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Juan Manuel González

Crítica: 'Retrato de un amor', con Lakeith Stanfield e Issa Rae

Retrato de un amor es una pequeña y agradable sorpresa. Un melodrama romántico que no antepone la cuestión racial a la historia.

Retrato de un amor es una pequeña y agradable sorpresa. Un melodrama romántico que no antepone la cuestión racial a la historia.
Retrato de un amor | Universal

Retrato de un amor, nacida y estrenada en los prolegómenos de dos fenómenos devastadores, el coronavirus y los disturbios raciales, corre el riesgo de pasar por una producción reivindicativa o concebida al gusto de etiquetas comerciales actuales. Y en parte, a su modo, es cierto, aunque la película de la afroamericana Stella Meghie escoge otra vía más convencional (¿mejor? ¿peor? Ustedes eligen) para contar una historia indeleble. Y esta es, ni más ni menos, que el amor de dos jóvenes, Michael y Mae (Lakeith Stanfield e Issa Rae, ambos excelentes) destinados a encontrarse y desencontrarse, como en todas historia de amor digna de ser plasmada, durante los cien minutos que dura la película.

El resultado no es excelente, pero sí más que suficiente. Retrato de un amor se mueve a dos aguas en casi todo, pero honestamente, lo hace muy bien: su mezcla de drama, romance y algo de humor se produce ante el espectador de manera suave y adecuada, desde luego más elegante que en el grueso de títulos del reciente melodrama romántico comercial. Todos los giros argumentales y psicológicos de una adaptación cualquiera de Nicholas Sparks, con El diario de Noa a la cabeza, tienen cabida aquí, pero casi todas las decisiones como directora y guionista de Meguie intentan dotar a la película de una superior atmósfera, y algunos dirían, dignidad. Ya solo la manera de rodar esa conversación de Michael y Mae tras una enorme tormenta en Nueva York demuestra que lo consigue.

La película logra salir de esa rutina visual y digital típica de otros productos coetáneos, que lo mismo podrían haberse estrenado en Netflix que en salas como de otros títulos "indies" de tono y atmósfera gris, infinitas pretensiones y más bien pocos resultados. Meghie, ayudándose de la banda sonora de Robert Glasper, a medio camino del soul y el jazz, aporta el toque "negro" pero sobre todo un gusto por lo sensual, romántico y nostálgico que eleva su película. Nunca cae en lo cursi o el esteticismo barato.

Y sí, también está la cuestión social, que abordamos al final. La película no oculta su intención de "ajustar" la representación de personajes afroamericanos en pantalla (sus dos jóvenes protagonistas son dos profesionales intelectuales en un entorno urbano no precisamente desfavorecido) hasta situarlos exactamente en el mismo lugar que otros muchos personajes blancos, pero la decisión de Meghie se produce sin aspavientos ni discursos, reflejando también una fractura evidente en ese artículo sobre el Katrina que escribe el protagonista (tanto Christina como Isaac, la generación del "flashback", vive en un entorno bien distinto). Todo en ella, incluso su (convencional) estructura narrativa, está diseñada con una finalidad: preguntarse en qué medida los hijos están destinados a repetir las disyuntivas de los padres. Lo dicho, una pequeña y digna sorpresa.

Retrato de un amor se estrena en cines el viernes 24 de julio.

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