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'Almas condenadas': el lado malo de Wes Craven

Wes Craven aborda en Almas condenadas lo que podría considerarse un resumen de su carrera fílmica, además de un nuevo intento por renovar el maltrecho género del cine de terror juvenil al que el propio director dio renovado impulso con varias de sus películas. Si con Scream (1996) Craven dio el pistoletazo de salida a las variaciones postmodernas del género y creó de la nada una nueva y taquillera saga – de la que hace pocas semanas se estrenó su cuarta entrega-, ahora el mismo director toma como referencia su propia serie de películas e intenta aportar una nueva vuelta de tuerca sumando un elemento sobrenatural a ese esquema primordial de thriller. Un componente fantástico heredero de algunos otros filmes suyos, como Pesadilla en Elm Street, Shocker o La serpiente y el Arco Iris, que lamentablemente, y a diferencia de (algunos) de los ejemplos anteriores, no le libra de dar un patinazo en toda regla.

Al igual que en la saga del asesino Freddy Krueger iniciada en 1984, la amenaza que se cierne sobre los jóvenes protagonistas de Almas condenadas es una leyenda urbana que encuentra una manera de materializar su venganza. Y son las mentiras de una sociedad hipócrita –y la estupidez de sus propios protagonistas- las que producen nuevas víctimas entre la joven población de una pequeña localidad de Massachussets.

La película apunta este elemento sobrenatural en escenas muy efectivas, como su enfermizo y trepidante prólogo, en la que se narra la cadena de crímenes, detención y supuesta muerte de Abel Plainkoff, un asesino con múltiple personalidad. A partir de ahí se suceden apuntes interesantes y malsanos (los maltratos que sufre uno de los protagonistas, la discusión familiar que precede –o provoca- el climax final...) y golpes de humor más o menos logrados. Pero Craven parece estar limitado por su propio guión, que no consigue desarrollar bastante esas ideas, o lo hace de forma confusa por culpa de un montaje que acaba dejando en el tintero varias de las sugerentes variaciones de la historia (uno de los protagonistas parece ser el receptor de las almas de las víctimas).

El director de Scream 4 consigue buenas interpretaciones de su joven reparto de actores desconocidos, e incluso alguna escena de suspense atractiva (la que sucede en un bosque y envuelve a varios de los protagonistas), pero nada oculta el traspiés. Almas condenadas no tiene el sentido del humor de Scream ni su tensión creciente –el final es un chisgarabís de cuidado- y hereda algunos de sus defectos. Pese a lo competente de sus guiños, algo que sus fans apreciamos, la película nunca levanta el vuelo.

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comentarios
1 kenauros, día

Siento ser el pedantón de turno, pero hay cosas que chirrían. Chisgarabís: Chiquilicuatro --> Zascandil, mequetrefe. Un final difícilmente puede ser un chisgarbís. Por lo demás un buena crítica que hará que ponga tierra de por medio entre esta película y el menda, que el tiempo es muy valioso para perderlo en tonterías.