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Pedro Fernández Barbadillo

Himmler corrige a Viñas y Preston

Se acaba de publicar el libro de Félix Kersten 'Las confesiones de Himmler. Diario inédito de su médico personal', en el que Himmler se refiere a Franco como "este simio español".

Se acaba de publicar el libro de Félix Kersten 'Las confesiones de Himmler. Diario inédito de su médico personal', en el que Himmler se refiere a Franco como "este simio español".
Himmler y Franco en 1940 | Wikipedia

(…) ahorcaremos al desgraciado de Franco, a sus obispos y a sus cardenales."

Estas palabras no las pronunció ni La Pasionaria –quien en las Cortes solía amenazar de muerte a los diputados de derechas–, ni Santiago Carrillo, ni José Díaz –que, después del asesinato de Calvo Sotelo, acusó del 90% de los atentados perpetrados en la ‘primavera trágica’ a las derechas–, ni Francisco Largo Caballero –que aseguraba ya en la campaña de las elecciones de 1933 que en España había una guerra civil–. No, las dijo Heinrich Himmler, jefe de las SS y uno de los dirigentes más poderosos del III Reich.

Un libro que llega 60 años después

Aparecen en el libro Las confesiones de Himmler. Diario inédito de su médico personal, de Félix Kersten, publicado por Pasado & Presente. Este libro, editado en dos versiones en inglés, en 1947 y 1956, no se había publicado en España hasta ahora, pese a que era conocido y estaba avalado por el historiador Hugh Trevor-Roper. ¡Cosas de los editores!

Por ejemplo acaba de publicarse un penoso título sobre la supuesta ayuda de Rusia a Donald Trump, mientras que un auténtico best-seller sobre los motivos del fracaso de la campaña de Hillary Clinton, Shattered, quizás no se traduzca nunca, al igual que Hacks, las memorias de Donna Brazile, la presidenta del Comité Nacional del Partido Demócrata, en la que arremete contra la prepotente Clinton y su corte.

Como estamos en tiempos de lo que se ha dado en llamar posverdad, hemos de recalcar que España fue neutral en la Segunda Guerra Mundial, que nuestro país no fue campo de batalla entre los ejércitos del Eje y de los Aliados y que aquí no hubo fuerzas de ocupación de ningún bando. La ilusión contraria anula en muchos la realidad del pasado. Por ejemplo quien fue director del Memorial Democràtic de la Generalitat catalana, Jordi Palou-Loverdos, escribió en el programa de una exposición titulada ‘Franco, ¿neutral?’:

¿Cómo es que, todavía hoy, en los mapas de historia aparece España de color gris como país neutral durante la Segunda Guerra Mundial?.

Pues mire usted, porque lo fue. No tanto como Irlanda, pero sí a la altura de Suecia, cuyo Gobierno, presidido por un socialdemócrata, Per Albin Hansson, permitió a Alemania el paso de trenes militares entre la ocupada Noruega y su aliada Finlandia entre el verano de 1941 y el verano de 1943, justo cuando las tornas de la guerra empezaban a cambiar.

Si quisiéramos resumir las relaciones de la España franquista con la Alemania nacional-socialista con palabras emitidas desde Berlín y sin citar las ya sabidas de Hitler por medio de oyentes, podemos recurrir a las de Himmler que contiene este libro, quien, por cierto, se había reunido con Franco antes de que éste se entrevistara días después con Hitler en Hendaya.

"Este simio español"

Kersten (1898-1960), fisioterapeuta que trataba a Himmler de dolores estomacales, mantenía conversaciones con su paciente en las que el Reichsführer de las SS hablaba sin tapujos. En una de ellas, en marzo de 1941 (la cumbre de Hendaya fue en octubre de 1940), cuando Alemania preparaba la invasión de su todavía aliada la URSS, Himmler despotricó de Franco por su negativa a entrar en la guerra o al menos permitir que tropas alemanas atacasen la colonia británica de Gibraltar.

¡Este simio español no quería abandonar su neutralidad! Al parecer, esperaba conseguir ciertas ventajas con los Aliados. Después de la guerra vamos a mantener unas conversaciones muy serias con algunos países neutrales."

"Si los comunistas hubieran vencido en España, el comunismo habría afectado a Francia inmediatamente y probablemente a muchas otras partes de Europa. ¿Y cómo nos lo agradecen Franco y el resto? ¡Manteniendo su neutralidad!"

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"El Führer (…) Le prometió Gibraltar y grandes territorios coloniales en África. Franco echó la culpa a la difícil situación económica en España. Además, sostuvo que la costa española estaba totalmente desprotegida y vulnerable ante ataques de buques de guerra ingleses."

"Habría sido una gran ventaja para nosotros el que España nos ayudara. Esa oportunidad no volverá y Franco no ha sabido interpretar adecuadamente los tiempos que corren."

"La Iglesia católica de España ha cosechado otra victoria. Podrá usted imaginarse la rabia del Führer al enterarse de que Franco no cumplía su promesa. Lo conseguiremos aun sin España y, cuando lo hagamos, ahorcaremos al desgraciado de Franco y a sus obispos y cardenales."

El enfado alemán en marzo de 1941

En Derecho hay una cita clásica: "tres palabras rectificadoras del legislador bastan para convertir una biblioteca jurídica en basura". En circunstancias normales, este libro serviría para arrojar a la papelera muchas monografías que pretenden no sólo desvelar y documentar la falsa neutralidad de España, sino, también, los siniestros planes del general Franco para invadir Portugal o entregar a miles de judíos a las SS. O al menos desalentar su escritura.

La versión de la escuela de historiadores acaudillada por Ángel Viñas y Paul Preston asegura que Franco deseaba incorporarse a la guerra, pero que fue Hitler el que le rechazó. porque prefería satisfacer al mariscal Pétain. Esta escuela llega a sostener que a Hitler no le importaban nada España ni el cierre del estrecho de Gibraltar, reinterpretando así las cartas que el propio Führer dirigía a Franco en las que le exigía que se decidiese cuanto antes a participar en la Operación Félix y luego, cuando ésta se canceló por las dilaciones y la aparición de otros objetivos (en diciembre de 1940, Hitler ordenó la preparación del ataque a la URSS y ese invierno en los Balcanes y Libia Mussolini no cosechaba más que derrotas), reprochándole la pérdida de tiempo.

Una de las cartas más duras de Hitler a Franco está fechada el 6 de febrero de 1941. El español le contestó en una carta fechada el 26 de febrero y que su embajador entregó al Führer el 6 de marzo, al cumplirse el mes de la anterior. Comenzaba así:

Su carta del 6 de febrero me induce a contestarle de inmediato (sic) puesto que parece que debo darle algunas explicaciones y reafirmarle mi lealtad.

Al día siguiente, tropas del Imperio británico retiradas por orden de Winston Churchill del norte de África desembarcaban en Grecia. A mediados de ese mes de marzo, Himmler puso a caldo al generalísimo ante Kersten.

¡Pero a ver si Himmler va a saber más de la Segunda Guerra Mundial que un catedrático de la universidad pública española!

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