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Pedro de Tena

El primer filósofo negro se llamó Amo y fue esclavo

Amo, además de otros conocimientos, sabía hebreo, latín, griego, francés, holandés y alemán. Para la época ser negro de la cabeza a los pies era una prueba indesmentible de estupidez.

Amo, además de otros conocimientos, sabía hebreo, latín, griego, francés, holandés y alemán. Para la época ser negro de la cabeza a los pies era una prueba indesmentible de estupidez.
Amo | Wikipedia

Excavando sorpresas, curiosidades e historias que deberían ser recuperadas en las dos grandes enciclopedias hispano-americanas, la de Montaner y Simón, iniciada en 1887, y la de Espasa, publicada a partir de 1908, me topé hace ya años con uno de esos personajes que conmueven profundamente a las almas abiertas. Se llamó Anton Wilhem Amo (Antón William Amo consta en su tumba, qué ingleses éstos) y vivió imprecisamente desde 1703 a no se sabe cuándo aunque en su lápida solitaria y anómala varada junto a un fuerte en Ghana figura el año 1784. Su vida constituye la prueba irrefutable de que hay personas que nacen a destiempo en épocas que no podían reconocer su grandeza.

Paradójicamente, Amo era un esclavo. Amo, probablemente de la etnia de los ashanti o akan de la zona de Axim, Awukena, que tal vez persiguiera gozoso con sus padres y amigos una bandada de avestruces en una playa de Costa de Oro, luego Ghana-Guinea, sobre el 1708, sufrió con sólo cuatro años la temible experiencia del secuestro. Los tripulantes de un buque holandés se abatieron sobre él y lo convirtieran en esclavo. Hay quien defiende que un misionero lo envió a Amsterdam como obsequio, tal vez misericorde, a la casa Brunswick.

Exterior, día. Veinte o treinta individuos provistos de venablos y flechas, tal vez redes, atacan a decenas de aves corredoras despavoridas. Cuando la caza termina reparan en un barco del que descienden extraños hombres. ¿Lo ven? Tiene película. Y sólo es el principio.

Augustus William, duque de Brunswick-Lüneburg

Según ambas enciclopedias clásicas, Amo fue regalado por sus captores a los duques de Brunswick-Wolfenbüttel, August Wilhelm y Ludwig Rudolph, nobles ilustrados que impidieron sus sufrimientos de esclavo y lo mandaron a estudiar a la Wolfenbüttel Ritter-Akademie y luego a las Universidades de Helmstedt y La Haya. Por entonces, tal vez, creen algunos, pudo reunirse con el gran pensador alemán Leibniz, quien era un asiduo visitante del palacio Wolfenbüttel. Luego asistió a la escuela de Derecho de la Universidad de Halle-Wittemberg y adquirió relevantes conocimientos astronómicos y literarios, leyendo probablemente los Principia de Newton publicados en 1687. Tanto y tan bien aprendió aquel esclavo de las tierras del polvo de oro que dicen llegó a conocer la medicina y a fundar una cátedra en la Universidad de Jena, ¡Dios, la de Hegel! Al decir de los coetáneos, padeció, ya verán por qué, de cierta fama y fortuna, tanta que, además de doctor en Filosofía, pudo ser designado Consejero de Estado en Berlín, donde luego floreció un tal Hitler.

Posteriormente el primer filósofo negro conocido desapareció de Europa y reapareció como ermitaño en Saba, donde aún estaba el palacio de la legendaria reina, cerca de donde se decía reposaban el Arca de la Alianza y las Tablas de la Ley. Pero llevado por un impulso seguramente irresistible, no se sabe cuándo, volvió a su Ghana o Guinea de nacimiento, que hay confusión sobre el tema, donde se cree murió en la fortaleza de San Sebastián de Chamah tal vez en 1759 (otros hablan de 1784, fecha grabada en su tumba).

La huida de Europa: racismo y amor imposible

Si el propio Kant, el de la hermosa afirmación de que todo hombre debe ser considerado siempre como un fin en sí mismo y nunca como un medio, no incluía a los negros en el lote de los derechos humanos (negros que, según él, por cierto, nacían blancos salvo por los genitales y "una argolla" alrededor del ombligo y eran frívolos, sin talento ni capacidad mental y claramente inferiores a los blancos), imagínense los demás alemanes de la época salvo la exigua minoría de benefactores ilustrados. Kant, que fue coetáneo de Amo y debió oír hablar de él, no lo mencionó nunca, que sepamos. Hubiera sido de interés conocer si mantenía ante un tipo como Amo que, además de otros conocimientos, sabía hebreo, latín, griego, francés, holandés y alemán, que ser negro de la cabeza a los pies era una prueba indesmentible de estupidez.

Anuncio de una disertación filosófica

Hubo excepciones. En 1734, el rector de la Universidad de Wittemberg (la ciudad donde Lutero clavó sus 95 tesis), Johannes Gottfried Kraus, en una carta dedicada al trabajo que Amo presentó a los 21 años, titulado simplificadamente Sobre la impasibilidad de la mente humana, elogió "el genio natural" de África, su "aprecio por el aprendizaje", y su "inestimable contribución al conocimiento de los asuntos humanos" y de "las cosas divinas". Y lo comparó con otros distinguidos africanos como Apuleyo de Madaura, Terencio el Bereber, Tertuliano, Cipriano, Arnobio, Optato y el propio San Agustín, nada menos. Luego Amo llegó a ser incluso consejero de Estado en Berlín.

Se han destacado tres obras suyas:

Apatheia Dissertatio inauguralis philosophica de Humanae Mentis Apatheia seu senionis ac facultatis sentiendi in mente humana absentia et earum in corpore nostro organico ac vivo praesentia, (Wittenberg: Schlomachiana, 1734)

Disputatio Disputatio philosophica continens ideam distinctam eorum quae competunt vel menti vel corpori nostro vivo et organico, quam consentiente philosophorum ordine, praeside M. Antonio Guilielmo Amo Guinea-Afro, (Wittenberg: Literis Vidvae Kobersteinianae, 29 May, 1734)

Tractatus de arte sobrie et accurate philosophandi, (Halle: Kitleriana, 1738)

El 28 de noviembre de 1729, según consta en una cronología sobre sus hechos conocidos, Amo participó en una disputa pública con su tesis De iure maurorum in Europa (Del derecho de los moros en Europa). Tal vez el racismo, que Amo combatió en la Alemania de entonces, llegó incluso al amor que se supone sintió por alguna mujer no identificada (otro ingrediente para la película que está por hacer). Johann Ernst Philipp, profesor de Retórica en Jena, escribió un poema en cuatro secciones en 1747 que dañó la reputación y el corazón de Amo. En su tercera parte, simulaba una presunta carta de amor escrita en verso por Amo a una cierta señorita Astrine (que no sería el verdadero nombre) pero ella contestaba que no podía amar a un moro, que era como entonces se nombraba a los negros. Tal vez aquella hecatombe amorosa, si es que ocurrió, unida al fin del amparo de sus duques ilustrados, fue lo que le llevó a renegar vitalmente de Europa y convertirse en ermitaño y adivino en su África natal. De su destino posterior sólo se conserva el relato de un viajero y médico, David-Henri Gallandat que fue a Axim a visitarlo. En ese momento,1753, tenía ya 50 años. Su padre y una hermana todavía estaban vivos. Tenía un hermano esclavo en la colonia de Surinam. Más tarde se trasladó a la fortaleza de San Sebastián que la West Indian Company tenía en Chamah (Ghana).

Estatua de la Universidad de Halle en honor de Amo

La Universidad de Halle-Wittenberg otorga desde 1994 el premio Anton-Wilhelm Amo a estudiantes destacados. Hay una estatua en su honor desde 1965 cuya inscripción dice "A la memoria de Anton Wilhelm Amos de Axim en Ghana. Los primeros estudiantes africanos y profesores de las universidades de Halle-Wittenberg y Jena 1727 - 1747". El New York Time ha recordado su figura en alguna ocasión y una televisión francesa hizo un reportaje sobre la que se cree su tumba. Se puede encontrar más información en inglés en este enlace.

No fue Amo el único negro o moro conocido en aquel tiempo. De hecho, el bisabuelo del gran Alexander Pushkin fue un negro africano nacido en 1696 en Camerún. Secuestrado a los 7 años, arribó a Rusia comprado por otro bisabuelo, el de Tolstoy, al sultán de Constantinopla y llegó a ser general de los ejércitos del Zar.

La novela El moro de Pedro el Grande, sobre su antepasado, nunca fue acabada por el escritor ruso, pero posteriormente la vida de Gannibal, que así se llamó por su admirado y también africano Aníbal, fue relatada por Hugh Barnes en su libro de 2005, Gannibal: El moro de Petersburgo.

España estuvo adelantada en esclavos negros e incluso en negros destacados procedentes de Guinea y Etiopía. Mucho más en Sevilla donde hubo una Cofradía penitencial de negros y mulatos, la popularmente conocida como "la de los Negritos", desde el siglo XVI y otra de beneficencia desde dos siglos antes. "Eran en Sevilla tratados los negros con gran benignidad desde los tiempos de don Henrique Tercero, permitiéndoles juntarse a sus bailes y fiestas en los días feriados, con que acudían gustosos al trabajo y toleraban mejor el cautiverio", decía Diego Ortiz de Zúñiga en sus Anales, pero la verdad es que horrorizaba el trato sexual con negros por la cosa de la herencia de la piel.

Cofradía de los negritos, 1935

También hubo negros muy destacados en España, si bien ninguno llegó a ser doctor en Filosofía, aunque casi. Juan de Valladolid, por ejemplo, que fue mayoral de fiestas de negros y mulatos en Sevilla en el siglo XV. Pero sobresale el inteligente Juan Latino. Poeta, profesor, que se afirma llegó a catedrático, y músico nacido en 1518 en Baena. Una vez manumitido se matriculó en la Universidad de Granada llegando a ser conocido, se cree, por Juan Boscán, Garcilaso de la Vega y el propio San Juan de la Cruz. Incluso aparece en los versos de Urganda la desconocida antes del comienzo de El Quijote. Pero esta es otra historia.

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