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Este hombre tiene un secreto

En Un final made in Hollywood, Woody Allen hacía un guiño casi definitivo a su audiencia europea con la historia de un director en decadencia y ciego que, sin embargo, lograba el reconocimiento de la crítica en Europa. El mismo placer que aquella película de Allen proporcionó a sus fans europeos es, probablemente, el que Super 8 regala a los fans del cine comercial y familiar de los ochenta creado por Steven Spielberg, Y que da la casualidad que es casi toda una generación de público y cineastas.

En esos momentos cintas como E.T., Encuentros en la Tercera Fase, Los Goonies y Cuenta conmigo, consiguieron conjugar imaginativos efectos visuales con algo que ahora se les escapa a los grandes estudios: emoción. Para bien o para mal, las cintas de la factoría Amblin Entertainment señalaron a Hollywood el camino de la industria, acabando de poner el candado a ese Nuevo Hollywood de Schrader, Coppola, Hopper y De Palma, enterrado por sus propios excesos.

Las cuatro cintas mencionadas más arriba (las dos primeras de Steven Spielberg), y algunas otras amparadas por el propio J.J. Abrams, están en la génesis de Super 8, una obra de ciencia ficción espectacular, pero abordada desde un punto de vista infantil que otorga al relato una chispa de humanidad que hacía años que no se veía. Pero más allá de un experimento metalingüístico de cine dentro del cine, de recuerdo de las producciones Spielberg (no por casualidad, productor del evento), Super 8 es un fiel reflejo de la mezcla de transgresión y dulzura que el neoyorkino J.J. Abrams –más conocido por ser el gurú televisivo de las series Perdidos, Fringe o Alias- otorga a sus relatos.

Y es que el creador de Perdidos, apodado el nuevo Spielberg, tuvo unos comienzos casi tan proféticos como los destinos de sus personajes. El joven Abrams recibió, con tan poco más de quince años, una beca para restaurar las películas en Super 8 que un joven Steven Spielberg realizó en su infancia. Un par de décadas después, y después de los guiones de A propósito de Henry (1991), Eternamente joven (1992) y Armageddon (1998, debido a una docena de plumas, entre ellas la suya) y un puñado de series revolucionarias, Abrams preparaba su debut en la gran pantalla con Misión Imposible III, protagonizada por Tom Cruise. El actor -que fichó a Abrams tras ver de un tirón varias temporadas de Alias- estaba en el plató de La Guerra de los Mundos bajo las órdenes de Spielberg, y ambos genios se encontraron. El flechazo no se hizo esperar.

Son solo dos de los paralelismos de ambos creadores. Como él, Abrams comenzó en la televisión, aunque en su caso con logros más notorios: después de apuntar maneras con la fallida serie Felicity, vinieron nada menos que los fenómenos de Perdidos, Fringe y Alias. Y como sucedió con la Amblin Entertainment de Spielberg, Abrams tiene su propio sello productor, Bad Robot, cuyo eslogan figura de forma previa a todas sus presentaciones, incluyendo su actualización de Star Trek realizada en 2008, todo un éxito de taquilla mundial –y fiel reflejo de la habilidad de Abrams para jugar con el espacio y el tiempo en sus tramas- del que ahora prepara una secuela.

Si Abrams se ha revelado como uno de los magos de la narrativa moderna es gracias a su respeto al misterio. Sus ficciones funcionan como muñecas rusas, incógnitas que llevan a otras incógnitas. Preguntas que conducen a otras. Alteraciones del curso temporal de los acontecimientos que se balancean entre el destino y la coincidencia que afecta a sus personajes, y que ponen al descubierto la misma naturaleza de la narración cinematográfica. Los homenajes a la cultura pop se suceden sin fin en ficciones que, sin embargo, se sustentan en valores narrativos clásicos: un buen guión, buenos personajes y elaboradas situaciones.

De la misma manera, las campañas promocionales de sus creaciones, la de Super 8 -escrita y dirigida por Abrams, que se refiere a ella como su filme más personal- sin ir más lejos, se cuidan muy mucho de desvelar más de lo necesario para no romper la magia de la sorpresa. El misterioso teaser trailer, que visualiza el descarrilamiento de un mercancías –y un invitado sorpresa que lleva en su interior- fue rodado antes de que se iniciara el casting de la cinta y no contiene imágenes del filme, presupuestado en apenas 50 millones de dólares, y que lleva amasados más de 220 en todo el mundo.

Super 8 viene envuelta en un halo de diversión desprovista de cualquier asomo de falsa trascendencia. Lejos de ser un experimento anacrónico, el guiño del director al cine de los ochenta deriva en una cinta de aventuras y ciencia ficción ejemplar. Porque lo que Abrams desea ante todo es que la audiencia, y no solo el fenómeno fan, se recueste y disfrute del espectáculo. Super 8 llega mañana a los cines españoles.

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comentarios
1 Arturito, día

Es Cloverfield con niño. Algo bueno tiene y es que esta vez no han remedado una película clásica. No he visto calaveras de cristal

2 mrsambo, día

CAPITÁN AMÉRICA: EL PRIMER VENGADOR. http://cinemelodic.blogspot.com/2011/08/capitan-america-el-primer-vengador-2011.html

3 mrsambo, día

La duda que estoy deseando resolver es si lo que nos han vendido como una recuperación del espíritu de aquellas películas 80teras es cierto. Muy buenas las referencias a esas películas y directores que al abrigo de Spielberg crearon esa magia en los 80 Juanma.

4 rlopez, día

La metodología de JJ Abrahams para mantener el misterio de sus guiones, que se califica de "muñeca rusa", yo lo llamaría de "los personajes que no hacen preguntas y aceptan de manera estoica lo que les pasa". Fui un fiel seguidor de LOST. Veía los capítulos, me metía en foros donde se comentaban los jeroglíficos que aparecían, los más mínimos detalles de lo que pasaba y después volvía a ver los capítulos claves (recuerdo "Hombre de fe, hombre de ciencia" que parecía un compendio de filosofía trascendental). La historia de LOST era alucinante. Una mezcla de espacio y tiempo, de mil historias que convergían en la isla, con tantos sinsentidos que esperaban una explicación final gloriosa. Los otros, los otros-otros, el oso polar en una isla ecuatorial, Jacob, Penélope y su padre, el submarino, los de la base polar que escuchaban por radio, Said el torturador de Irak, el humo negro... Al final JJ nos lio. Mas bien se lío él. Lío tanto la madeja que ya no sabía que hacer o decir para dar una explicación razonable a la historia que nos había enganchado tantísimo a tantos. Todo acabó en un fraude en Cuatro a las 6 de la mañana de un miércoles laborable. Mi opinión sobre la forma en que JJ Abrahams ha llevado LOST, lo que le ha encumbrado al Olimpo de los directores de series de TV, es que todo aquello es un fraude. Nos contó una historia, nos prometió un final razonable en los chats y webconferences que daba y luego pasó lo que pasó. Engancho al espectador y luego lo dejó tirado. Como decían en una película, su ego extendió un cheque que su cuerpo no pudo pagar. A mi no me vuelve a pillar.