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Celebrando 'Amanece, que no es poco'

El cine Callao de Madrid, en pleno centro de la capital, se convirtió durante unas horas en el la sierra de Albacete.

El cine Callao de Madrid, en pleno centro de la capital, se convirtió durante unas horas en el la sierra de Albacete. Amanece, que no es poco, la célebre comedia coral filmada en 1988 por José Luis Cuerda, fue esta semana objeto de un homenaje nada sentido en una cita obligada para fans, cinéfilos y nostálgicos organizado por la librería La Central. Y no, no fue sentido: tras el pase el propio Cuerda y uno de sus veinte protagonistas, el actor Antonio Resines, dieron pie a una hilarante rueda de prensa que desveló no pocos detalles sobre una de las pocas películas de culto popular que ha dado la cinematografía española.

La excusa esta vez era doble, aunque acabó siendo lo de menos. Por un lado, la presentación de un libro que celebra el 25 aniversario de la película (Amanece, que no es poco, Ed. Pepitas de Calabaza), que recoge no sólo el guión original (que de haber sido filmado de manera literal duraría más de cinco horas, según el propio Cuerda) sino otros textos del director. Y por otro, servir de previa a la celebración definitiva en el festival de Valladolid, donde será "coronada" como la mejor película española a tenor de una encuesta realizada a través de las redes sociales por la propia Seminci.

Un cuarto de siglo durante el cual la película, estrenada en los ochenta sin pena ni gloria, se ha alzado como uno esos fenómenos sociales, situados entre la nostalgia, el culto y la reivindicación, que tan ajenos suelen resultarle al cine español. Quizá por eso, el público en la sala Callao -de todas las edades y procedencias- se conocía la película de memoria, convirtiendo la proyección en una celebración, luciendo camisetas con sus emblemas ("¡Alcalde, nosotros somos contingentes pero usted es necesario!") y rugiendo con pasión ante los gags más celebrados. "No la había visto en mucho tiempo, y está muy bien. Pero vosotros os la sabéis de memoria", aseguró un Resines que, a diferencia de su personaje, no sabemos si regresaba de Oklahoma. El actor no se dio cuenta de lo que tenían entre manos hasta 2003, rodando Los Serrano, cuando sus compañeros de reparto, los jóvenes actores Fran Perea y Verónica Sánchez, "recitaban diálogos enteros de la película".

Amanece, que no es poco, verdadero hito del humor español, sigue resultando una divertidísima acumulación de gags imposibles, que juegan con la descontextualización y la literalidad de las palabras como vía de afirmación de los tópicos españoles, y de paso y si nos ponemos, también los ajenos. La fórmula de Cuerda no cuestiona nada, salvo la lógica, pero a la vez lo enseña todo de nuestro país. Sigue resultando igual de abrupta -menos para él, como demostró en su brillante speech- y la vez extrañamente capaz de deslizar temas universales y humanos (diferencias sociales, muerte, familia, sexo), lo que refrenda su total actualidad. El director se confesó ajeno a la tradición del non-sense británico, por mucho que la obra parezca salida de los Monty Phyton. ¿Un pueblo de Albacete con devoción por William Faulkner? ¿Una asamblea para repartir arquetipos? ¿Hombres tan arraigados que nacen de la tierra? Todo ello combinado, pese a su rudimentaria puesta en escena, con imágenes tan perdurables como esa de Saza disparando al sol y rugiendo "me cago en el Misterio".

Una comedia apta para todos los públicos, veteranos, hipsters o desengañados del cine patrio, e incluso para el visitante extranjero, extrañamente capaz de captar el carácter e idiosincrasia española entre el sinsentido general. ¿Es Amanece, que no es poco la mejor película del cine español? En realidad tanto da. Se trata de una película y un libro -por cierto, pródigo en fotografías y anécdotas- imprescindibles.

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