia la luz (Hikari) de Naomi Kawase. Había mucha expectación por ver lo nuevo de la directora japonesa después de que hace sólo dos años nos hiciera reír y llorar en este mismo festival con Una pastelería en Tokio. En esta ocasión nos presenta la historia de una joven que hace de su profesión, audiodescriptora de películas para personas ciegas, toda su vida. En una de esas sesiones conocerá a un reputado fotógrafo que está perdiendo la vista.
Kawase, cómo es habitual en su cine, sabe presentarnos a personajes como el del fotógrafo con el que el espectador pasa de la antipatía a la empatización, y lo hace a fuego lento, conteniendo la emoción poco a poco para al final estallar. Y ese es el problema que le veo a Hacia la luz, que no termino de estallar. Si en Una pastelería en Tokio disfrutábamos de la lentitud mientras veíamos a la anciana pastelera elaborar los dorayakis, en esta ocasión Kawase se ha pasado con la lentitud de la cocción que hace, al menos en mi caso, que desconecte. La película, no obstante, es bellísima de ver, como siempre en Kawase que cuida al extremo la fotografía. El público daba un sonoro aplauso al término de la proyección. En España llega a los cines el 17 de noviembre.
Por último, tocaba el turno a toda una veterana, Agnieszka Holland, que con Spoor nos sitúa en una localidad aislada en la frontera entre Polonia y la República Checa. Allí vive una ingeniera de caminos jubilada que ama por encima de todo a los animales. Para ella la localidad situada en plena montaña es el paraíso, solo enturbiado por una comunidad de cazadores muy activos durante todo el año de los que sospecha que están detrás de la desaparición de sus perros.
En una comunidad donde hasta el parraco parece esconder secretos, empiezan a aparecer cazadores muertos en plena naturaleza. Nuestra protagonista se obsesionará con este misterio ya que está convencida de que es la propia naturaleza la que se está vengando.
