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Cuando la estupidez humana te lleva a la muerte

La película brasileña Gabriel y la montaña narra cómo tomar decisiones a la ligera a veces puede tener consecuencias gravísimas.

La película brasileña Gabriel y la montaña narra cómo tomar decisiones a la ligera a veces puede tener consecuencias gravísimas.
Gabriel y la montaña. | SEMINCI

El miércoles empezaba el día en la SEMINCI de una forma tramposa gracias a Daha (More). La película aborda el tráfico de inmigrantes en Turquía, a donde llegan por tierra y caen en las manos del padre de nuestro protagonista, Gaza, un joven de 14 años. Su padre los mete en un camión y los lleva hasta su casa-almacén donde los esconde en un mugriento sótano a la espera del momento oportuno para cruzar en barco el mar Egeo hasta Grecia.

Gaza es un joven que sueña con ir a estudiar a Estambul, meta para la que se esfuerza y saca buenas notas. Sin embargo, vemos cómo su padre no sólo maltrata a los inmigrantes sino también a su hijo con el objetivo de que olvide los estudios y le ayude en el lucrativo negocio. ¿Por qué es tramposa la película? Metan un niño muerto, una violación, un policía corrupto y unos cuantos tópicos más y tendrán el guión de este film turco. Pese a lo terrible que cuenta, y que por desgracia ocurre, no conectas con la película porque las trampas para provocar la lágrima son tan burdas que consiguen lo opuesto.

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No mejoraba el día con Gabriel y la montaña, una película brasileña basada en hechos reales. La cinta comienza en Malaui con el hallazgo del cadáver de nuestro protagonista, un joven brasileño que antes de empezar la universidad en Estados Unidos decide tomarse un año sabático y dar la vuelta al mundo. La película narra sus aventuras en los últimos países que visita en África: Kenia, Tanzania, Mozambique y Malaui.

Piensen cómo viajaría y se comportaría un progre europeo en África y tendrán a nuestro joven brasileño, empeñado en "vivir África como los africanos" mientras cuelga de su cuello una Réflex de más de 1.000 dólares y en la cartera lleva sus tarjetas de crédito que no duda en usar cuando no vive África como cree que debería. Pese al terrible comienzo, el protagonista resulta antipático e irritable, no sólo por su pose de amigo de los pobres mientras está decepcionado porque no lo ha admitido Harvard y tiene que "conformarse" con UCLA, sino con sus decisiones.

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El día lo salvó la norteamericana The Rider. Curiosamente es una película dirigida por una directora de origen chino, Chloé Zhao, que aborda algo tan americano como el mundo de los rodeos. Está basada en la historia real de Brady Jandreau, que se "interpreta" a sí mismo. Brady era un cowboy famoso y triunfador que un buen día sufre una gravísima lesión y los médicos le dicen que tiene que abandonar los rodeos y los caballos si quiere seguir viviendo, porque un nuevo golpe en la cabeza tendría consecuencias irreparables.

Brady se planteará qué puede hacer un cowboy si no puede seguir montando en caballo y si será capaz de dejar la fama por un puesto de trabajo "normal". Tras pasar por Toronto y Cannes, en éste último con premio incluido, la película ha llegado a la Seminci donde ha gustado tanto a crítica como a público. Un buen guión que no cae en la tentación de buscar la lágrima en el espectador, y mira que lo tenía fácil, sino que nos presenta un drama con tintes de western en donde la emoción está contenida. La película llegará a principios de 2018 a España.

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